La crisis de los servicios públicos se acrecienta a medida que pasan los días en una Venezuela golpeada por la ineptitud, la desidia y la corrupción. La vida de los venezolanos transcurre entre la escasez de gasolina —aparentemente solventada, ¿pero por cuánto tiempo y a qué costo?—, la escasez de gas doméstico, fallas de energía eléctrica y en las comunicaciones. No obstante, lo que está impactando de manera alarmante y en medio de la pandemia es la crisis del agua: algo tan vital e importante, la cual debe ser suministrada las 24 horas del día y durante los 365 días del año, indispensable para mantener las condiciones de salubridad idóneas en todo el país, para preservar las condiciones de higiene en los hogares y desde el punto de vista personal. En fin, un servicio público que influye en el bienestar y la salud del ser humano y que es imposible tenerlo en la Venezuela actual.
Esto nos ha ha obligado a sobrevivir en un país al que han convertido en primitivo e insalubre. El derecho humano a tener acceso al consumo de agua potable lo hemos perdido. La crisis del agua es no solo por la cantidad, sino también por la cuestionada calidad con la que llega a los hogares venezolanos y se evidencia de manera permanente.
La crisis del agua, según expertos, tiene muchas aristas desde el punto de vista de suministro y distribución. Todas las empresas responsables de este servicio en todo el país son del Estado, por lo tanto, es harto conocido cómo terminan. Dejaron de tener autonomía y esto ha conllevado a la falta de recursos para el mantenimiento de sus plantas durante todos estos años, es decir, no tienen la capacidad de conservar adecuadamente el parque físico que les corresponde. Si consideramos que existen millones de metros de tubería de aguas blancas y servidas, estaciones de bombeo, 86 grandes embalses y 54 plantas de tratamientos de gran dimensión, con un adecuado funcionamiento de todas estas estructuras contaríamos con el suministro al país de 146.000 lts de agua por segundo.
Pero el deterioro de toda esta infraestructura ha ocasionado que la capacidad de suministro de agua en todo el territorio nacional sea de 40% de la cantidad que servían hace 21 años. Expertos consideran que la crisis del agua por la que atraviesa Venezuela es inédita. Los indicadores que se toman en cuenta para corroborar que todo el sistema descrito anteriormente esté funcionando son: la cobertura, la cual debería llegar a 90%, por supuesto esto no es posible en la actualidad y la calidad del agua tampoco es potable, debido a la gran irregularidad del servicio y al deterioro de las plantas de tratamiento.
Otro factor importante es disponer de embalses de seguridad para cuando haya una falla técnica y así poder garantizar el suministro de agua a nivel urbano durante los días necesarios hasta resolver el problema técnico. Por ejemplo, los tres embalses de seguridad para la ciudad capital son: La Mariposa, La Pereza y Macarao, los cuales pudieran ser utilizados en una situación de emergencia y actualmente están vacíos. Para rematar, no se cuenta con el personal idóneo que tenga el conocimiento o la capacidad para el manejo de estos sistemas o empresas encargadas del suministro de agua a todo el país. Muchos testimonios se han hecho públicos respecto a la cuestionada calidad del agua que sale de los grifos, relacionada con la turbidez, el olor e incluso el sabor, lo cual constituye un riesgo para la salud.
Además, hay opacidad en la información sobre el análisis del agua que determina su calidad, por parte de los organismos responsables y que deben publicar y dar a conocer. Esto último lo establecen las normas sanitarias establecidas incluso en Gaceta Oficial.
Este es el panorama que tenemos en Venezuela, donde la mayoría de los ciudadanos sufrimos de un racionamiento del líquido vital, aun en medio de esta pandemia inesperada. Hay sectores urbanos de algunas ciudades y en el mismo Distrito Capital, sobre todo en las partes altas de algunos barrios caraqueños, que no han recibido agua desde hace meses. No es justo que haya que verse obligado a pagar una cisterna para poder sobrevivir a esta escasez .Si no hay un cambio en las políticas públicas, los venezolanos seguiremos sufriendo con esta grave crisis del agua y viviendo con la incertidumbre de que cuando te la quitan no sabes cuándo te la vuelvan a poner.
@mariayanesh
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