Uno percibe la crisis general del país, y en particular su crisis institucional, cuando una de sus voces autorizadas se dirige al país y no bien abre la boca e inmediatamente los que recibimos el mensaje tenemos tanta desconfianza en lo que se dice y tan poco reconocimiento de quien lo dice que nadie está dispuesto a creer lo que se está diciendo.
Todos, casi todos los oyentes, desconocemos su legitimidad como locutor autorizado aun cuando el que habla haga esfuerzos supremos para autodefinirse como un locutor autorizado para decir lo que hay que decir y lo que no hay que decir.
Nos pasa a diario, bien sea que hable Nicolás Maduro señalando ataques de Iván Duque contra el sistema eléctrico nacional o para decirnos que en el país no se encuentran alojados los grupos irregulares colombianos.
Nos ha pasado esta semana cuando Tarek William Saab, fiscal general del régimen, en una larga intervención televisiva le informa al país el asesinato de Carlos Lanz, desaparecido desde 2020.
Creo que muy pocos que escucharon el largo, escabroso y detallado relato del asesinato de Lanz no pensaron que algo oscuro estaba detrás de tan siniestro hecho.
Las suspicacias se alimentan porque en general el régimen suele usar el mismo formato: un video, donde hay alguien que testimonia su participación en el hecho y delata a quienes lo acompañaron en la realización del evento denunciado, luego el fiscal hace sus apreciaciones. En este caso describió con detalles macabros el asesinato y la guinda fue “y para desaparecer el cuerpo, este fue desmembrado y se lo dieron a comer a los cochinos que estaban siendo criados en la finca”.
El fiscal no tardó en afirmar sin que se tuviese un cuerpo, un análisis forense, un arma homicida, la manera como fue asesinado y, de paso, dio cuenta de la detención de los inculpados en el hecho y presentó como el elemento central para la solución de la misteriosa desaparición de Lanz y su muerte la declaración de la doméstica de Lanz.
Nadie sabe en qué momento fue entrevistada la señora, puesto que Lanz tenía desaparecido 2 años y como sabemos los que solemos leer las noticias de sucesos que son aquellos que nos dicen y hablan de la verdadera condición humana, la policía lo primero que investiga es el entorno familiar.
Al final, fue señalada su esposa, quien durante mucho tiempo se autodefinía como “revolucionaria y patriota” feminista, ecologista y humanista. De Mayi Cumare, así se llama la esposa de Lanz, el fiscal ha dicho que le pegaba los cuernos a este por lo menos con dos tipos.
Pero, por supuesto, la actividad extramarital de la señora Cumare no fue la causa del asesinato de Carlos Lanz.
La muerte de Lanz, según el fiscal, está asociada a su tenaz lucha contra la corrupción. Lanz, según el fiscal, había decidido denunciar a su mujer, con quien había vivido 30 años, por actos de corrupción en la institución en la que ella fungía de gerente regional del INCES de Aragua, que según cuentan bien destartalado está.
Todos los que hemos escuchado a Saab relatando el asesinato de Lanz tenemos cara de interrogación. Y es que como en otros casos, también en este, en el país se han roto las condiciones de aceptabilidad. Porque para que un cuento como los que suele contarnos el régimen sea aceptado como creíble se hace necesario una relación de autoridad–creencia, es decir que hayan receptores dispuestos a recibir como verdad lo que se cuenta y esto hace bastante tiempo que el gobierno lo ha extraviado.
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