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Cristina Fernández, triste y solitaria al final del camino

Por El Debate
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Foto EFE

Por Enrique Guillermo Avogadro

Cristina Elisabet Fernández debe estar rumiando sus penas allá en su sureño lugar en el mundo mientras huele las calas recién plantadas en su jardín. Y no es para menos, ya que la semana no pudo traer peores noticias para sus aspiraciones políticas y, en el fondo, sumamente personales.

Para una persona ya anciana, que carece por completo de amigos y que sabe cuánto la odian inclusive aquellos que de ella dependen por el destrato permanente al que han sido sometidos desde siempre, que no tiene siquiera la posibilidad de tomar un avión comercial, ir al cine o comer en un restaurant, debe ser una experiencia casi letal.

Estela de Carlotto, presidente de Abuelas de Plaza de Mayo, que tantos favores y miles de millones de pesos debe al kirchnerismo, se opuso a que la sesgada recordación del golpe de Estado de 1976 fuera usada por La Cámpora para reclamar contra una inexistente proscripción y, a la vez, aprovechar la masiva concurrencia de la izquierda para ocultar su nulo poder de convocatoria; nadie la acompañó cuando fue condenada por ladrona y, pese a contar con todo el aparato y el dinero del Gobierno para movilizar a la tropa, no hubo acto alguno para protestar contra esa falsedad.

Claramente, el kirchnerismo necesita el nombre de Cristina Fernández en las boletas electorales, aún cuando sea solamente como candidata a senadora, para traccionar votos. Creo que así será, aunque se vea obligada a retractarse del histérico renunciamiento que formuló al dictarse la sentencia penal en su contra; si no lo hiciera, quedaría a tiro de los Tribunales, a los que ataca sin tasa ni pausa con movimientos tan inmundos como el simulacro de juicio político a los miembros de la Corte.

La otra noticia, aún más grave para su imagen al interior del Frente de Todos (FdT), fue el rompimiento de su antes pétreo bloque en el Senado, que se sumó a la actitud de los dieciséis gobernadores que adelantaron las elecciones provinciales en sus feudos para evitar que una previsible catástrofe en las generales nacionales.

En este tema caben todas las especulaciones porque la liberación de cuatro de sus esclavos permitiría a éstos aumentar sensiblemente el monto de sus «honorarios» cuando sus votos resulten esenciales para las necesidades del oficialismo; sin embargo, me tranquiliza en ese sentido la presencia en el nuevo bloque de la senadora Alejandra Vigo, mujer de Juan Schiaretti, gobernador de la indómita Córdoba.

Lo notable fue que, con el senador Guillermo Snopek (Jujuy) a la cabeza, los ¿independizados? atribuyeron a Alberto Fernández la culpa por su actitud, acusándolo de falta de federalismo, y no a la arquitecta egipcia, que siempre fue una déspota centralista y unitaria.

El Caracol, que sigue negándose a bajar su precandidatura para conservar algo de nafta en el tanque, ha decidido realizar giras proselitistas por el interior del país y, esta misma semana, las extendió a la Antártida, tal vez para buscar el voto de pingüinos más australes.

Esa resistencia de parte de alguien que sabe imposible lograr la reelección en estas condiciones de inflación, narcotráfico e inseguridad, y el fracaso de todas las tentativas que realiza el Instituto Patria para doblegarlo y permitirse unificar la candidatura presidencial, me lleva a preguntarme si ambos, ella y él, tendrán disponibles recíprocos «carpetazos», capaces de neutralizar al contendiente.

Las principales figuras de Juntos por el Cambio (JxC) continúan absortas en la contemplación de sus respectivos ombligos, sin percibir que la situación no permite esperar hasta las PASO de agosto para terminar con la destructiva competencia y tener un liderazgo unificado. A este ritmo perderá la crucial provincia de Buenos Aires, amén de otras jurisdicciones en las que ya aparece dividida y los feudales oficialismos conservan sus repugnantes mañas populistas, y comprometerá su fortaleza en el Congreso, indispensable para enfrentar la salvaje resistencia del peronismo cuando no gobierna y el violento accionar de la izquierda trotskista en la calle.

Que a los dos tanques más importantes de JxC –Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta– se hayan sumado inexplicables postulantes a la Presidencia, como María Eugenia Vidal, por ejemplo, resulta descorazonador. Esta podría representar a la coalición en la Provincia de Buenos Aires, por sus buenos antecedentes como gobernadora, y tendría muchísimas más chances de triunfar sobre Axel Kicillof que Cristian Ritondo, Facundo Manes o Diego Santilli; es más, si no se le hubiera impedido, en 2019, separar su elección local de la candidatura nacional de Mauricio Macri, es altamente probable que otra hubiera sido nuestra historia.

Porque, a esta altura de los acontecimientos y con Sergio Aceitoso Massa fuera de carrera por su fracaso económico, me parece razonable que nos planteemos las distintas alternativas que nos presentarán las elecciones generales en el ballotage, aún cuando algunas aparezcan hoy como más probables que otras: 1) Bullrich vs FdT (¿Daniel Scioli?); 2) Rodríguez Larreta vs FdT; 3) Bullrich vs Milei; 4) Rodríguez Larreta vs Milei; 5) FdT vs Milei. Así como no tengo dudas acerca de qué elegirán los votantes de JxC en la quinta opción, me pregunto: ¿qué harán los votantes de Milei, muchos de los cuales provendrán del Conurbano empobrecido, ante las opciones 1 o 2? y también, ¿y los fieles al FdT en los casos 3 o 4? En la respuesta que, al final, reciba cada uno de esos interrogantes estará signado el destino de la Argentina.

Enrique Guillermo Avogadro es abogado, consultor y analista político

Artículo publicado en el diario El Debate de España

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