La crisis diplomática del régimen de Nicolás Maduro es una crisis continuada; pues, su imagen se deterioró totalmente, sobre todo después de pretender escamotear los resultados electorales del pasado 28 de julio.
Como muchos gobiernos democráticos del mundo y del continente han denunciado el robo electoral cometido por Maduro y sus secuaces, éste ha reaccionado con expulsiones masivas de los enviados diplomáticos de esos países.
Ya han evacuado a las misiones de Perú, Argentina, Chile, Costa Rica, Panamá, República Dominicana, Estados Unidos, Canadá y Uruguay, entre otros. Por el hecho de elevar sus voces en favor del pueblo venezolano y en contra de la acción ilegal y delincuencial de Maduro.
Y, no olviden que a esa lista le faltan varios países que estarían a punto de caramelo, por ejemplo, España, Brasil y Colombia estaría en la mira de los usurpadores para la ruptura total de las relaciones bilaterales.
Pero, la cosa no solo se queda en la salida de los representantes de esos países y unas cuantas declaraciones ante los medios de comunicación, sino que la crisis empieza a tomar otro rostro.
Por ejemplo, Maduro quedó por fuera en lista de invitados al bloque BRICS –países de mercados emergentes–. Y, esa decisión no fue un error en materia diplomática de los BRICS, sino que fue una decisión ajustada a la realidad política nacional e internacional.
Pues, Nicolás Maduro es un factor distorsionador que pudiera causarle un daño tremendo a la credibilidad que buscan construir los países del BRICS, sus antiguos aliados como Brasil, China, Rusia, La India y Sudáfrica, como elemento de importancia en el concierto económico mundial.
Y el régimen, en vez de echar para atrás y tomar posiciones más conciliatorias, decidió huir hacia el precipicio aplicando una política más agresiva y violenta.
Allí tenemos lo que acaba de suceder con Brasil, Maduro dejó en ridículo al presidente carioca, Lula Da Silva, con el tema de los salvoconductos de los dirigentes opositores asilados en la Embajada Argentina en Caracas.
Esto es parte de la decisión de no permitir ninguna rendija para el acuerdo, es la radicalización total de un régimen que, a decir la verdad, se siente plenamente vulnerable y sin vestigio de moral o legalidad.
Y, mientras todo esto va ocurriendo, Maduro envía a Delcy Rodríguez a Rusia en una peculiar y hasta sospechosa visita, que pudiera estar abonando el terreno para un eventual refugio para todos ellos.
Quieren, en pocas palabras, tener la puerta del fondo abierta para escaparse por allí.
Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.