Cuando Platón explicó que el mejor gobierno es el de los filósofos se refería al que ejercen los sabios, las personas preparadas y los virtuosos. La virtud era sinónimo de excelencia, de los mejores hábitos, los que nos alejan de los vicios que nos esclavizan. Interesante es resaltar que puso el énfasis en el gobierno de las leyes, como el mejor gobierno. Leyes justas y estadistas virtuosos conducían a la felicidad de los pueblos.
Su metáfora de la caverna, esos hombres encerrados y amarrados con cadenas, que solo podían ver lo que se les proyectara en la pared oscura, nos deja ver la importancia que para Platón tenía la libertad. Hasta no ver el sol, quienes permanecían en la cueva eran esclavos de los que tenían el poder, actuaban a sus espaldas y mostraban solo lo que querían. Platón fue discípulo de Sócrates, quien no dejó obra escrita sino que se refleja en sus diálogos y la impronta de su sucesor. Entre sus libros, en el “Banquete” por ejemplo, habla del amor, el cual por intereses y bienes materiales no es sostenible. El amor platónico sigue teniendo gran significación. Es ese amor puro que aunque no se consuma, nos inspira, nos da ilusión y es un ideal de belleza y realización.
Si Platón sigue a Sócrates, el testigo lo toma su alumno Aristóteles. Es de quien viene aquello de que “el hombre es un animal político”. Platón y Aristóteles advirtieron que el ser humano era alma y cuerpo y Aristóteles dejó claro que el alma trasciende la vida carnal. Más tarde Santo Tomás, el gran filósofo de la Edad Media, retoma buena parte de la doctrina Aristotélica, esto a pesar de que Aristóteles era un pagano y de que la mayoría de su traducción llegó al medioevo a través de los árabes. Santo Tomás lee a Aristóteles en latín, y comenta su Ética Nicomáquea, el De Anima, la Física y la Metafísica. También ejercen una gran influencia los estoicos, cuyas virtudes fueron: sabiduría, coraje, justicia y templanza. Santo Tomás agregó tres virtudes cristianas: fe, esperanza y caridad, para así llegar a las siete virtudes cardinales.
Cuando uno revisa a los griegos entiende que en ellos está el germen del buen gobierno. Que la democracia era un sistema de gobierno perfectible, siempre que no cayera en oclocracia, ni en demagogia. Es increíble entender cómo en el tiempo griego, ya se habló de justicia social, de bien común universal, del gobierno de los hombres honrados, de libertades públicas e incluso de alternancia. Hubo épocas de grandes gobernantes como la del maestro Solón.
Lo que quedó en el tintero en tiempo tan memorable lo desarrolló luego con mayor amplitud la ilustración como por ejemplo el tema de la soberanía y los progresivos derechos humanos. Mis críticos dirán pero en la época griega hubo esclavos, y las mujeres y los extranjeros no tuvieron derecho a votar. Lo definitivo es que sembraron las bases para que después llegáramos a todo esto, todavía en pleno desarrollo hoy.
Uno podría decir que algunos de los filósofos griegos también hicieron teología. Allí en el motor Aristotélico del inicio está Dios y está un creador. Santo Tomás en la Suma Teológica desarrolló la tesis y con sus cinco vías dejó claro que la existencia de Dios es irrefutable, pero siempre cuestión de fe.
@OscarArnal