A pesar de que la IX Cumbre de las Américas convocada por el presidente Joe Biden, a efectuarse en la ciudad de Los Ángeles entre los días 6 y 9 de junio, no ha ocupado un papel relevante en la información internacional; quiero volver sobre ella por la connotación que tienen las dificultades que está confrontando su convocatoria centradas en la decisión ―hasta el momento que escribo estas líneas― de no invitar a los gobiernos autoritarios de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Recordemos que desde que Bill Clinton convocó la I Cumbre de las Américas en Miami en diciembre de 1994, el objetivo de estas reuniones fue la de promover el crecimiento económico y la prosperidad en las Américas sobre la base de valores democráticos comunes y la promesa de aumentar el comercio para mejorar la calidad de vida de todos los pueblos y preservar los recursos naturales del hemisferio para las generaciones futuras.
De los objetivos trazados en la Declaración de la 1ª cumbre el que tuvo mayor auge y seguimiento fue el relativo al impulso y preservación de la democracia coronado con la aprobación de la Carta Democrática Interamericana en 2001. A pesar de que su aprobación se dio paralelamente al atentado contra las torres gemelas, que giró la prioridad de la política exterior norteamericana hacia el Medio Oriente, los distintos presidentes de la potencia del norte mantuvieron un fluctuante interés por la preservación de la democracia y la Carta gozó de respeto durante mucho tiempo
El hecho de que los otros objetivos incluidos en esa 1ª declaración no pasaron de ser letra muerta, sin duda influyó decisivamente en que la frustración de las poblaciones de la región sobre sus gobiernos y se dejaran seducir por las atractivas retóricas reivindicativas que han tenido como denominador común un paraíso social construido sobre las ruinas de las democracias liberales que hasta el momento no habían satisfecho sus necesidades,.
Y ciertamente también ha sido un denominador común el fracaso de estas ofertas, que ha conducido a una oscilación en los países en los cuales se desarrollan elecciones confiables de gobiernos autodenominados izquierdistas ―casi todos con intenciones autoritarias― a gobiernos de inclinación hacia la derecha, en las que esas intenciones despóticas no han estado ausentes.
En esta segunda oportunidad que le corresponde a Estados Unidos la convocatoria de la Cumbre, la agenda vuelve a incluir temas económicos y sociales como el manejo de la pandemia, mecanismos de financiamiento para la recuperación económica y el desarrollo y la migración, pero el tema de la democracia sigue ocupando el lugar más destacado y controversial, con algunas variantes.
Fuentes cercanas al presidente Biden han anunciado que está pensando en invitar en un estatus no oficial a un funcionario cubano de menor rango. Decisión que de ser cierta suena a un guiño a AMLO para garantizar su participación, ceder parcialmente ante la casa matriz del autoritarismo, suponiendo que no se batiría por la inclusión de Venezuela y Nicaragua. De ser cierta y aceptada esta modalidad, podría influir sobre la enfática decisión de las islas del Caribe que han amenazado con no participar, que suelen subastar sus votos
Por otra parte, el desconcertante Bolsonaro sin más explicaciones hasta el momento, anunció que no va a asistir, por razones que suponemos no son integradoras si nos atenemos a su trayectoria.
Cuando faltan escasos 11 días para el inicio de la Cumbre, aún se desconocen los países que asistirán, lo que definirá su éxito o fracaso cuantitativo.
Estos gobiernos disidentes no han mostrado guiarse por intereses de integración regional, sino por una visión “ideológica” que de alguna manera repite la confrontación Este-0este de la Guerra Fría. ahora en trance de ser reforzados por victorias electorales en Colombia y Brasil. No de otra manera se explica en el pasado reciente el boicot a organismos multilaterales con cierto éxito como la CAN (Chávez) y el Mercosur (Lula por el oro de Chávez) por solo mencionar algunos, Y para promover organizaciones inútiles como el Alba, Unasur o la Celac.