OPINIÓN

Cuba, la castrocomunista: la gran desgracia de América Latina

por Antonio Sánchez García Antonio Sánchez García

“En todo siempre aparece la mano de Fidel con la maniobra, la maquinación. Siempre en Fidel aparece la maldad”

Benigno, Memorias de un soldado cubano

 

Basta darse el trabajo de leer a notables jóvenes e incuestionables revolucionarios cubanos que aportaron sangre, vida y bienes al proceso iniciado por Fidel Castro e inspirado por Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Huber Matos, Carlos Franqui y Daniel Alarcón Ramírez, “Benigno”, para comprender el siniestro papel que ha tenido la Cuba castrocomunista en el entorpecimiento de la democratización de nuestra región y el nefasto y devastador papel desempeñado por la llamada “revolución cubana” desde la instauración de la tiranía castrista y el sometimiento de los movimientos revolucionarios latinoamericanos sometidos a su influjo. No solo entorpecer, debilitar y confundir los movimientos libertarios de América Latina sino servir de la manera más siniestra y eficaz a la derrota de todos ellos. Al extremo de parecer aliada a Estados Unidos en su faena contrarrevolucionaria. Tal como lo afirma un soldado cubano, importante y destacado actor revolucionario, libre de toda sospecha, como Daniel Alarcón Ramírez, “Benigno”: “El gran problema que se planteó para todos los movimientos revolucionarios de Latinoamérica es que Cuba siempre quiso dirigir la línea política de todos ellos en función de su propia política; para ello fomentó la división en el interior de los grupos, al punto de desbaratar todas las organizaciones y así, de hecho, servir los propósitos de los mismos Estados Unidos. A estos ya no les hacía falta tener gente en cada lugar para perseguir a los revolucionarios, pues ya les estaba Cuba destruyendo esos movimientos al tratar de encabezarlos.” (Memorias de un soldado cubano. Vida y muerte de la revolución. Tusquets editores, 1997, pág. 227) El gran problema que atentó desde un comienzo contra el propio proceso revolucionario fue la traición llevada a cabo por el máximo trío dirigente –Fidel Castro, Raúl Castro y Ernesto Che Guevara– contra el pueblo cubano en su afán por instaurar un régimen liberal democrático y someter la isla a los designios de la dictadura soviética, convirtiéndola en un peón en los afanes expansionista del marxismo leninismo en el mundo. Fue la causa de la profunda fractura sufrida en las filas revolucionarias cuando la detención, proceso y condena por traición a la revolución del líder democrático Huber Matos, a quien Fidel Castro no perdonó su denuncia del establecimiento y deriva de un régimen comunista en Cuba, a la que siguió la desaparición del líder más querido y aclamado por el pueblo cubano, Camilo Cienfuegos, asesinado por la troika filo soviética cubana por la misma causa. Es imprescindible destacar, como lo hace Benigno, el triste papel desempeñado por Chile, Salvador Allende y la Tati, su querida hija, en el proceso de manipulación y devastación llevada a cabo por la troika castro comunista cubana en Chile:

“El caso más vergonzoso de engaño y manipulación a una persona y a un movimiento político latinoamericano fue el que se le aplicó a Tati Allende –en realidad a Salvador Allende a través de su hija preferida– una mujer tan luchadora, tan generosa, fue utilizada, manipulada como una marioneta (por el departamento América presidido por Barbarroja Piñeiro). Ella era muy sincera y de una gran corrección y por eso se suicidó; porque el aparato cubano ha trabajado mucho reclutando a mujeres, a muchas extranjeras, a muchas latinoamericanas, que ha infiltrado por todas partes”. En el caso concreto de Tati, fue seducida por un funcionario del aparato de seguridad cubana quien, a pesar de estar casado en Cuba, se casó con Tati en Chile para penetrar en todos los secretos de la presidencia de su padre. Al asilarse en La Habana y comprender el papel al que se la había reducido decidió suicidarse.  “Por eso considero que Allende fue más víctima de los cubanos que de los americanos: en el Chile de Allende los que mandaban eran prácticamente los cubanos, el Departamento América y gran parte de Tropas Especiales se encontraban en Chile en aquel período. Allí estaban los hermanos de la Guardia, el Negro Ulises, Juan Carretero; aquello parecía más bien una provocación…Por supuesto que los norteamericanos tenían que reaccionar. Y no es que yo justifique el golpe de Estado de Pinochet, pero la forma en que se llevó aquello más bien parecía una incitación a que actuara la CIA; parecía una provocación montada.” (Benigno, Op.Cit., págs. 228-229).

La siniestra actuación del castrocomunismo cubano en el Chile de ayer y de hoy amerita un tratamiento político de alto nivel. ¿Terminarán por entender sus élites que Cuba es el principal enemigo del pueblo chileno, en particular, y de las democracias latinoamericanas en general?