El pasado lunes, a las 7:00 de la mañana, se produjo una explosión en el gasoducto Muscar en el estado Monagas, en el oriente del país. La explosión causó un incendio de grandes proporciones que requirió la participación de bomberos, junto con Protección Civil y la Guardia Nacional, para sofocar las llamas. Cinco personas resultaron heridas. Sucedieron también cortes de suministro eléctrico que se extendieron hasta la isla de Margarita. En fin, es el país de Nicolás Maduro, cualquier desastre puede ocurrir en cualquier momento.
Petróleos de Venezuela (Pdvsa, por si a alguien se le olvidaron sus siglas) emitió un comunicado como si se tratara de una empresa seria. Lo fue, pero ciertamente no puede serlo si cinco de sus ocho presidentes fueron a parar a la cárcel. El último, Pedro Tellechea, militar, político e ingeniero mecánico, fue apresado porque le entregó el cerebro de Pdvsa a intereses yanquis. Se desconoce del paradero de Tellechea y del famoso cerebro.
En el comunicado oficial de la empresa petrolera estatal se usan términos como “equipo multidisciplinario”, “labores pertinentes”, “maniobras apegadas a los protocolos”, “resguardar la integridad del personal”, “garantía de atención médica especializada”. Para carecer de cerebro, tienen a alguien que arma un discurso vacuo que obliga a hacerse preguntas: ¿qué “labores pertinentes” hicieron antes de la explosión para evitarla? A lo mejor, o peor, estaban convocados al estudio de grabación de Con el mazo dando o Con Maduro +, programas conducidos por los dos locutores insignes del régimen: Nicolás Cabello y Diosdado Maduro, o al revés.
El remate de la obra informativa de Pdvsa es digno de atención, dice así: “El equipo técnico ejecuta acciones para el control total (todo siempre es total, de totalitarismo) de la eventualidad, al tiempo que determina las extrañas circunstancias del incidente que lo perfilan como un ataque a nuestra industria”.
Eventual, dice la RAE, es que puede suceder o no, o que está sujeto a cualquier contingencia. En Venezuela todo desastre que puede suceder, sucederá. No es una eventualidad. Si no es una eventualidad, sino que es el pan de cada día, o la explosión de cada día, no hay “extrañas circunstancias”, y, por tanto, si no es eventual ni tampoco extraño no hay ningún ataque que perfilar, salvo el que comete la probada incapacidad del funcionariado mayor del régimen.
Hay que seguir, sin embargo, las consecuencias de esto. De una explosión se puede pasar a descubrir una nueva conspiración que la Fiscalía atenderá con la diligencia que le caracteriza en estos casos. En 25 años de desgobiernos, y contando, los señores que mandan han dejado sin luz y sin agua al país. También sin votos válidos, claro. Siempre es un peligro que diga el régimen que va a determinar algo: vendrá más oscuridad y más sed de justicia.