En Brasil arden 4.550 km2, en Bolivia 5.000 km2. También en Paraguay y Perú las llamas están amenazando a los bosques. A pesar de las afirmaciones oficiales, siempre prestas en acusar a la naturaleza, no es la sequía la causa, ni mucho menos como perversamente declara Jair Bolsonaro, que serían las ONG y movimientos ecologistas los que estarían provocando estos incendios, solo con la intención de desprestigiar a su gobierno. Con argumentos de este tipo se intentan esconder las raíces del problema.
Desmontando el discurso desde el poder, los especialistas brasileños del Instituto de Investigación Medioambiental sobre la Amazonia indican que los incendios son provocados por la expansión de la frontera agrícola, de la actividad agropecuaria de los grandes hacendados, con los que Bolsonaro mantiene una estrecha alianza política. Recordemos que apenas asumiendo como presidente a comienzos de este año les pidió a los gobiernos de Alemania y principalmente Noruega, que soportan financieramente al Fondo Amazonía –creado para controlar la deforestación amazónica– incluir ayudas compensatorias a los hacendados por no deforestar. Los países europeos han decidido retirar su apoyo a un gobierno con posiciones claramente antiecológicas.
En el caso de Bolivia, los incendios también son provocados por la agricultura que se realiza en contra de la naturaleza. Desde 2015 hay una ley allá que autoriza el desmonte de hasta 20 hectáreas por productor agrícola y el pasado mes de julio el presidente Evo Morales firmó un decreto que incentiva la quema, para mejorar las condiciones de fertilidad del suelo. El empleo de esta técnica ha sido cuestionada por la agricultura ecológica; sin embargo, es justificada por un gobernante que ha hecho de la defensa de la Pacha Mama, un punto esencial de un discurso que aún causa muchas adhesiones internacionales, pero que en Bolivia ya pocos compran. La Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia, defensores fundamentales de los derechos de la naturaleza, le ha retirado completamente su apoyo al “hermano” Evo.
En Venezuela, los incendios, especialmente los ocurridos en Brasil, han causado una inusitada preocupación en la opinión pública, y espero que esta ayude a prestarle desde ahora más atención al grave problema de la deforestación que tenemos en el país. Hoy nuestro patrimonio boscoso, incluso el que debería estar protegido intergeneracionalmente en los Parques Nacionales está bajo la amenaza de la expansión minera, que junto a la agricultura, es considerada una de las principales causas de disminución de la cubierta boscosa en toda la América Latina. Preocupa particularmente el caso del Arco Minero del Orinoco y el resto de las áreas que han sido condenadas como mineras al sur del país, ya que la extracción minera se está realizando afectando la cubierta boscosa tipo amazónica, los ríos caudalosos, y los suelos, que serán difícil de recuperar una vez que la devastación tóxica extractivista haga sus estragos contra la naturaleza viva. Ojalá la sensibilización amazónica regional, nos permita a los venezolanos estar más activos contra las graves amenazas sobre nuestros bosques acá