OPINIÓN

¿Cuánto vale una medalla?

por Andrés Colmenárez Farías Andrés Colmenárez Farías

Los acontecimientos recientes en Venezuela siguen girando en torno a la matriz política que con astucia e inteligencia ha logrado posicionar desde aquel fatídico “por ahora” hasta la fecha el régimen chavista en Venezuela.

Han pasado 27 años desde que en televisión nacional el responsable de toda la desgracia que hoy tiene destruida a la nación la pronunciase; y salvo contadas excepciones lo que se habla en el país lo dicta la tiranía que ahora tiene como rostro visible a un Nicolás Maduro cada día más eficiente en la ejecución del proyecto maligno diseñado por Hugo Chávez.

En pleno año de pandemia y con unos juegos olímpicos atípicos casi todo el país logró unirse en un solo sentir al celebrar el desempeño de los atletas que representan a la Venezuela de 8 estrellas y del chavismo en el poder.

¿Es por eso menos importante el resultado de los que han ganado medallas o de los que están allí en la delegación o incluso de todos los que lograron participar en las olimpiadas?

No, sin duda que no. ¿Acaso el desempeño personal de Diego Maradona opaca sus logros deportivos o el apoyo irrestricto de Gabriel García Márquez a la tiranía cubana disminuye sus obras literarias?

No existe otra respuesta salvo la negativa; sin embargo, en el caso de los deportistas profesionales estos no están en la obligación de agradecer si no por decisión personal el dedicar sus logros a los principales responsables de la tragedia que hoy nos está tocando vivir a todos quienes están dentro y fuera del país.

En la misma semana de estos “logros” deportivos de la revolución chavista, una niña muere esperando por un trasplante de riñón.

A los 15 años uno es un adolescente que sueña y vive a plenitud. Niurka Camacho no pudo hacerlo.

Tenía 3 años esperando. Y desde los 7 estaba recibiendo tratamiento para realizarse un trasplante. Niurka de manera muy valiente y serena dio su testimonio ante la corte Interamericana de Derechos Humanos.

Allí, en su relato detalló que había visto a compañeros morir y que ella no quería perder su vida. Lloró dando su testimonio. Yo también lloro ahora por ella y por tantos que mueren cada día por culpa de la tiranía que acabó con Venezuela.

«En el hospital ha sido muy difícil porque he visto muchos compañeros falleciendo esperando un trasplante. Es difícil para mí porque yo no quiero que me pase lo mismo por espera de un trasplante, y por eso pido que reactiven los trasplantes. Que por favor se haga algo, quiero una mejor calidad de vida», comentaba Niurka.

Por eso no me interesa saber nada de atletas chavistas que celebran y llaman amigo y presidente a quien hoy dirige esa estructura corrupta y criminal.

Hoy también recuerdo con tristeza a Oliver Sánchez quién también salió a exigir una salud digna por su vida con tan solo 8 años.

«Quiero curarme. Paz y salud» decía la pancarta que de manera valiente salió a exhibir Oliver junto a su abuela cuando decidieron salir a protestar por un derecho humano universal como lo es la salud.

Oliver murió en 2016.

Difícilmente conseguiremos a algunos de esos “atletas” de la revolución nombrar, honrar o recordar a ninguno de los fallecidos por el sistemático plan de exterminio ciudadano del gobierno chavista, ellos como muchos están pendiente de cambiar la medalla por una casa o por algún cargo político.

¿Cuánto cuesta una medalla?

La generación de oro ya lo ha demostrado.

 

Twitter: @andcolfa