Fechorías previas. El soldado Hugo Rafael Chávez Frías y su pandilla en acción subversiva larga y organizada intenta asesinar al presidente constitucional en ejercicio Carlos Andrés Pérez y es liberado de su breve abierta prisión por el presidente Rafael Caldera. En traje civil y campaña electoral, el golpista candidato niega pública, repetida y frontalmente sus nexos comunistas.
Huevo de la serpiente. Chávez resulta presidente electo en sufragio limpio por una sociedad políticamente inmadura debido a su petrolera confianza que siembra el inmediatismo. Empoderado el poder castrochavista emerge de la clandestinidad para decretar en su Constituyente que la Fuerza Armada no debe ser militante de partidos políticos, pero puede votar y elegir. A la vista una contradicción flagrante, pues al permitir el voto autoriza selección y compromiso partidista prohibidos en la previa carta magna precisamente para contener y cortar la centenaria tradición del golpismo militarista.
Simón Bolívar analizó “Colombia es una academia, Ecuador un convento” al compararlos con su patria natal: “Venezuela es un cuartel” que se instala luego de cuarenta años como milagrosa república civilista, que al paso del tiempo se vuelve castrense con pasivo permiso del democrático partidismo personalista inmerso en precandidaturas presidenciales de claras votaciones fraudulentas, modelo totalitario castrocubano. Visa que autorizó los continuos “invádase”, “exprópiese”, “fuera Pdvsa”, “prohíbase”, mientras desconoció la voluntad popular mayoritaria que rechazó la enmienda constitucional.
La mala raíz dio frutos agigantados en el radicalmente tutelado castromadurismo. Su apócrifa legislatura se ampara en organismos represivos estatales que otorgan segura impunidad a sus delitos de lesa humanidad. Ahora, decretos para inventar y sacar una nueva constituyente, robar elecciones instaurando votaciones que los legitimen, ignorar toda ley y reglamento emanados de la legítima carta magna.
Es la ilegal desobediencia plena por decreto castrense a través del partido único que comanda grupos afines del área civil sobornada para reforzar todo crimen leguleyo y físico. Así destruye sistemáticamente, hasta hoy, la desobediencia cívica total consagrada por el 350 legítimo constitucional.
Cosas más que sabidas y repetidas. Les queda pendiente aniquilar los restos de presencia física en la Asamblea Nacional electa por los comicios de 2015 que no pudieron anular por su abrumadora votación inocultable. Una institución fundamental en toda auténtica república democrática. Pero que frente a los kalashnikov, tanques y otras chatarras del negociado ruso, carece de poder y queda como símbolo impotente, apoyado por Estados Unidos a través de sanciones financieras personalizadas y con vasta retórica por sesenta países democráticos.
Queda por ver qué sucederá con las múltiples mafias transnacionales y locales que en obvia lucha silente pero feroz ahora dividen al Fuerte Tiuna y su carnal Miraflores. Entre la neosoviética cubana y la teocrática iraní habrá una ganadora que buscará eternizar al transgresor mando armado.
Cubazuela sigue solita. En la uniformada élite, asesina y electoralista, persiste lo que el pueblo aplastado en su sabia jerga llama “peste militar”.
¿Quién puede activar el mecanismo para destronarla? ¿Dónde está el liderazgo que sabe y puede dirigir una rebelión legal sin ayuda concreta de una coalición militar hemisférica?
Silencio en y para la noche larga de la malquerida Venezuela.