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Cuando el éxito y la virtud apestan, reflexiones de Ayn Rand 

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“El orgullo debe ser ganado; es la recompensa al esfuerzo y al logro”

Ayn Rand

La brillante filósofa de origen ruso definió a estos momentos como la era de la envidia, los ataques a la habilidad generan esa atmósfera de odio a la virtud, o era de los vahos de la envidia. Es la cosa más inmoral de la tierra, atacar a los hombres no por sus defectos sino por sus virtudes y por sus talentos, hacerse virtuoso y construir el bien en cualquier área del desempeño humano es susceptible de ser atacado, las personas te atacarán por trabajar duro, por tu ambición de ser mejor, por tus talentos y habilidades, por consistencia; para esta filósofa, el peor defecto de estos tiempos es atacar al individuo por su virtud, es una antinomia propia de estos brutales años.

La intención es hacer sentir al individuo culpable por sus virtudes y talentos, ya que despiertan rabia la “ate” de los griegos, esto  produce que el conocimiento y la virtud sean motivo de vergüenza, odiar a lo bueno por ser bueno, experimentar y sentir odio y repudio a lo bueno por ser bueno, eso es atacar las virtudes y los logros, atacar al individuo por cualquier cosa que se tenga y que presuponga virtud, el odio no se produce por ser malvados, o por sus defectos, estos ataques los llevan a cabo todos; las personas que practican estas conductas del odio hacia la virtud, son realmente fracasadas, mentirosas inconsistentes y tramposos, además para quienes predican esta conducta todo éxito ajeno debe ser destruido, opacado, mancillado y destruido.

Esta prédica incoherente puede mimetizarse con un discurso que promueva las virtudes, el Areté, los hábitos modeladores del carácter; justamente este discurso, incoherente con sus modos les hace odiar a todo lo bueno, lo bien hecho, al trabajo constante,  aquellos quienes odian son los operarios de la era de la envidia, por ello han de atacar toda virtud, intentando monopolizarla o sencillamente mintiendo en sus posturas, son simuladores del cultivo de la virtud, cuando en realidad la desprecian por razones fundamentadas en sus propias frustraciones.

Al ser mudo su odio y provenir de una fuente incorpórea, se potabiliza o se normaliza cualquier ataque hacia la virtud, resulta repugnante ser exitosos, tener conocimiento y éxito  personal, son estas conductas del odio hacia lo bueno, por ser sencillamente bueno, las bases que sustentan al madurismo en el poder, su radio de influencia se ve evidenciado en este odio hacia lo bueno, a las virtudes; se puede vivir con la boca llena de odas a la virtud y comportarse como el más vil de los sujetos, despreciar y odiar aquello que no se puede obtener, que no se puede cambiar, odiar al talento es una de las características de este régimen avieso y farsante, quien envidia, resiente, odia y recrea una estética de la desesperanza, en el charco moral del rumor que destruye reputaciones, subyace el germen del chavismo, es menester sacarnos a Chávez de las almas, del logo y de la Gnosis para progresar hacia la eudaimonía del Areté, instalarse en el culmen de las virtudes, asumir el reto de ser mejores, pero del cerco de los dientes hacia adentro, esterilizando el alma de cualquier vestigio de envidia.

El peor crimen filosófico es odiar a la virtud, atacar al otro por sus talentos y envilecerlo exprofesamente a causa de la envidia, es justamente la conducta de la gansterilidad aviesa, que promueve la pobreza progresiva del lenguaje y del alma, este connatural repudio a la virtud se da entre tramposos, mentirosos, simuladores, envidiosos y mentes insanas, espíritus vacuos, lenguas limitadas.

Finalmente, conviene aclarar que el desprecio a la virtud no es una conducta propia de gente indocta, esta tara se puede desarrollar entre personas con formación académica, cuya maldad connatural, asociada a la envidia les impide progresar y valorar la virtud del otro; por otra parte, existen los precontractuales, en quienes fracasó la educación como elemento integrador y transformación social, estos últimos no solo odian lo bueno, sino que se recrean en la maldad y el conflicto, tales conductas parafraseando a la filósofa Ayn Rand, constituyen la era de la envidia, el odio el talento y el imperio de los incapaces.

Es la filosofía la que fija las metas de los hombres y determina el curso a seguir; solo ella puede salvarlos.

Ayn Rand

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