Hay una manera retórica de referirse a España: “la madre patria”. Pero a veces eso encaja en la realidad y se dice sin hipocresía. Especialmente, cuando entraña algún sacrificio y se ha pagado cierto precio. El gobierno socialista de España, contrariando a sus minoritarios socios en la coalición con Podemos, los comunistas, les ha ofrecido la ciudadanía a 222 opositores nicaragüenses. Los camaradas están que trinan.
Eso está muy bien. La oferta la ha hecho José Manuel Albares, canciller español. Son 222 pasaportes de la Unión Europea. Si la satrapía formada por Ortega y Murillo, presidente y vice, además de esposos, pensaban dejar sin nacionalidad a los que osaban hacer política en Nicaragua, estaban minuciosamente equivocados. El pasaporte español les abre la puerta de 27 naciones. Además, pueden volar a muchos sitios sin recurrir a la visa previa.
Los venezolanos están asentados en el barrio de Salamanca en Madrid, un sitio que no conoce las crisis a juzgar por el alto precio del metro cuadrado. Hay, más o menos, 400.000 que se han asentado en el Reino de España. Hay cientos de emprendedores que se benefician de las franquicias o que las crean. Otros millares trabajan de dependientes en las tiendas que les sirven a los venezolanos. Si el aluvión de dominicanos, ecuatorianos y peruanos que llegaron antes -hay millón y medio de hispanoamericanos radicados en España- se caracterizaban por la pobreza, salvo excepciones, estos venezolanos, los ricos y los pobres, tienen en común las destrezas y la modernidad. Los cubanos, otra fuente sustancial de emigrantes, siempre vieron el destino español como un paso para su integración en Estados Unidos, a lo cual siempre han resultado funcionales las facilidades que les han dado a los cubanos.
España está enmendando numerosos errores. Les han ofrecido pasaportes a los descendientes de los sefardíes (no así los ingleses que expulsaron a los judíos en 1209, o los franceses en 1306). En fecha tan significativa como en 1492 resultaron expulsados de Castilla y Aragón, los reinos en que habían vivido cientos de años. Un siglo antes, en 1391, ocurrieron los pogromos populares en los que mataron a numerosos judíos y quemaron sus juderías.
Fue el caso del clásico balazo en el propio pie. Súbitamente, se secaron las inversiones y desapareció, casi en su totalidad, los consejos a los reyes de Castilla y Aragón por una comunidad tan distinguida. Se discute cuántos judíos resultaron afectados por los decretos de expulsión (fueron dos los edictos), pero de marzo 31 al 31 de julio de 1492 fueron expulsadas, aparentemente, unas 100.000 personas que debieron vender en ese lapso sus propiedades con grandes descuentos. Los reyes católicos, mientras enseñaban el español al Nuevo Mundo, un magnífico regalo que unificó varios cientos de lenguas y dialectos precolombinos y, sin advertirlo, creaban con la expulsión de los sefardíes una red comercial muy especial en el oriente del Mediterráneo.
La verdad, es que durante el franquismo se tomaron muy a pecho los estudiantes cubanos exiliados que vinieron a España a terminar sus carreras interrumpidas por el comunismo. Pero Franco murió a fines de 1975 y los cubanos exiliados tuvieron los mismos temores de los españoles: que se desataran todas las pasiones reprimidas desde 1939. No en balde, Cuba había estado vinculada fuertemente a España hasta 1898: la última de las colonias americanas que se logró emancipar. Sin embargo, lo que sucedió fue ejemplar e inesperado: una sorprendente transición pacífica a la democracia y a las libertades. Ciertos cubanos, dentro y fuera de la isla, tomamos nota. Era totalmente posible romper con el comunismo sin que nos estallara en las manos el experimento. En todo caso, habría que esperar hasta que el comunismo implosionara, algo que ocurrió de 1989 a 1991.
Tras la noticia de que el Caudillo había muerto, los sucesos comenzaron a acumularse. En 1976 Adolfo Suárez ya era jefe de Gobierno, y la oposición cubana dependía, dentro de la isla, del diplomático español Jorge Orueta, y fuera, de Carlos Robles Piquer y de su cuñado Manuel Fraga Iribarne y de su buena disposición a presentar un cuento –El radarista– del comandante Eloy Gutiérrez Menoyo, hispano-cubano, socialdemócrata, y uno de los más importantes líderes de la revolución. Eloy tuvo que esperar en la más dura de las cárceles, en la que fue severamente torturado, hasta que gobernara Felipe González para ser liberado.
Felipe González, quien le franqueó la Moncloa a la oposición al castrismo y, al mismo tiempo, llamó al presidente mexicano Salinas de Gortari y le pidió que escuchara a la oposición -lo que Fidel no le perdonó jamás- fue sustituido por José María Aznar tras unas elecciones ejemplares. Uno de los primeros logros diplomáticos de Aznar fue lograr una posición diplomática común en el tema cubano dentro de la Unión Europea. La propuesta de la “Posición Común” fue escrita, esencialmente, por Miguel Ángel Cortés Martín en 1996, diputado y senador por Valladolid dentro del Partido Popular.
Los dos mandatos de Aznar se caracterizaron por una política muy clara en contra de Fidel Castro y Hugo Chávez. Lo que no impidió que Fidel lo llamara por teléfono para rogarle que Aznar intercediera por la vida de Chávez durante el golpe de abril de 2002, cosa que hizo el jefe del Gobierno de España. Lo que no resultó objeto de cambio alguno fue la Posición Común que se mantuvo inalterable. Guillermo Gortazar, historiador y diputado de Alianza Popular, al frente de la Fundación Hispano-Cubana, y la colección de Revistas Hispano-Cubana, admirablemente “curadas” por Grace Piney Roche, dan buena cuenta de ello.
La Posición Común sostenida por las 15 naciones que entonces formaban parte de la UE (hoy son 27). Se mantuvo hasta que no fue posible sostenerla dentro del gobierno socialista de J. L. Rodríguez Zapatero. En junio de 2008, transcurridos apenas 3 meses de las elecciones que le habían otorgado un segundo mandato, España cambió su voto. Aunque no pudo evitar el desprecio de La Habana por su insistencia en la salida de la cárcel del disidente Raúl Rivero (2005) y de su esposa Blanca, una señora legendaria por haber participado, domingo tras domingo, con las “Damas de Blanco”. Acusaciones de las que se defendía Rodríguez Zapatero alegando que no le había concedido la ciudadanía a Rivero.
Eso fue antes, en la época de Zapatero. Ahora le toca el turno a los nicas y a Sánchez. A 222 personas les han concedido la ciudadanía de un plumazo. Eso es lo que hace una madre. Consuela y alienta a sus hijos a que no desmayen.