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Crónica de una traición anunciada

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Es muy probable que esa noche del martes 15 de febrero, Nicolás no haya dormido tan bien como dice él que suele hacerlo. Algún impertinente de su corte le vino seguro con la noticia de que esa misma tarde habían arrestado, en la mismísima puerta de su casa, en Tegucigalpa, al expresidente de Honduras, Juan Orlando Hernández.

Y no es que a Nicolás le importara mucho que un enemigo natural, de esos de derecha, hubiese sido capturado, porque, a fin de cuentas, uno menos también suma. Es sólo que la causa del arresto de Hernández, vinculada a una solicitud de extradición de los Estados Unidos por el tráfico de 500 toneladas de cocaína, justo 20 días después de haber dejado la primera magistratura en manos de la izquierdista Xiomara Castro, no pudo menos que producir un incómodo rubor y una gota de sudor frío a lo largo de su espina dorsal.

Aunque Maduro quiso olvidarse de todo este asunto, muy excitado él pensando en su reunión del miércoles en la noche con el viceprimer ministro ruso, Yuri Borisov, a quien por cierto le prometió “una poderosa cooperación militar” en medio de la crisis ucraniana, las malas noticias no dejaban de arruinarsu día.

Por un lado, agencias de noticias internacionales dieron a conocer el contenido de una serie de documentos desclasificados porel juez del Distrito Sur de Florida, Robert Scola, según los cuales el señor Alex Saab no había sido ese “santo diplomático” que tanto ha promocionado y protegido el régimen madurista desde su captura en Cabo Verde, en junio de 2020.

Estos papeles nos cuentan, nada menos y nada más, que el testaferro del régimen “participó en cooperación proactiva como una fuente confidencial de la DEA”, durante aproximadamente un año. Es decir, el señor Saab puso al tanto de las autoridades estadounidenses de sus actividades criminales vinculadas al gobierno de Maduro; devolvió 10 millones de dólares de sus ganancias indebidas y hasta había acordado entregarse a la justicia de ese país, en mayo de 2020.

Luego, ese mismo miércoles – y como si se tratase de un gran incentivo para Alex Saab -, se conoce la noticia de la liberación de Alejandro Andrade, extesorero del difunto Hugo Chávez, quien había pactado con la justicia de Estados Unidos declararse culpable por haber participado en una operación de lavado de más de mil millones de dólares en sobornos. Para el Tuerto Andrade, todo estuvo muy claro desde el principio.

Consciente de ser el testigo más importante que han tenido las autoridades judiciales norteamericanas para investigar los casos de corrupción del régimen chavista-madurista, simplemente cantó, devolvió 260 millones de dólares en efectivo y otros activos, y consiguióuna reducción significativa del 65% de su condena de 10 años. Ya libre en su casa, se presenta comoun tentador buen ejemplo para Alex Saab.

Ahora todo el mundo se pregunta qué va a decir o hacer el régimen ante estas revelaciones. Decir, bueno, ya uno de sus voceros principales, Jorgito Rodríguez, despachó el contenido de los documentos desclasificados con argumentos que ni siquiera merecen ser comentados, pero que nos dicen a todas luces que el régimen ha caído nuevamente en ese laberinto de contradicciones, trampas y mentiras.

Fue por ciertoJorge Rodríguez quien montó aquel show en México con pancartas y fotos exigiendo la liberación de su distinguido “diplomático” y miembro del equipo negociador del gobierno de facto. Ante estas revelaciones de la corte en Miami no le ha quedado otra que desmentir los hechos, asumiendo que a nadie le puede caber en la cabeza que un distinguido “representante diplomático” tan ferozmente protegido y defendido, haya incurrido en un tipo de traición como la que se acaba de comprobar.

La excusa de no volver al carril de las negociaciones en México, respaldada en la extradición a los Estados Unidos de Alex Saab, carecería ya de credibilidad.

Era entonces urgente desacreditar más los documentos de la corte de Miami. Por eso, la cúpula del régimen buscó rápidamente a Camila Fabri, la esposa del testaferro, para que dijera en las redes sociales lo que a nadie sorprende: que “Estados Unidos miente descaradamente, como con Rusia e Irak. Alex Saab jamás perjudicará a Venezuela, no lo ha hecho, ni lo hará”. Es tan bonita ella que provoca decirle que le creemos,dándole una palmadita en el hombro.

Lamentablemente para Camila y sus inocentes convicciones, las contradicciones de Maduro y su régimen llegan a tales extremos que los mismos abogados defensores de Alex Saab en Miami, ni siquiera se tomaron el tiempo ni la discreción de ponerse de acuerdo en sus argumentos. Uno de ellos, el señor Neil Schuster,explicó en la corte que, si los contactos entre su cliente y el régimen se conocían públicamente, la familia de Saab en Venezuela podría correr peligro ante el asecho y vigilancia del régimen, palabras más, palabras menos.

Pero luego, su otro colega defensor, David Rivkin, aseguraba que la desclasificación de los documentos básicamente buscaba perjudicar la relación de Saab con el gobierno de Nicolás Maduro, y que el único propósito de los contactos con los agentes de la DEA – por cierto, y según, con pleno conocimiento de las autoridades en Caracas -, era el aclarar que las “actividades de sus empresas eran totalmente legales”.

Lo cierto del caso es que tanto para el Régimen como para Alex Saab las cosas no pintan muy bien en los predios judiciales de Miami. De confirmarse la relación de colaboración pasada entre el “enviado diplomático” de Maduro y la DEA y, quién sabe, otras agencias estadounidenses, son muchas las apuestas de la dictadura que se vendrán abajo.

Alex Saab debe estar tomando debida nota de los beneficios que Alejandro Andrade logró por colaborar con la justicia de Estados Unidos. Es mucho lo que seguro tendrá que aclarar y hablar Alex con su esposa Camila. A veces las esposas no todo lo saben.

Entre tanto, Maduro debe estar todavía pensando en lo que le pasó a su excolega Juan Orlando Hernández.

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