Si lo dices en alta voz, escribes tu razonamiento lógico filosófico en redor a la destrucción de tu patria y [afligido] publicas tu pensamiento, te imputarán en circuitos judiciales y recibirás «medida sustitutiva de libertad»: con presentaciones mensuales ante la burocracia del circuito judicial, sometido a escarnio público. En países latinoamericanos bajo el yugo de neo-dictaduras [Venezuela, Nicaragua] hay una Confabulación Oficial-Socialista que tiene a sus mercenarias fuerzas armadas, la propaganda y el metalenguaje como si se tratasen de insumos de canasta básica: para infundir miedo, difamar adversarios, anunciar persecuciones en ciernes o ajusticiamientos extrajudiciales y criminar las expresiones tanto de ideas vindicativas como frases de índole más estrictamente de convocatorias políticas [de legítimos convites que, muchas veces, semejan a instigaciones].
Cuando se ve imposibilitado para atribuir delitos a opositores, el Bufo-Funcionariado de Gobierno Hegemónico acude al «metalenguaje». Intenta, con ese recurso lingüístico, legitimar sus rebuscadas inferencias sobre significantes, flanqueadas por opiniones de expertos presuntos de la Institucionalidad Académica. Porque eso que conocemos como «opinión pública» siempre ha tenido una nada despreciable importancia en las sociedades. Todos necesitamos saber respecto a causalidades. Por ello, los «exámenes forenses» son obligatorios en informes de crímenes. Se suceden en presencia de un cuerpo real y en descomposición, al cual le practican incisiones invasivas. Lo hace quien se instruyó para tal fin: un médico que está en condiciones de aseverar respecto al tiempo que tiene de fallecida la persona, las causas de su deceso y hasta las condiciones físicas que tuvo antes de morir. Empero, ¿puede un discurso [escrito u oral] someterse a experticias para criminarlo?
El «metalenguaje» sirve para discernir sobre las «lenguas». Alguien con cierta habilidad en el asunto podrá afirmar lo que le plazca, seguro que sí, pero siempre tendrá refutaciones porque el ámbito de la escritura y habla es, irremediablemente, abstracto, caprichoso. La «metátesis», por ejemplo, se produce cuando cambiamos los sonidos al pronunciar vocablos. Dependerá de la forma como entonamos las palabras que los hijos de perras reciban con regocijo que así los califiquemos.
Cuando tribunales de repúblicas emprenden juicios contra ciudadanos por «incitar a cometer delitos» mediante «mensajes subliminales» u «odio» [previa experticia circense solicitada a tales o cuales genios de la semántica] intentan inaugurar insólitas condenas y generar un bodrio por jurisprudencia sobre supuestos de quienes se ejercitan en «el arte del metalenguaje».
Sub es un prefijo y limen sustantivo. ¿Qué fidedignamente puede estar tras el pórtico del discurso [escrito u oral] de un individuo imputable por la Canalla Judicial? ¿Puede el Bufo-Funcionariado de Gobierno Hegemónico emprender un megarregistro de todo cuanto piensa, antes de inferir, cada habitante del país que tiraniza? Los comisarios de la pandemia dictatorial cívico-militar latinoamericana están listos para venir por cada uno de nosotros para enjuiciarnos: hace rato comenzaron acusar a destacados políticos, comunicadores sociales y caricaturistas. Pero, no dudo que igual estamos en lista de espera todos los no adherentes que mantenemos presencia pública en general mediante textos de crítica social o científicos-filosóficos [escritores, poetas, dramaturgos, artistas plásticos, actores, cineastas, docentes, et. ]
El día cuando los tribunales de la Canalla Judicial Venezolana sentencien la culpabilidad de un individuo por presunta y subliminalmente instigar a cometer delitos que, aparte, establezcan jurisprudencia sobre tan absurda materia, el nuestro no será un verdadero Estado sino la penitenciaría más grande del mundo.
@jurescritor