OPINIÓN

Cuba, un pueblo aplastado

por Teófilo de Luis Teófilo de Luis

Lu Tolstova

El año pasado, el 11 de julio, la sociedad cubana sorprendió al gobierno con protestas en la calle reclamando libertad y unas mejores condiciones de vida. La protesta tuvo lugar en distintas partes del país y fue seguida, la protesta en sí y sus consecuencias, por los medios de comunicación con gran interés. Lo significativo de lo sucedido era que el pueblo de Cuba alzaba la voz ante un gobierno que durante muchas décadas había sido capaz de ahogar las voces en la calle de forma general, no así la de destacados luchadores por la libertad que durante años han sufrido y sufren las consecuencias.

El apoyo demostrado a las fuertes reivindicaciones generó un sentimiento de esperanza que quedó en parte sepultado ante una llamada de nuevo a la movilización en el otoño que se abortó en parte por las medidas adoptadas por el gobierno. Lo más sorprendente de todo ello fue la salida clandestina y precipitada de Yunior García, cuyo liderazgo había tenido importancia en las protestas de julio de 2021.

Durante el tiempo transcurrido hasta el primer aniversario de aquella protesta aparecen distintas noticias de la situación en la isla: fuerte represión a quienes participaron con fuertes condenas y alto número de detenidos, salida al exilio de muchos de los activistas implicados en aquellas movilizaciones, con juicios sumarísimos sin asistencia jurídica. Simultáneamente se continúa denunciando la explotación de los profesionales de la medicina que participan en misiones en el extranjero. Todo este conjunto de noticias que ocasionan estupor en el mundo libre no altera en absoluto el pulso del brazo represor de la dictadura cubana. Tampoco tiene consecuencias en absoluto la abstención de Cuba a la condena a Rusia por la invasión de Ucrania que deja claro su especial vínculo con el régimen de Putin. Muy grande debe ser esa dependencia para no condenar la invasión de un grande contra un país más débil en el campo militar cuando siempre el régimen de Cuba se declara contrario a cualquier injerencia exterior invocando la soberanía del pueblo cubano.

Así por ello, ¿qué se puede demandar desde las democracias al régimen de Cuba? Es claro que se debe respetar la soberanía del pueblo cubano, pero ello implica que se ampare la libertad de expresión a ese pueblo que sufre desde los años sesenta del siglo pasado un régimen que atropella derechos humanos, cercena la libertad individual y colectiva y no ha sido capaz de ofrecer progreso al conjunto de la sociedad.

Estar en guardia, en auxilio y dar cobertura a las voces que en la isla reclaman el fin de la opresión debe ser fundamental, en especial para la política exterior de España y así influir en la política exterior de la Unión Europea. No en vano la UE firmó en su momento un Acuerdo de Colaboración Política, Económica y Social con la República de Cuba con firme voluntad de proteger los derechos humanos en la isla.

Siguiendo la senda marcada por dicho acuerdo con la presencia de Guillermo Fariñas en el Consejo de Europa, en Estrasburgo, se impulsó una iniciativa en la que se pretende que la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa pueda proponer medidas con relación a los derechos humanos en Cuba y de forma especial en el ámbito de los derechos de los trabajadores.

Esta iniciativa contó con el respaldo plural de las distintas ideologías presentes en esa institución y el apoyo de la práctica totalidad de los miembros de la delegación de las Cortes Generales. Revitalizar este planteamiento que suscitó tan plural apoyo, ofrecería esperanza de futuro, y haría además de contrapeso a las medidas represivas de la dictadura cubana y llevaría al seno de la UE la situación de un pueblo aplastado durante décadas.

Hoy, por las noticias recibidas de protestas en Cuba por cortes en el suministro eléctrico, hace necesario la implicación firme y continuada en el tiempo de las democracias de Europa en la cobertura y protección del pueblo de Cuba.

Ofrecer a los trabajadores de Cuba un espacio de libertad para la defensa de sus legítimos derechos es un buen inicio para llegar a la total libertad del pueblo de la isla.

Artículo publicado por el diario español El Debate