Casi no deben quedar venezolanos que no hayan tenido que hacer colas por horas para surtirse este derivado del petróleo que desde hace años era referencia como casi un beneficio a los habitantes de uno de los países petroleros más importantes del mundo.
Hasta hace nada se pensaba que el déficit de combustible sería un detonante social, quizás por asociar cualquier cambio de statu quo referente a este tema con algunos movimientos ciudadanos que fueron hitos en gobiernos anteriores. Pero esta esperanza se arrimó a la montaña de hipótesis creadas.
De forma instantánea las personas conciben la gasolina como altamente inflamable. Es decir, la imagen es un envase desbordando de gasolina que al aproximarle un fósforo, explota en una llamarada enorme e incontrolable. La escena es propia del cine hollywoodense donde el villano da una última aspirada a su cigarro para lanzarlo, en cámara lenta, a una línea de gasolina que termina encendiéndose casi en coreografía para terminar en una brillante explosión que desenlaza en la muerte de alguien o en una especie de advertencia amenazadora. Por favor, no se me malinterprete con la mención al cine americano, mi intención no es menospreciarlo y mucho menos hablar sobre Norteamérica como ese ente capitalista satanizado, mantengamos la metáfora en eso, una metáfora.
Es interesante enterarse, al investigar sobre la gasolina, que existe poca probabilidad de que esto suceda. Es decir, la gasolina en su carácter de combustible no explota, sino arde. La causa de esto está en su alta volatilidad. Es más probable que un envase con poca gasolina explote por los gases acumulados que por la gasolina ardiendo dentro de él.
Armemos las piezas de esta reflexión que traigo para usted. Es curioso que se pensara que la escasez de gasolina produjese un estallido social, pues ni ella misma explota. Lo que sí es cierto, volviendo a mi faceta optimista, es que hay una cantidad importante de gases que están acumulándose y mezclándose. Gases que son producto de una sociedad desgastada, del agotamiento de ilusiones y promesas, de necesidades. Dato perturbador que ya muchos no creen siquiera en la existencia de este descontento, pero debemos darnos cuenta de que tampoco a los gases los vemos, pero existen, se acumulan y son peligrosos.
La verdadera gasolina, esa que se creía produciría un show con fuegos artificiales, está dentro de cada uno de nosotros. En este momento, mientras escribo esto, me encuentro en la cola de la gasolina. Madrugué como hace mucho tiempo no hacía, preparé una pequeña lonchera, cargué un bolso con un libro, mi laptop y un dispositivo de acceso a internet. Durante las horas que llevo, surgió este artículo; generé cosas para trabajar y hasta leí algunos textos de un máster que estoy realizando de forma online en España.
Aquellos que ya conocen mi estilo, saben que me vivo debatiendo entre las dos caras de las cosas, no es por guabineo, es por mi condición de coach que me lleva a evaluar las cosas varias veces, pasearme por las visiones de diferentes ángulos. Además, es mi arma de resiliencia. Es de esa forma como realmente se pueden generar opiniones justificadas, validándolas contra su extremo contrario. Abre el camino del pensamiento limpio de emociones (o al menos con ellas identificadas). Además, es una vía de crecimiento en apertura mental.
Por esta razón, luego de ser yo mismo uno de esos ciudadanos esperanzados en la gasolina como determinante de un nuevo hito de exigencia ciudadana, sin entender por qué no había un fósforo que activara la explosión; pude ver otras aristas. La primera es que no hacen falta fósforos en algunas explosiones, sino gases peligrosos, y estos dependen de cada uno de nosotros. En segundo lugar, ¿no es hacer colas de gasolina, supermercado, etc… una forma de resistencia? ¿Estamos ganando al intento de apagarnos a través de la fuerte resistencia?
Lo cierto es que aún no me queda claro, pero mientras llega la verdadera gasolina para un país desesperado por acelerar sus máquinas, la resistencia y aguante va generando gases invisibles a los ojos pero próximamente invencibles para otros. Me quedo en la reflexión, la comparto y continúo, continuamos.
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