OPINIÓN

Cumbre UE-Celac y el caso Venezuela

por William Santana William Santana

Foto EFE

“La UE y ALC son aliados clave con vistas a reforzar el sistema internacional basado en normas e intensificar la acción conjunta para promover la paz, la seguridad, la democracia, el Estado de Derecho y los derechos humanos. La UE y ALC, que representan conjuntamente un tercio de los miembros de las Naciones Unidas (ONU), desempeñan un papel importante en el respeto del Derecho internacional y la defensa de los principios de la Carta de las Naciones Unidas, por ejemplo, oponiéndose a la agresión rusa contra Ucrania. La UE y ALC comparten también el objetivo de hacer que el sistema multilateral sea más eficaz y representativo”.

Este párrafo pertenece al documento del alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad del 7 de junio de 2023, titulado Comunicación Conjunta al Parlamento y al Consejo. Una Nueva Agenda para las Relaciones entre UE y América Latina y el Caribe con motivo de la cumbre birregional UE-Celac que se celebrará en Bruselas el 17 y 18 de este mes.

A primera vista luce una visión de futuro de la UE-América Latina basada en sólidos valores que posibilitarán una relación armoniosa, complementaria, cooperativa y mutuamente beneficiosa. Sin embargo, la realidad está demostrando lo contrario a pocas horas de ese encuentro que se produce después de un letargo de ocho años. Las reuniones previas para preparar el evento, en el cual América Latina va de la mano de España como presidente semestral de la Unión, así lo dejan ver en un momento en el cual el mundo se encuentra bajo dos amenazas sistémicas al orden internacional y la paz y la seguridad internacional por parte de dos potencias como son Rusia y China. Adicionalmente, el cara a cara será entre un ente supranacional, en el más alto nivel de integración del mundo con una entelequia sin institucionalidad ni estructura, solo un foro de concertación política, cuyos miembros están motivados fundamentalmente por la ausencia de Estados Unidos en ese relacionamiento.

La agenda propuesta en este caso no nos dirá mucho sobre el transcurrir de los debates y el resultado final, pero los asuntos divergentes probablemente nos indiquen un pronóstico, entre ellos se encuentran la posición de controversia frente a la invasión de Rusia a Ucrania, la presencia de Zelenski en la cumbre, el tema del medio ambiente en cuanto al Pacto Verde europeo y su “imposición” para acuerdos comerciales y la presencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Lo conflictivo ya es público. El canciller de Cuba realizó unas declaraciones en las que “rechazó las acciones de la derecha europea, que pretende ocultar a la prensa y a la opinión pública el contenido de los debates que se organizan de forma unilateral, y foros paralelos a la cumbre», de lo cual se hizo eco la Cancillería venezolana en un comunicado en el que añadió que la parte europea «decide por su cuenta, incluso, quiénes serán los representantes de nuestra región en los eventos. Tal proceder, además de irrespetuoso, crea las condiciones para que esos foros se conviertan en escenarios de ataques y singularizaciones contra países miembros de la Celac». Lo que no mencionan es que producto de la más reciente reunión del Foro de Sao Paulo en Brasil se va a realizar una cumbre paralela de la izquierda en Bruselas, de la mano de partidos políticos europeos, pero seguramente financiada por países de la región.

Las tres mayores economías de América Latina llevarán la voz cantante: Brasil, Argentina y México, además de Colombia, Bolivia y algunos obsecuentes caribeños en la defensa de los autoritarismos del vecindario, como ya ha sido usual -La narrativa de Lula-. Pero en una Europa orientada cada vez más a la derecha y más sólida y unida frente a la agresión rusa y los avances desestabilizadores chinos -Cumbre de la OTAN esta semana- difícilmente concuerde con la “neutralidad latinoamericana”.  El mundo, como lo he expresado en artículos anteriores, está escindido entre la democracia y el autoritarismo y lamentablemente las relaciones que privilegian los miembros de la marea rosa van en este último sentido con su antinorteamericanismo y filiación ruso, china, iraní y en ella pretenden arrastrar al resto del continente con los liderazgos abortados por las circunstancias, pero más que todo por ellos mismos, de Lula, López Obrador y Petro.

¿Cómo queda Venezuela frente a esta cumbre?

Debemos recordar que el gran apoyo que tuvo la figura de la presidencia interina en el escenario internacional en 2019 se vino diluyendo por la propia oposición en ese momento, las consecuencias de la guerra y la atención a asuntos más importantes y urgentes en el mundo, conllevando a una pérdida grande de apoyos de reconocimiento que hubo, así como a una discusión sobre el relajamiento de sanciones de la UE y Estados Unidos. Este estado de cosas puede cambiar debido a los recientes ataques a un proyecto que avanza con firmeza y solidez, que es el de María Corina Machado para optar a la presidencia de nuestro país en unas próximas elecciones previstas para el 2024.

Efectivamente, a la inhabilitación política de la candidata por 15 años, emitida de manera ilegal e ilegítima por la Contraloría General de la República, la comunidad internacional ha reaccionado demostrándole su apoyo y a la vez manifestando su rechazo a la deriva de Nicolás Maduro en cercenar a la oposición política, en este caso a la candidata con mayor aceptación popular. Presidentes, exmandatarios, sociedad civil y organismos como la OEA y la ONU mantienen en sus agendas la situación política venezolana que tiene visos de empeorar por las muestras del régimen en aferrarse al poder impidiendo elecciones libres, legítimas y transparentes.

En el caso de la UE, las expresiones han venido desde la Comisión hasta miembros del Parlamento, que van desde el rechazo de las inhabilitaciones y a la presencia de Maduro y su vicepresidenta hasta la eventual solicitud de algunos eurodiputados de pedir su detención. El 12 de los corrientes la Eurocámara expresó esta condena en una resolución aprobada por 495 votos a favor, 25 en contra y 43 abstenciones, que se votó después de un debate en la tarde del miércoles en Estrasburgo, en el que también la Comisión Europea cargó contra la inhabilitación de opositores políticos en Venezuela y lo tildó de «una evolución sumamente preocupante». Difícil tomarse una foto con un presidente cuestionado por la comunidad internacional, bajo la lupa de órganos de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, sancionado por la propia UE, investigado por la Corte Penal Internacional y requerido por la justicia norteamericana.

El caso de MCM, así como el del resto de la oposición venezolana, no escapará con seguridad de los debates sobre la democracia en el continente. Sin embargo, necesitamos más que eso, acciones para revertir dicha situación y prevenir futuras –la espada de Damocles del TSJ está siempre presente–. La participación de la sociedad civil y los países amigos del pueblo venezolano son más importantes que nunca. No nos veamos en el reflejo de Cuba y Nicaragua. Recuperemos nuestra libertad en esta magnífica oportunidad que nos brinda el destino.

«La democracia necesita apoyo, y el mejor apoyo para la democracia viene de otras democracias».

Gilbert Keith Chesterton