«II. … La conferencia fue convocada con objeto de clarificar ciertas cuestiones de principios. La demanda del Mariscal del Reich pidiendo que se realice un proyecto de plan relativo a los aspectos prácticos, económicos y organizacionales de la solución final de la cuestión judía europea requiere una deliberación previa y conjunta de todas las agencias centrales directamente involucradas en estas cuestiones, de manera de coordinar líneas de acción. Declaró que la responsabilidad del tratamiento de la solución final de la cuestión judía incumbirá, sin tomar en consideración las fronteras geográficas, al Reichsführer SS y jefe de la policía alemana (jefe de la Policía de Seguridad y del SD).
«III. Actualmente, con la previa autorización del Führer, la evacuación de los judíos hacia el Este reemplaza la emigración como posible solución adicional. Estas operaciones son opciones provisionales, pero ya se aplican las experiencias prácticas que tienen una importancia significativa para la próxima solución final de la cuestión judía. Esta solución final de la cuestión judía europea se tomarán en cuenta a los aproximadamente 11 millones de judíos distribuidos en los países siguientes…». (Protocolo de la Conferencia de Wannsee. Documento secreto del Reich, 20 de enero de 1942).
Los dos textos anteriores fueron transcritos de la minuta de la reunión que se dio hace exactamente 80 años un día como mañana, en una casa señorial que todavía existe a las orillas del lago Wannsee muy cerca de Berlín. En los tiempos del Tercer Reich y la Segunda Guerra Mundial la misma pertenecía a las SS (Schutzstaffel), organización que controlaba toda la estructura de seguridad interna tanto en Alemania como los territorios que iban ocupando (para noviembre de 2020 publicamos el primer artículo sobre el Orden Nazi donde comenzamos su análisis). El Protocolo usa un lenguaje poco preciso (la llamada neolengua que busca separar las palabras de su real significado), pero deja claro que los responsables del “tratamiento de la solución final” son, con “la previa autorización del Führer” y por orden del mariscal Herman Göering: el Reichsführer SS Herman Himmler y el jefe de la Policía de Seguridad y del SD, Reinhardt Heydrich. La decisión ya había sido tomada, la famosa conferencia solo lograría la coordinación, cooperación y consulta entre las principales autoridades de la administración del Reich para que esta se diera de la forma más racional y eficiente.
¡¿Eficiencia y racionalidad en el asesinato en masa?! Así es, una realidad que para cualquier ser humano cuya conciencia no ha sido corrompida por el odio, le hará sentir de inmediato un profundo horror e indignación. ¡¿Cómo fue posible?! ¿Puede volver a ocurrir? Son las preguntas que no nos podemos dejar de hacer y responder. De esta fuente primaria que se logró obtener en los archivos de la Cancillería alemana una vez finalizada la guerra (solo una de las 30 copias que se hicieron no fue destruida o perdida) y que fue incautada por el fiscal de Estados Unidos Robert Kempner (el de los Juicios de Nuremberg) y los testimonios de los asistentes que sobrevivieron, se pudo tener una idea de la frialdad burocrática con la que se habló del plan de exterminio de 11 millones de seres humanos (niños, mujeres, ancianos y hombres). La inmensa mayoría de las obras generales sobre la Segunda Guerra Mundial, muchos medios de comunicación cada vez que se da un nuevo aniversario y el cine le han dedicado gran atención a Wannsee. No hay documental sobre la Shoá que no lo nombre y afirme que desde su celebración el asesinato en masas de judíos y otros pueblos vistos como “inferiores” por los nazis, asumió su característica de ser industrial y sistemático.
La serie documental británica The World at War (Jeremy Isaacs, 1973-1974), así la describe en su “Episodio 20. Genocidio (1941-1945)”. La miniserie de historia-ficción para la TV que me hizo conocer el tema por primera vez en mi vida cuando era tan solo un niño de nueve años: Holocaust (1978), la representa en su segundo capítulo y se muestra como Heydrich dice parte de las siguientes palabras que son tomadas del documento:
«III. …Durante la solución final, se deberá conducir a los judíos al servicio de trabajo al Este. En grandes columnas de trabajo capaces de trabajar, para que construyan carreteras; no hay duda alguna de que se perderá a una gran proporción de ellos como consecuencia de una selección natural. Los que queden necesitarán un tratamiento adecuado, porque sin duda algunos representa la parte (físicamente) más resistente y con su liberación, se podrían transformar en el germen de una resurrección judía (pruebas de ello las da la historia). Durante la ejecución de la solución final, Europa será revisada a fondo, desde el Oeste hasta el Este. A causa del problema de alojamiento y de las demás necesidades socio políticas, se tratará en primer lugar la zona del Reich, incluyendo los protectorados de Bohemia y Moravia. Primeramente, los judíos evacuados serán trasladados en trenes hacia los denominados guetos de tránsito, con el fin de transportarlos luego al Este». (Protocolo de la Conferencia de Wannsee. Documento secreto del Reich, 20 de enero de 1942).
Parte de esta frase se le hace repetir al mismo personaje en cada una de las películas que se hicieron para la TV sobre el evento, aunque no sabemos si ocurrirá lo mismo con la que se estrenará esta semana en el canal alemán ZDF cuyo título es Die Wannseekonferenz (Matti Geschonneck, 2022). En 1984 se hizo el primer filme, también germano y con el mismo nombre, dedicado plenamente a la reunión pero dirigido por Heinz Schirk. En 1992 se hizo un documental británico-holandés dirigido por Willy Lindwer y titulado The Wannsee Conference; pero probablemente la más conocido fue la del canal HBO en cooperación con la BBC y en la que el “carnicero de Praga” es Kenneth Branagh y cuyo nombre fue Conspiracy (Frank Pierson, 2001). En esta última, que considero la mejor, se muestra un elegante y burgués Heydrich imponiéndose a todos los participantes por diversos medios, incluyendo la amenaza de sus “gorilas”; y a un servicial y vacío Adolf Eichmann (Stanley Tucci). Lo más importante: da a comprender que hasta el momento la tarea del exterminio era caótica debido a las rencillas entre los diversos cargos, y la reunión significaba el retomar la lógica del funcionamiento del aparato estatal: que todos asumieran hacer bien su trabajo sin importar el fin. Se abstraen de toda realidad y parecen no ver qué están hablando de matar ¿acaso este no es el peligro de nuestra ciencia y virtualidad actual? Uno de los participantes se da cuenta, se llena de asco y se levanta, pero vuelve finalmente para colaborar.
Un libro específico sobre la reunión que acaba de ser publicado es Wansee. The Road to the Final Solution (2022) del historiador alemán especialista en la materia, Peter Longerich, que se decanta por la tesis que también sigue Laurence Rees (2005, Auschwitz. Los nazis y la Solución Final). La aniquilación de los judíos europeos fue un proceso en el que se sumaron decisiones y acciones de múltiples autoridades hasta que la conferencia ordena todo esto y establece el fin y la metodología: no habrá diferencias entre los judíos por lo que todos serán eliminados usando cámaras de gases, después de aprovechar su fuerza de trabajo para los objetivos de guerra. Y es que en el Protocolo se da a entender que desde la llegada al poder los nazis han tenido una “lucha conducida hasta el presente contra este enemigo”.
El lunes 17 se supo la noticia de que una investigación había identificado a la persona que delató a la familia de Ana Frank y al resto de los ocupantes del ático donde se ocultaban. Para sorpresa o no, resultó ser un notario judío miembro del Consejo Judío que lo hizo para salvar a su propia familia. Una nueva prueba del horror totalitario que destruye la condición humana, volviendo a las personas números que deben ser “evacuados” o “monedas de cambio” para vivir un día más.