Después de 15 años de procesos, el pasado 22 de septiembre las Salas Extraordinarias de los Tribunales de Camboya (ECCC) emitieron sus últimas sentencias de cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad a los líderes sobrevivientes de los Jémeres Rojos. Pero antes de comentar esta importante noticia voy a brindar un resumen de lo que sucedió en Camboya entre 1975 y 1979, para entender la mentalidad de los totalitarismos de izquierda y las consecuencias destructivas para las naciones, porque donde se implanta el comunismo y su ideal del “hombre nuevo” o “paraíso socialista”, sea en la URSS, Corea del Norte, Camboya, Cuba, Nicaragua o Venezuela, el resultado, con sus variantes, es el mismo: demolición de las instituciones democráticas, supresión de las libertades, totalitarismo, terrorismo de Estado, asesinatos selectivos o masivos, confiscaciones de la propiedad privada, caos económico, desabastecimiento, hambrunas y todas las secuelas que trae consigo la ideología del exterminio.
El 17 de abril de 1975, los Khmers rouges o Jémeres Rojos, tomaron Phonm Penh, la capital de Camboya. Eran 40.000 guerrilleros armados con Kaláshnikov, bazucas y granadas, surgidos de la selva, pequeños, famélicos, vestidos con pijamas negros, portando pañuelos rojos ajustados en la cabeza y calzando sandalias hechas con desechos de bandas de rodamiento de llantas. Su misterioso y anónimo líder era conocido como Pol Pot o Hermano Número 1. El mismo día de la ocupación, a partir de las seis de la tarde, los miembros del Angkar o Partido Comunista Khmer, llamado también Partido Comunista de Kampuchea (PCK), portando megáfonos, conminaron a la población a evacuar la ciudad bajo el engaño de que ésta sería bombardeada por los americanos. En 48 horas ya estaban en marcha hacia los campos de trabajo más de dos millones de personas. Los Khmer rouge habían seleccionado previamente a funcionarios, sacerdotes, intelectuales y otros “enemigos burgueses” para asesinarlos a mansalva, fueron miles las ejecuciones en esas primeras horas. Los extranjeros, en especial los periodistas, debían concentrarse en la embajada de Francia. Los edificios públicos y las propiedades privadas de la ciudad fueron confiscadas y ocupadas por los Khmer rouge, sus familiares y allegados.
El sesgo de los medios de izquierda
El periodista Jean Sévillia afirma en Abril Rojo (Avril rouge, Le Figaro magazine), que los intelectuales, políticos y periodistas de izquierda en Occidente y en Francia en particular, se cegaron sobre lo que realmente estaba ocurriendo. Ejemplo de ello, los titulares de Le Monde que celebraban el acontecimiento: “Liberada Phonm Penh”; “Entusiasmo popular”; “Siete días de fiesta por la liberación”; “Camboya será democrática, todas las libertades serán respetadas”. Un mes después de estos acontecimientos, el 28 de abril, el periodista Jean Lacouture en Le Nouvel Observateur escribía loas a la revolución camboyana. Al referirse a la evacuación de los habitantes de Phonm Penh conducidos a lo que posteriormente se conocería como killing fields o “campos de la muerte”, la describe con gran eufemismo como “una audaz transfusión de gente hacia el campo”. El sesgo de los periodistas y medios de izquierda impidió conocer las atrocidades que se estaban perpetrando.
En 1977, ediciones Julliard publica los testimonios recogidos por el misionero católico François Ponchaud (Cambodge, année zéro) donde relata la tragedia de los sobrevivientes y refugiados de los “Campos de la muerte” o “Killings Fields”. Luego de leer el libro y entrevistar al autor, el periodista Jean Lacouture hizo un mea culpa a propósito de su visión sesgada de los primeros tiempos: “Los nuevos dominadores de Phonm Penh inventaron algo original, un auto genocidio. Después de Auschwitz y el Gulag, pensamos que ya no se producirían esos horrores, pero ahora observamos el suicidio de un pueblo en nombre de la revolución, aún peor, en nombre del socialismo”.
El Grupo de París y los futuros genocidas
En la década de 1950, unos jóvenes intelectuales camboyanos formaron el llamado Grupo de París. Provenían de familias de clase media, de terratenientes o de funcionarios públicos. Estos fueron los autores de la utopía revolucionaria del Khmer rouge. Formados en escuelas de élite en su país, más tarde fueron adoctrinados por el Partido Comunista Francés (PCF) en el pensamiento político marxista, en boga en las universidades parisinas a las que asistieron. El PCF y los guardianes del templo marxista francés, que siempre han pensado que el Tercer Mundo es el terreno ideal donde ensayar sus dogmas, pero sin moverse de sus cafés y tribunas académicas, apoyó al grupo para la instauración en Camboya de las ideas comunistas de una sociedad sin clases y el retorno a una Edad de Oro agrícola, la utopía socialista en la Tierra. Los del Grupo de París, apenas tomaron el poder, se convirtieron en feroces genocidas de su propio pueblo.
Entre los que integraron el Grupo de París se encontraba Saloth Sar, estudiante de l’École du livre de París, quien adoptaría el pseudónimo de “Pol Pot” o “Hermano Número 1”. Pol Pot fue el líder del Khmer rouge desde la década de 1960 hasta su muerte en 1998. Luego de la toma de Phnom Penh en 1975, se convirtió en un dictador sicópata y genocida de su propio pueblo, su verdadera identidad se conocería años después de instaurado el terror. Leng Sary o “Hermano número 3”, estudiante en el Instituto de Estudios Políticos de París, mejor conocido como Sciences Po, fue otro de los líderes destacados. Khieu Samphan o “Hermano número 4”, considerado uno de los intelectos más brillantes de su generación, en su tesis doctoral expresó los lineamientos de la política adoptada por la Kampuchea Democrática, como así llamarían al nuevo Estado.
¿Qué pretendía el Khmer rouge?
Este movimiento culpaba a los países industrializados, en especial a Estados Unidos, de ser los responsables del subdesarrollo de Indochina y de Camboya en particular, proponía el retorno al campo con el fin de lograr la “soberanía alimenticia” y la independencia a través de la “revolución agrícola”. Al tomar el poder, las primeras medidas fueron la abolición de la banca, las finanzas y la moneda, la prohibición de las religiones, la confiscación de todas las propiedades privadas y la reubicación de los habitantes de las zonas urbanas en granjas colectivas donde trabajarían de forma obligatoria. El propósito de esta política fue la de convertir a cada ciudadano camboyano en un “hombre nuevo” a través del retorno a sus raíces y a la cultura agraria. El Khmer rouge intentó convertir a Camboya en una sociedad sin clases obligando a la población urbana a vivir en comunas campesinas a través de brutales métodos. En el programa de trabajos forzados para recuperar la agricultura, murieron 1.700.000 personas, aparte de las ejecuciones sumarias que ascendieron a más de 200.000, incluyendo a miles de recién nacidos que eran considerados un estorbo. Un genocidio de dos millones de personas en nombre del “Hombre nuevo” y la visión de “El paraíso verde”, llamada así por estos fanáticos.
No debe haber amnistía para los crímenes atroces
En 1997, el gobierno de Camboya solicitó a Naciones Unidas juzgar a los líderes del Khmer Rouge. El Tribunal se instauró en 2007, diez años después y el primer juicio comenzó en 2009. El exlíder de los Khmer Rouge o Jemeres Rojos, Khieu Samphan o “Hermano N° 4”, fue condenado a cadena perpetua en 2014 por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la evacuación forzosa de los residentes de Phnom Penh, acusado de asesinatos, torturas y violaciones, “tenía conocimiento directo de los crímenes y compartió la intención de cometerlos con los demás participantes en la empresa criminal conjunta” que mató a dos millones de personas entre 1975 y 1979. El tribunal especial encargado de juzgar a los Jemeres Rojos por sus atrocidades confirmó, en apelación, la cadena perpetua por genocidio, el pasado jueves 22 de septiembre, según la noticia publicada por Le Figaro esta semana. Los jueces impusieron la misma sentencia a Nuon Chea, el ideólogo del movimiento, por genocidio y crímenes contra la humanidad. Murió en agosto de 2019 a la edad de 93 años. El «Hermano Número Uno» o “Pol Pot”, murió en 1998, sin ser juzgado.
Después de 15 años de procesos en los que asistieron a las audiencias públicas 250.000 personas, las Salas Extraordinarias de los Tribunales de Camboya (ECCC) cesarán sus funciones en los próximos tres años. Ha sido fundamental la implementación de este tribunal mixto, creado con el apoyo de las Naciones Unidas, integrado por jueces nacionales e internacionales, para juzgar violaciones de derechos humanos y crímenes de lesa humanidad en Camboya y en otros países donde no existe Estado de Derecho o con un sistema judicial corrupto, de esa forma se impulsan las investigaciones y sanciones, para revertir la impunidad y los crímenes atroces, reduciendo la probabilidad de que hechos como estos se repitan.
Debido a que en Venezuela las instituciones públicas y en especial el sistema judicial están bajo el control de la dictadura, se hace necesario promover la renovación de mandato de la Misión Independiente de Determinación de Hechos de la ONU, para continuar documentando las violaciones de los derechos humanos y no descartar la creación de un tipo de tribunal mixto como los que han impartido justicia en Camboya, Timor Oriental, Sierra Leona, Líbano y en otros países sin instituciones donde se han perpetrado crímenes de lesa humanidad y violaciones sistemáticas a los derechos humanos.
edgar.cherubini@gmail.com
www.edgarcherubini.com