Los azarosos momentos que estamos viviendo en este 2024 nos traen recuerdos de la infancia, una época que parecía muy lejana, en la cual el centro de la vida era combatir la dictadura de un militar Marcos Pérez Jiménez.
Vuelven las imágenes de la represión cotidiana que vivíamos las familias cuyos padres eran reconocidos como “adecos” . Las visitas en la madrugada de los llamados “esbirros” miembros de la temible “Seguridad Nacional” paradójicamente bautizada así para ejercer el oficio represivo que implacablemente ejecutaban sus agentes. Penetraban en las casas de las familias adecas en las madrugadas, arrinconaban a las familias, mujeres y niños en una habitación y comenzaban la feroz tarea de destruir objetos, romper colchones, destruir cualquier objeto que pareciera sospechoso. Esas eran las visitas de la Seguridad Nacional en las madrugadas, otras sucedían cuando en compañía de mi hermana menor Migdalia regresábamos a casa después de la jornada escolar, los vecinos que nos apreciaban nos tomaban de la mano, “vengan quédense en nuestras casas que en la de ustedes están los esbirros de la Seguridad Nacional. La casa está tomada, a su padre lo tienen esposado contra la pared, seguramente se lo llevarán para mandarlo a Guasina”.
Recuerdo las imágenes de lo que significaba ser enviado a Guasina, una especie de infierno en el trópico: -Situada en pleno Delta del Orinoco, en el corazón de la selva venezolana, bañada por los cayos de Boca Grande, al norte, y Sacupana del Remanso, al sur, la isla de Guasina es quizás, uno de los lugares de la Tierra más hostiles a la vida humana. Ubicada a muy pocos metros de altura sobre el nivel normal del Orinoco, su territorio, desprovisto en lo absoluto de las necesarias defensas, es casi completamente inundado por las aguas desbordadas del río cada vez que este crece, las cuales, al volver a su cauce, lo hacen dejando toda el área convertida en una gigantesca ciénaga, en un inmenso criadero de larvas. El clima es canicular, oscilando de continuo entre los 38 y 40 grados centígrados a la sombra. Las vías de comunicación casi no existen, pues el único medio de contacto con el exterior lo constituyen las contadas barcazas que muy de vez en cuando suelen recalar en sus costas. Las endemias, epidemias y enfermedades en general, son en ese lugar un azote permanente para el hombre.” A mi padre nunca lo llevaron a Guasina por el hecho de que era invalido, casi no podía caminar.
Otro recuerdo viene a mi memoria, cuando a mi madre le avisaban que iban a enviar un contingente de presos a Guasina, nos íbamos toda la familia a la cercanía del cuartel San Carlos, a ver si a nuestro padre lo montaban en el fatídico bus. En una ocasión embarcan a mi padre en el viaje a Guasina, nosotros, todos compungidos lo veíamos partir, no era seguro que pudiera regresar, cuando de repente vimos detenerse abruptamente el bus, salir uno de los guardias y ordenar a los soldados en la puerta del cuartel “hagan el favor de bajar del bus a este inválido, sólo será una carga para mí, ¿tendré que cargarlo? Allí vimos cómo bajaban a mi padre del bus que iba a Guasina, rumbo a la muerte.
En mi caso particular me tocó ejercer muchas funciones junto a mi padre, una de las principales era la de repartir alimentos en las casas de los “compañeros “ que permanecían en prisión,” Acompáñame” me decía mi padre, vamos de compras, luego repartimos las bolsas de alimentos en las casas de las familias de los presos que en su mayoría permanecían en una deplorable situación de miseria. Siempre recuerdo que toda la operación era casi en silencio. Mi padre tocaba la puerta y aparecía una mujer con enorme cara de tristeza, le entregábamos la bolsa y sin decir palabras partíamos en el viejo oldsmobile negro de mi padre. Esta era una tarea sagrada, velar por las familias de los “compañeros presos “ que permanecían en la mayor indigencia.
Mi trabajo principal, aun con los pocos años que tenía, era fungir de secretaria de la célula del partido a la cual pertenecía mi padre. Él llegaba de la calle y me entregaba unas hojas arrugadas que guardaba en sus bolsillos y me decía algo que no llegaba a comprender “Son datos para El Libro negro” me hacía señas que debía guardar silencio y dedicarme a teclear. “Busca la máquina de escribir y copia las instrucciones que están en el papel, tenemos luego que repartirlas entre los compañeros” del núcleo. Uno de los recuerdos que siempre me acompañan fue una tarde en que me encontraba copiando en la maquinita de escribir los mensajes para los compañeros, cuando alguien nos avisa que un auto de la Seguridad Nacional parecía dirigirse a nuestra casa. En ese instante recordé que en una de las paredes del cuarto que utilizaba para ”mi trabajo político” había un hueco en la pared que permanencia oculto por un viejo escaparate. En ese momento pensé, la única manera de salvar todos los papeles que copiaba era arrimar el pesado escaparate y guardar los papeles delatores en el hueco de la pared. “Tenía que salvar los documentos que irían al Libro Negro” Así lo hice, con gran esfuerzo pude arrimar el pesado escaparate e introducir Los documentos secretos en el hueco de la pared, luego volver a arrimar el escaparate a su posición habitual.Cumplida esta difícil tarea -a mis 11 años- sentimos la entrada de los esbirros en nuestra casa y el comienzo de la búsqueda de pruebas, papeles para reforzar las acusaciones contra los compañeros que estaban mencionados en papeles o denunciados. Temblando de terror pensé que lo mejor era acompañar a los esbirros en su búsqueda, ver que hacían, a pesar de que en muchas ocasiones me amenazaban “Qué te pasa mocosa, que estás viendo, los espías somos nosotros no tú” Cuando llegaron al cuarto donde estaba el escaparate protector intenté dármelas de graciosa para distraer a los policías, Esto por supuesto no funcionaba pero al menos los desconcentraba. Llegaron frente al escaparate, lo abrieron, tiraron el contenido al suelo y lo registraron, hasta que en un momento oí al jefe de la misión exclamar, en este cuarto no hay nada, espanten a esa muchacha fastidiosa y sigamos”
Al final de la requisa se llevan a mi padre a la cárcel y lo encierran por un tiempo indeterminado.
Quizás una de las lecciones que se grabaron de ese tiempo, realmente tormentoso para los que aspiraban vivir en libertad, era la profunda sensación de inseguridad, el temor de oír el “Tun Tun” en la madrugada que anunciaba la penetración en nuestra humilde casa de la misión de los esbirros que venía a saquear y destruir.
Hoy sabemos que el Tun Tun se repite, algunas personas han relatado como operan, tocan la puerta, penetran en las casas, buscan a los indiciados generalmente personas que sirvieron de testigos en las mesas electorales y vieron lo que allí ocurrió. A estas personas las detienen, les arrebatan los teléfonos celulares y se los llevan sin explicación a las prisiones que tienen repletas de gente inocente. Es como volver en el tiempo a la dictadura de Pérez Jiménez.
Estamos en el año 2024 y la historia se repite con mayor virulencia que en la época de Pérez Jiménez, pero esta vez con otra fachada. No hay nada oculto, la información no está en un hueco detrás de un escaparate, todos saben y conocen los resultados. El pueblo venezolano en una operación civil magnifica acudió a votar y eligió. Expreso su rechazo a un gobierno que lo había empobrecido, hundido en la miseria y que solo ofrecía comida barata como precio de su conciencia.
Mover estos recuerdos del pasado nos plantea un desafío, una gran pregunta “Hasta cuando veremos repetir estos hechos denigrantes en nuestra historia de vida”. Hay otras sociedades que han logrado superar la barbarie que significa querer imponer, contra la realidad situaciones de opresión, robar la libertad a la gente que no tiene armas para defenderse, mas allá de su conciencia. No veo que esos episodios ocurran y se repitan en países como Noruega, Finlandia, Suecia, allí tratar de imponer un gobierno contra las evidencias que arroje la conciencia ciudadana es prácticamente imposible.
La conclusión que he podido llegar es que tendríamos que esforzarnos en ser mejores personas, los “esbirros, los jueces que traicionan su misión, los jóvenes que medran en colectivos violentos, los políticos que usan los cargos para robar a la sociedad, los soldados que no tienen conciencia de que su deber es defender a los ciudadanos, cuidarlos, no someterlos. Los jueces que practican la injusticia cuando mienten” todos estos seres que forman parte de nuestra sociedad de hoy, tienen o deben tener la oportunidad de convertirse en verdaderos seres humanos, pueden, tienen la potestad de cambiarse a sí mismos, pueden aprender a ser, seres humanos.
Si en alguna parte de la humanidad la gente vive en paz, se respetan, la gente es responsable por sus acciones, quienes gobiernan serían incapaces de engañar, de mentir descaradamente, por qué no podemos también nosotros llegar a ese nivel. Hemos demostrado que somos capaces de luchar por la libertad, que tenemos conciencia de lo que es inaceptable, entonces no queda mas que apoyar a quienes hoy nos conducen a hacia la libertad, con valor y sin darse por vencidos, sin importar cuán grande es el desafío.
El reto es poder olvidar a Pérez Jiménez y a todo aquel que pretenda esclavizarnos, hacer perder conciencia que somos responsables por nuestras vidas, hoy la oposición tiene una dirigencia de lujo, María Corina y Edmundo dos personas que representan lo mejor de occidente y de la libertad como aspiración humana.