“Cuando el clarín de la patria llama, hasta el llanto de la Madre calla». Simón Bolívar
Oí ruido en la casa y un olor a café. Inferí que mi suegro estaba levantado y disponiéndose a salir, pero el reloj despertador me dijo que eran las 4:00 y me pregunté, ¿qué hará tan temprano ese viejo pensionado?
La gente de la tercera edad es la primera que suele votar y en el caso venezolano, sobran las razones para que lo hagan; sin embargo, en la línea de cambiar el régimen, pensé. Convivir con los mayores nos permite ver con meridiana claridad cuánto se ha degradado el nivel de vida de nuestros compatriotas más vulnerables.
Y refiriéndome a precariedad, ¿qué podemos decir de nuestros niños? Sin dudarlo me digo a mí mismo que de los muchos fracasos que se pueden imputar al chavomadurismomilitarismocastrismoideologismo, el más gravoso y pienso que son muchos, es el de la educación. En todos los niveles, la regresión es brutal. Un amigo doctor en educación ubicaba el retroceso 80 años atrás.
Por cierto, entre la fuga de talentos y la estampida de los jóvenes, es menester advertir que el país muy pronto tendrá carencias diversas y lo más grave es que el producto actual del bachillerato llega a la universidad sin saber leer ni escribir adecuadamente, y ni hablar de las fallas en matemáticas, física, química, inglés, lo que explica que la matrícula de la facultad de ingeniería de la UCV haya decaído hasta 70%.
Son las 6:00 de la mañana y ya estoy de pie. Hay agua para bañarme y tampoco en ese renglón, ni en el servicio eléctrico, ni el telefónico, ni el de salud hay motivo para estar satisfecho y, por el contrario, en el interior la disfuncionalidad de los servicios públicos en simplemente, humillante, vergonzoso y provocador. El retroceso allí es similar al de la educación y “el rancho ardiendo” y valga el coloquio.
¿Estarán funcionando hoy las bombas de gasolina y habrá gasolina? Siempre me lo pregunto, pero hoy especialmente porque estoy ya en la e de échale, mi centro de votación está como a 15 minutos a pura patica. Y en todo caso, los domingos y días de fiesta no aparecen los jeepceros ni lo camioneteros “ni pa’ remedio.”
Clase de cola, caramba, vino a votar hasta el loro, el perro y el gato y ese solazo augura un bronceado y apenas son las 9:00 de esta hermosa mañana. Empero, prohibido arrugar; estos sórdidos tapiceros del desencanto deben irse.
Yo hice mi parte, mi mujer, mis hijos, mayores de edad, los suegros ya votaron; mis dos cuñados prometieron venir, pero en la tarde. Mis padres murieron y a mi hermano se lo llevó el COVID-19.
Ayer llamé a mis amigos y aún a los que no lo son, para explicarles que se debía ir a votar en familia y los panas entienden que si no lo hacemos así, “estos buenos para nada” seguirán medrando y nuestra patria ya no aguanta la pela. Llamé hasta el yerno militar y le pedí “me hiciera el coro”, encarecidamente con su voto. Estarán acuartelados, pero pienso que, también sufragaran por el candidato que se le opone a Maduro y, en cualquier circunstancia, contra el continuismo.
Cada ciudadano debe presentarse sin excepción. Hablé con amigos de la Misión Vivienda en Fuerte Tiuna y me dijeron que, hechos los pendejos, se desquitarían de tantos malos ratos que les hicieron pasar. La gente que recibe la bolsa de comida sabe que no puede vender su alma y su respeto por ellos mismos porque los amenacen con sacarlos de la lista. ¡Váyanse al cipote!
¡El gobierno verá rostro esta noche, lo juro!
@nchittylaroche
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