En una semana donde fui asaltada por el entendimiento de diversas situaciones, que parecían cobrar vida propia aisladas del conjunto, se abrieron nuevas puertas de autoridad, para el alumbramiento con luces del camino, tatuando algunas frases en mi memoria. Atajé como polizonte la imagen de cómo las temporadas se alcanzan unas a otras como si se tratase de vientos que se juntan.
Pude ver con los ojos del espíritu cómo al acelerarse los tiempos ocurren torbellinos, que con gran furor parecen revolver todo a su paso y cimbrar lo más pesado, mientras elevan por los aires aquello que la tierra no atrae con tanta fuerza. Mientras lo material se reacomoda, las emociones se trabucan como las miradas en medio de multitudes, donde solo una conexión fuerte se reconoce entre múltiples esencias.
El alcance de un tiempo con otro parece uno de los mecanismos de recompensa donde salen a brillar aquellas siembras que se hicieron por años. Desde el silencio y la crucifixión propia que cada individuo vive en intimidad. Aquello que se vislumbra, sin duda, es abrazador, y empieza con una nueva magnitud de entendimiento para algunas cosas. Quizás sean de tal naturaleza que no deban ser compartidas o tan sublimes que resulta estruendoso acompañarlas con recuerdos, porque casi todos mostrarán una versión más instantánea de la historia que se deseó profundamente en algún momento.
Rechinar los dientes de ansiedad o revestirse de angustia no debe ser la mejor respuesta. Sin embargo, proponerse usar un borceguí apropiado y cabalgar sobre los vientos, dejándose guiar sólo por el ojo del huracán y la caracterización o sustancia que se manifiesta, es abrazar en silencio la línea de lo eterno. Todo esto resultará como «proponerse no ser exterminado» en medio de la circunstancia, esta última frase obsequio de una mujer de autoridad a quien admiro.
Para todo lo descrito se requiere aliento y propósito de vida, cosa que solo se halla en intimidad con un corazón sincero delante del Eterno, quien seguramente extenderá su cetro de autoridad, permitiendo que palpemos unos centímetros de la materia que compone su justicia.
Nuestra hermosa ciudad Mérida está arrojando cifras de suicidio como nunca antes, lo cual, además de ser una alarma social, debe verse como una gran alerta espiritual y emocional. Adultos y jóvenes se autoperciben sin esperanza y acallan voces internas y externas procurando su propio exterminio. Lamentablemente, mientras esto ocurre no parece discernirse una solución eficiente, uno tras otro caminan como lanzándose al vacío de su propia desesperación.
Tu vida es de valor incalculable, nadie hubo idéntico a ti antes y probablemente no lo haya después, por eso, recibe el amor del Padre, acepta como fundamento la idea de que se escribió un plan para ti, mucho antes que se entretejieran los filamentos de actina en tu cuerpo, y pide comprender ese propósito para vivir plenamente, aun cuando los tiempos se alcancen entre ellos para formar ciclones de metamorfosis.
@alelinssey20