En estos momentos el país se sostiene con dos modelos económicos cuyo comportamiento se estima clave en la caracterización del perfil de desarrollo que se aspira para el verdadero bienestar.
1. El que mantiene en manos del Estado toda la explotación de nuestras riquezas naturales (petróleo, oro, hierro, aluminio, cemento, carbón, sílice, petroquímica, coltán, etc.); que concentra más del 80% de la actividad productiva nacional en manos públicas. Adicionalmente, tenemos otras cientos de empresas del Estado que van desde: eléctricas, agrícolas, agroindustriales, almacenamiento de alimentos, pesca, telefónicas, medios de comunicación, financieras, transportes aéreos y terrestres, etc., lo cual le permite al Estado ser el propietario de casi 90% del valor total del patrimonio empresarial nacional.
2. El sector privado está limitado en la explotación de nuestros recursos naturales, teniendo mayor presencia en la comercialización de los productos importados y nacionales (las importaciones superan 50% del consumo nacional, lo cual incluye materia prima, productos semiprocesados y empacados), en la producción agrícola y ganadera a pesar de los cientos de fincas que fueron tomadas de los privados (más de 6 millones de hectáreas) para la realización de programas de producción públicos cuyos resultados no cubrieron las expectativas anunciadas, actualmente las empresas privadas alcanzan casi 90% de la producción nacional de alimentos.
Del conglomerado empresarial público muy pocas de sus empresas son rentables, teniendo que sostener sus pérdidas operativas con aportes significativos del tesoro nacional o vía financiamiento del Banco Central. En los últimos 13 años se estima que se han destinado más de 150.000 millones de dólares de recursos públicos para cubrir sus necesidades financieras o programas de inversiones.
A pesar de la complejidad económica que ha afectado a buena parte de las empresas del país, el sector privado se sostiene con la presencia de más de 300.000 empresas formales activas que generan más de 3,5 millones de empleos directos e indirectos. Ellas aportan 85% de los impuestos nacionales y municipales, no recibiendo ningún tipo de subsidio o asistencia financiera de recursos públicos.
Es necesario destacar los niveles de aprobación ciudadana donde la empresa privada tiene 70% de respaldo público y la propiedad privada casi 90%. Los salarios que pagan las empresas privadas son los más altos del país, así como los beneficios sociales.