1. Garzas
Entre las calles de Strøget y de Læderstræde, en pleno corazón de la capital de Dinamarca, se desarrolla la larga plaza central de Amagertov. Allí, en su centro, se levanta desde 1894 la Fuente de la Cigüeña.
La hermosa fuente en bronce y hierro fundido fue resultado de un concurso convocado en 1888 por la Sociedad para el Embellecimiento de Copenhague, con el fin de celebrar las venideras bodas de plata de los príncipes herederos Frederik VIII y Louise el 28 de julio de 1894. La propuesta ganadora resultó ser la de dos famosos artistas daneses, el pintor Edvard Petersen (1841–1911) y el escultor Vilhelm Bissen (1836–1913), quienes presentaron un diseño de tres aves levantando vuelo en torno a una columna ornamental central rematada por una corona de juncos. Otra espléndida concursante, la Fuente del Dragón de Thorvald Bindesbøll y Joakim Skovgaard, fue erigida más adelante en la Plaza del Ayuntamiento, donde todavía se conserva en todo su esplendor.
El lirismo escultórico de ambas fuentes ha marcado desde entonces sensiblemente a Copenhague como una ciudad encantada que parece sacada de un libro de cuentos. Recordemos que su símbolo más prominente es la escultura de bronce La Sirenita (Edvard Elinsen, 1913), instalada sobre una piedra en el paseo de la costa Langelinie, en la bahía del puerto, inspirada en una de las historias de Hans Christian Andersen.
La Fuente de la cigüeña (o de las Garzas, de acuerdo con una leyenda urbana local), consiste en «una cuenca de piedra de nueve lados que colecta en torno al pedestal central el agua que cae en tres pequeñas cascadas desde la taza superior de bronce. Este pedestal está decorado con relieves de plantas acuáticas; en la cuenca, tres ranas sentadas sobre hojas de plantas del muelle, lanzan chorros de agua. Sobre un estante en el pedestal se apoyan las tres aves, cada una partiendo en una dirección distinta».2
La fuente es del tipo Fontaine de bassin, una tipología muy propia en los ornamentos de parques y jardines franceses de fines del siglo XIX, pero también recuerda a las esbeltas fuentes italianas de Villa Borghese que el pintor naturalista Petersen, amante de los paisajes románticos, gustaba de pintar tras sus estadías en Italia entre 1875 y 1880.3 En un óleo suyo, Una fuente en el parque de Villa Borghese, Roma, de 1859, la entrada ganadora del concurso de Amagertov pareciera prefigurarse.
Por su parte, el neoclásico escultor Bissen, a la sazón director de la Real Academia Danesa de las Artes, era muy apreciado por las muchas estatuas suyas que adornaban las calles de Copenhague, en particular una gran cantidad de esculturas de animales. Es este artista animalista quien «le daría forma» a las aves de la fuente.4
2. Petites patrimoines
La historia de las fuentes de hierro que hoy nos ocupa fluye también en paralelo por otra interesante vertiente, tanto en Europa como en América. Para 1894, cuando se inaugura la Fuente de la Cigüeña en Copenhague, existían ya en Francia y en Estados Unidos varias grandes empresas dedicadas a lo que se ha dado en llamar Escultura Industrial.
Aspirando a alcanzar la alta calidad artística de piezas de gran elaboración y proceso cívico como estas de Dinamarca, y queriendo sacar provecho de la demanda de obras de ornato público para el ya en expansión paisaje urbano mundial y el furioso amor finisecular por el landscaping, nuevas compañías de fundición surgieron para proveer al mercado objetos de renovada variedad de formas y número de ejemplares. Entre ellas, destacan la Societé Anonyme des Fonderies D’Art du Val d’Osne de París y la J. L.Mott Iron Works de Nueva York.
La implantación de fuentes (y esculturas, farolas, rejas, bancos y todo tipo de mobiliario urbano en hierro fundido para espacios públicos) implantaría en las ciudades de todo el mundo estos objetos artísticos ahora industrializados, buscando seguir a imagen y semejanza lo que dictaba el prefecto del Sena, el Conde de Rambuteau, en su monumental transformación de París, tarea colosal que haría realidad el Baron Hausmann durante el Segundo Imperio.
Según la historia, la Fundición Val D’Osne fue la fundición francesa más importante del siglo XIX, una sociedad anónima fundada en 1835 por Jean Pierre André Víctor, inventor de la técnica del hierro fundido. «Gracias a la invención del hierro fundido artístico, un gran número de esculturas resistentes de alta calidad y a menudo de grandes dimensiones fueron producidas. El hierro fundido era más barato que el bronce. El siglo XIX experimentó una locura por este material, por lo que a dicho siglo también se le llama «el siglo del hierro».5 Estas compañías, al igual que otras igualmente enormes, como la mencionada J. L.Mott Iron Works, dieron a conocer su producción a través de la publicación de vastos catálogos, pero sobre todo a través de las exposiciones internacionales. Con ello, sus obras fueron requeridas por el mundo entero. Y Venezuela no se quedó atrás en los encargos.
A fines del siglo XIX es el general Antonio Guzmán Blanco quien introduce en el país la Escultura industrial a través de la creación y remodelación a la francesa de los principales espacios públicos de la ciudad. Este gusto y práctica contagiaron rápidamente el campo privado, y muy pronto más y más propietarios de villas y jardines decidieron también embellecerlos adquiriendo fuentes y estatuarias residenciales y todo tipo de piezas ornamentales industriales en hierro fundido. Así, nuestras ciudades empezaron a poblarse de lo que hoy se conoce en Francia como petites patrimoines, es decir, pequeños patrimonios.
3. Tres tristes ibises
En Venezuela, la Garza, o Heron, es «muy conocida por su belleza y destacado color blanco. Habita en toda clase de humedales, tanto interiores como costeros. Con presencia en todo el mundo, en el continente americano se halla desde el sur de Canadá hasta el sur de Suramérica y en Venezuela, en todo el territorio nacional incluyendo las islas».6 Hablando de Caracas, esta no es otra que nuestra típica Garza blanca (Ardea alba), de belleza mil veces retratada en los lagos del Parque del Este, pero también en las desoladas riberas del río Guaire.
Alguna vez oímos que habían hecho su llegada a Venezuela desde África a mediados del siglo pasado. Esta información debería ser contrastada hoy con la memoria urbana de un hermoso espacio público de Caracas, la Plaza Sucre, en el Casco Histórico de Petare, donde unas garzas hicieron su temprana aparición por allá a fines del siglo XIX.
En 1876 Guzmán Blanco, según reza la declaratoria de patrimonio de la Plaza Sucre del Instituto del Patrimonio Cultural, «colocó una fuente» en el lado sur de la rectangular plaza, frente a la Iglesia del Dulce Nombre de Jesús.7 La fuente de hierro fundido todavía se conserva allí, pero, a diferencia de la plaza, lamentablemente no está protegida por ninguna declaratoria.
La petareña fuente se compone de tres tazas sostenidas por un simple pedestal al centro de una cuenca octogonal. Por supuesto, hoy sin agua alguna que fluya entre ellas. La particularidad de esta fuente reside en la pieza de la base, donde un cuarteto de garzas apenachadas sostienen la columna central decorada con juncos de Dinamarca. El color original se conserva todavía, como lo quiso una vez el emperador Napoleón III, quien escogió para las fuentes de Paris el color verde para hacer «referencia a la naturaleza», color que la ciudad de Paris ha querido conservar hasta hoy… y parece que Petare también, grâce a Dieu.11
Esta fuente es, sin duda, una escultura industrial decimonónica, irremediablemente emparentada con varias otras fuentes en otros lugares, dentro y fuera del país. Empezando por supuesto primero por la Fuente de la cigüeña de Copenhague; luego por la gran fuente ornamental en hierro fundido de la plaza Chevandier en Cirey-sur-Vezouze y sus garzas en reposo (catálogo Val d’Osne 2, lámina 551, ID 2407); continuando por la Fuente de las Grullas de Oruro (catálogo Val d’Osne, lámina 530, n° 37) y por la Fuente de la Square Sir George Etienne Cartier del parque del mismo nombre en Montreal, erigida en 1912 por la fundición neoyorquina The J. L.Mott Iron Works y cuyo segundo tramo presenta exactamente la misma pieza a cuatro garzas de la fuente de Petare.
Esto para solo mencionar los parentescos internacionales -que pueden ser aun más numerosos-. Ya que en nuestra ciudad la población de garzas en hierro fundido tiene su hábitat en unos cuantos jardines más. Allí está la hermosa fuente de una sola cuenca de los jardines de la Hacienda La Vega, con su dos garzas caminantes y sus altas flores de loto, que ha perdido su estanque y por ende todo contacto con el agua, o la pintarrajeada fuente -también sin agua- de Villa Helena en Los Chorros, más robusta, pero también de cuenca simple y coronada por una garza de pico enhiesto que ha perdido el ala derecha.
Finalmente, como el nombre de la fuente de Petare no aparece todavía por ninguna parte, quisiéramos proponerle a nuestros amigos lectores bautizarla como la Fuente de las Garzas, para aprovechar y hacerle un guiño a la ciudad de Copenhague. Todo esto para llevarles además la buena nueva de que este modelo de fuente, como la de Los Chorros, se mantiene alive and well y en producción por una empresa en los Estados Unidos, y esta disponible según catálogo para quien pueda interesarse en tener información para restaurarlas. Como prueba, publicamos aquí uno de sus dibujos técnicos.12
No olvidemos que aunque estos pequeños patrimonios hayan sido abandonados, las bellas fuentes de hierro fundido del siglo XIX fueron devueltas al mundo del arte desde 1986 gracias a la apertura del Museo de Orsay en Paris, que colocó su impresionante colección de arte animalière en toda la plaza de entrada, en reconocimiento al arte ornamental del hierro fundido.13
Así, en este comienzo de década, a la vez que queremos desearles a todos desde esta columna paz, salud y sobre todo libertad, hacemos votos también porque los tres tristes ibises de nuestras fontanería industrial caraqueña puedan ser restaurados y devueltos a todo su esplendor original en sus respectivos espacios patrimoniales.
Ya es hora de que estas garzas centenarias puedan seguirle dando combate al río.
NOTAS:
- A thing is a human likeness, and sensing this likeness, its death, its destruction, is unbearable for us. Ancient kings were laid in their coffins with their armor, their implements; they would have taken their palaces with them if they could. En: Vladimir Nabokov. «Man and Things», The New Yorker, New York, Noviembre 8, 2019.
- Wikipedia: «Stork Fountain»: https://en.wikipedia.org/wiki/Stork_Fountain
- Wikipedia: «Edvard Petersen»: https://en.wikipedia.org/wiki/Edvard_Petersen
- Wikipedia: «Vilhelm Bissen»: https://en.wikipedia.org/wiki/Vilhelm_Bissen
- Val d’Osne Foundry: https://www.marcmaison.com/architectural-antiques-resources/val-dosne-foundry-cast-iron-statue-sculpture
- Garza real. Audubon de Venezuela: https://www.audubonvenezuela.org/aves-venezuela/aves-del-mes/conociendo-las-aves-de-venezuela/304-conociendo-garzablancareal.html
- «Plaza Sucre», Municipio Sucre, Catalogo del Patrimonio Cultural, I Censo Nacional del Patrimonio, Instituto del Patrimonio Cultural, Caracas , 2005, p. 56.
- «Grande fontaine en fonte à Cirey-sur-Vezouze». Petite Patrimoine: https://www.petit-patrimoine.com/fiche-petit-patrimoine.php?id_pp=54129_5
- «Fuente de las Grullas de Oruro». De fonte et de bronze, dans l’espace public, le patrimoine monumentale français dans le monde: https://e-monumen.net/patrimoine-monumental/grullas-grues-oruro/
- «Fontaine du Square Sir-George-Étienne-Cartier (Saint-Henri)». Mes quartiers: https://mesquartiers.wordpress.com/2017/07/18/top-15-des-plus-belles-fontaines-a-montreal/
- «Les fontaines du XIXe siècle (3e partie) du Second-Empire aux fontaines Wallaces». Paris On Theme: http://parisontheme.blogspot.com/2017/03/les-fontaines-du-xixe-siecle-3e-partie.html
- «Tall crane». Robinson Iron: https://www.robinsoniron.com/product/tall-crane/
- Val d’Osne Foundry. Op.Cit.