En una entrevista a Carlos Cruz-Diez realizada por el crítico Jérôme Sans (Dans la couleur, 2019), éste le pide que describa su trabajo, a lo que el artista respondió: “Exploro el color no solo como una situación estética determinada, lo exploro como una situación espaciotemporal o un proceso, algo que se modificará con mi recorrido, con mis movimientos y con manipulaciones sucesivas. Esta eficacia que emerge del discurso formal origina una nueva estética, una nueva concepción de la belleza. Es así́ como siempre dirijo mi trabajo hacia una comprensión no tradicional del color. En mi obra el color se convierte en una acción”. De esta última frase, Adolfo Cayón tomó el título para la exposición. Cruz-Diez. El color como acción, que inauguró el 12 de junio en la Galería Cayón en Mahon, Menorca, Islas Baleares, España, abierta al público hasta el 27 agosto 2021.
Con la idea de asimilar el concepto de esta singular exposición, me remito a las reflexiones de Ellen Meloy (1946–2004), estudiosa de la antropología de los colores, cuyos pensamientos son de gran significación sobre el fenómeno cromático y su influencia sobre las personas. En uno de sus libros, Anthropology of Turquoise (Random House, 2003), la autora afirma: “Los colores no se pueden poseer, son las revelaciones íntimas de un campo energético. Son ondas de luz con longitudes matemáticamente precisas, y son misterios profundos y resonantes con subjetividad ilimitada. Los colores llevan las metáforas de culturas enteras. Transmiten todas las sensaciones, desde la lujuria hasta la angustia. Los seres humanos absorben colores como antídotos para la monotonía emocional. Nuestras vidas, cuando prestamos atención a la luz, nos obligan a sentir empatía por el color”. Pienso que Cruz-Diez. El color como acción, es una exposición fuera de norma, no solo por la importancia del artista y las obras allí presentadas, sino también por la magia de los espacios donde se exhiben. Para resumir la sensación que me inspira esta muestra, tomo prestada una frase de Meloy: “Para abarcar los colores, hay más sensaciones que palabras para ellos. Nuestros ojos están muy por delante de nuestras lenguas”. (Ibid)
En 2018, Adolfo Cayón abrió este nuevo espacio en Carrer de Sant Roc 24 07701, en el antiguo Palacio del Barón de las Arenas, que en 1917 se convirtió en la sede de los populares Cines Victoria – bautizados con el nombre de la reina Victoria Eugenia de Batenberg, esposa de Alfonso XIII, al haber sido construido dicho espacio al comenzar su reinado. Para esta exposición tuvo la genial idea de colocar en la fachada del inmueble las Inductions Chromatiques à Double Fréquence, de 6 metros de altura, creadas por el artista en 2016 para la galería Cayón de Madrid. En el interior de la galería el visitante accede a la espaciosa nave central, de 500 m2 y 12 metros de altura, donde sus muros desvelan la historia de este soberbio edificio, allí se implantó un Labyrinthe de Transchromie (1965/2017). Se trata de una obra interactiva, que permite al observador intervenir y percibir las variaciones cromáticas que provocan variadas combinaciones de colores sustractivos que se originan a partir de la superposición de paneles de vidrios transparentes de colores que se modifican por el desplazamiento de la persona, por la intensidad de la luz y los colores del ambiente. “En esta obra los espectadores adquieren una doble función, la de ‘actores’ y ‘autores’ de un acontecimiento cromático en un tiempo y espacio reales”, expresaba el artista. Las personas al desplazarse permiten que surjan nuevas gamas de color, otorgándole al espacio y al tiempo funciones inéditas, ya que estas obras no solo se observan con los ojos, sino también con el cuerpo. De allí que Arnauld Pierre expresara: “Cruz-Diez establece nuevas modalidades de la percepción del color, provocando una experiencia corporal más completa a través de la percepción absolutamente única y contingente de cada espectador físicamente involucrado en la duración de su propia experiencia» (À travers la couleur, 2018).
En todas las obras presentes en esta exposición: Transchromies, Physichromies, Couleurs Additives, Chromointerférences e Inductions Chromatiques, el artista demuestra que el color, al interactuar con el observador, se convierte en una realidad autónoma y evolutiva, capaz de invadir el espacio sin anécdotas, desprovisto de símbolos, sin tiempo ni ayuda de la forma. Los inusitados espacios de esta galería contribuyen a que el visitante se involucre e interactúe con el color en acción. A propósito de la entrevista con Jerome Sans, antes citada y reproducida en el catálogo de la muestra, Cruz-Diez se expresa sobre el concepto de belleza en sus obras: “Cada una de mis obras crea su propia estética, su propia dialéctica entre las formas geométricas elementales y las gamas de colores que cambian en función de las circunstancias de la luz y de los desplazamientos del espectador. Ellas embellecen la sorpresa y el acontecimiento”.
Esta sorprendente exposición de la Galería Cayón, en colaboración en el Atelier Cruz-Diez (París), dirigido por Carlos Cruz-Diez Jr. y el Ayuntamiento de Mahón (Menorca) presenta, además, una de las famosas intervenciones concebidas por el artista: Color Aditivo en los pasos de peatones dispuestos en pleno centro de Mahón, en la conocida calle Ses Voltees, que une la parte alta de la ciudad con el puerto. La intervención en las calles de Mahón, diseñada por el artista en 2018, es uno de los últimos proyectos de arte en espacios públicos de Cruz-Diez: “Con la intervención cromática de los pasos peatonales, pretendo cambiar la rutina de los pasantes en su trayecto cotidiano. Los pasos peatonales suscitan sorpresa, al modificar los inmutables códigos que empleamos al atravesar las vías. Es toda una reflexión sobre la inestabilidad y ambigüedad del color y eso produce asombro. Tenemos que cuestionar la realidad y crear conciencia de que nada es estable, todo puede ser modificado. El artista tiene que proponer situaciones inéditas y provocar sorpresas, despertar percepciones dormidas en el que las observa, estimulando su imaginación a otras lecturas de la realidad”. Sus crosswalks o pasos peatonales o pasos de cebra, han causado el asombro de multitudes en Caracas, Sao Paulo, Marsella, Fortaleza, Medellín, Cali, Houston, Atlanta, Miami, Liverpool, Los Angeles, Viena, Kazakstán, Coral Gables y ahora en Menorca. Como dijese Jan Butterfield (The Art of Light, 1996), “Etéreo y evocador, el arte de la luz, el color y el espacio empuja al espectador más allá de los límites cotidianos de la percepción”.
@edgarcherubini
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