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Desde hace un par de días han impactado sobre Israel más de 1.000 cohetes, lanzados desde Gaza.
En esta oportunidad hay un detonante distinto en el conflicto: una pugna interna entre la Autoridad Nacional Palestina y el grupo terrorista Hamás. Mahmud Abás tenía que llamar a elecciones para el Parlamento y para presidente, pero las canceló por miedo de perder el poder. Él sabe que ya no cuenta con la popularidad y el apoyo en su país, ni con el necesario respaldo internacional. Generar el caos que le beneficia durante Ramadán, un mes donde hay mucha actividad e incitación religiosa, no es difícil. También el grupo terrorista Hamás quiere hacerse con el control de la Mezquita de Al-Aqsa, que está en Jerusalén y que hoy la administra Jordania, y así utilizarla como mecanismo para fomentar el terrorismo.
A diferencia de otras ocasiones, hoy el mundo está reaccionando y condenando a los palestinos. La estrategia de Israel, de abrirse para mostrar en tiempo real los acontecimientos, atenúa la manipulación mediática y merma aquella solidaridad automática que, hasta ahora, parecía ser una regla.
La respuesta de Israel está siendo orientada a objetivos específicos y seguramente intentarán acabar de manera selectiva con los líderes terroristas. No obstante, es complicado porque ellos se refugian en hospitales, colegios y en centros poblados.
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha sido enfático en sus palabras: “Damos 24 horas para que terminen todos los disparos de cohetes, de lo contrario avisamos a los civiles de nuestra eminente llegada y esta vez no nos iremos, cada centímetro de tierra conquistada la anexaremos a Israel. Al resto del mundo: ya estamos cansados de sus incesantes reprimendas, de que debemos mostrar moderación… Cuando tengan a toda la población de ustedes bajo fuego constante de misiles de un enemigo implacable, entonces, solo entonces pueden venir y hablarnos sobre moderación.”
En medio de los ataques se han descubierto una serie de túneles que pudieran servir para que terroristas se movilicen desde Gaza hasta ciudades del sur de Israel; el trabajo para bloquearlos y destruirlos es difícil.
Hoy Egipto tiene la posibilidad de presionar a Hamás, para que deponga su actitud, porque entre ese país y la Franja de Gaza existen túneles que se suelen usar para transportar todo tipo de insumos, incluido armamento. Si Egipto cortara esa vía, Hamás tendría que parar la lucha.
Es obvio que Estados Unidos desempeña un papel importantísimo en este tema; sin embargo, lamentablemente no se ve la misma disposición de la era Trump. Rusia juega a su aire y sigue suministrando armamento a los palestinos, a través de Irán, por ello invocar al club de amigos de los Acuerdos de Abraham, para presionar un cese el fuego, no sería una mala idea.
Israel ejerce hoy su derecho a la defensa y para llegar a la solución de dos Estados, los palestinos después de resolver su conflicto interno, no pueden seguir negando el derecho de Israel a existir.
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