Dilema por misticismo a dejarse deslumbrar por creencias y ensoñaciones. Credulidad en poderíos terrenales y sobrenaturales, reverencia genuflexa ante su autoridad, invocación de auxilio material y súplica espiritual. Vivencia de belleza, refinamiento, exquisitez. Tendencia hacia quien comparte opiniones, y los que se entregan sumisos para recibir, usufructuar el favor de los todopoderosos. Algo parecido podríamos encontrar, con la predisposición a involucrarnos en mayor o menor grado y fanatizarnos por un determinado equipo deportivo, ser militantes disciplinados, obedientes de un partido político o de un imaginario nacionalista.
Llegar tarde al trabajo y asegurar que se accidentó. Demorarse y decir que se enfermó su hijo y pasó la noche en vela. Aparecer con retraso y culpar al tránsito pesado. De nuevo, el chiquillo tuvo quebranto de salud. Lo envían a realizar una diligencia y no rinde cuenta. Solicita un préstamo y no lo devuelve, “dentro de una semana”, “la próxima quincena” y así. Le confieren una responsabilidad y deja a la gente esperando; indica “mañana sí” y cuando mañana se hace hoy vuelve a utilizar “mañana”. El típico embustero de propósitos de Año Nuevo.
Pierde la confianza, siempre tiene una excusa. No es ejemplo de una persona con problemas, sino de un mentiroso compulsivo y enfermo irresponsable que ofrece y no cumple. Puede que no lo despidan, pero no le volverán a creer.
Igual que el castrismo y la Quinta República basada en nacionalismo revolucionario de izquierda que traía consigo la revolución bolivariana. Promete grandeza y genera miseria. Garantiza dicha y bienestar, pero arruina la economía, desaparece el bolívar. Presume de justicia igualitaria, pero destruye el sufragio, desata la represión, viola derechos humanos, y se le atribuyen crímenes de lesa humanidad, por ellos denunciado ante la Corte Penal Internacional de La Haya. Ofrece un sistema carcelario para redimir, pero permite autoridad de pranes en los centros de reclusión. Alardea de un excelente modelo sanitario, sin embargo, los centros hospitalarios están desabastecidos, los equipos canibalizados, desmantelados y un personal de salud desmotivado, peor pagado.
Como los que proclamaron la revolución, para convertir a Venezuela en un “país-potencia” y tienen empresas inservibles que caprichosa e indebidamente fueron expropiadas, estatizadas. Escuelas y universidades abandonadas; profesores, maestros e instructores mal remunerados, ahogados en la miseria. Similar a los sinvergüenzas que aceptan y buscan empecinados cargos públicos para los cuales no están capacitados, pero los usan para negociar y enriquecerse.
O dirigentes opositores, que llevan años en oscuras maniobras, aullando democracia y libertad, pero comportándose como dictadores endógenos, pactando con el régimen que aseguran combatir a cambio ni siquiera del poder, sino de limosnas en gobernaciones con protectores y alcaldías que generan impuestos no siempre para beneficio ciudadano, sí para los bolsillos de funcionarios, personas de su confianza y concejales cómplices.
Establecer instituciones democráticas, autónomas, libres para que exista equilibrio y contrapeso de poderes, tomará años. Encontrar la paz y concordia será dolorosa, costará vidas, requerirá invertir cuantiosos recursos.
La evolución favorece que seamos creyentes sociales, aceptando la veracidad de algo por principio de poderío, lo cual hace posible la proliferación de creencias sin contenido empírico verificable. Declaraciones genéricas, ambiguas sobre resultados de acuerdos parciales que buscan aminorar la crisis económica que golpea a Venezuela, son ofensivas por falsas. El alerta sobre impunidad, es ridículo. Y la preocupación de quienes aseguran que no es tema de las recompensas, no tendrían porque, el precio es exclusivo estadounidenses.
Error de principiantes, quienes conversan afables con delegados oficialistas sobre los cuales pesan denuncias por delitos imprescriptibles, que sin duda intentarán detener desde tierras aztecas, mientras la ciudadanía enferma, muere de hambre o huye despavorida; los mismos que proclaman unidad mientras se humillan por su cuenta rogando dadivas, migajas al poder opresor y arbitrario, creyendo encubren eso de “recuperando espacios”; pretendiendo disimilar la asombrosa afinidad entre rivales papanatas.
¿Cómo creer en un gobierno y una oposición que a chillidos se declaran enemigos, se amenazan mutuamente, se tildan de narcotraficantes, bandidos, ladrones; se tachan de mafiosos, ilegítimos y usurpadores, pero negocian parcelas de poder?
Al oficialismo le urge legitimidad, borrar al interinato del interés público y cesación de sanciones. La oposición menguada parece dispuesta a socorrer, pospone glotonerías y convive, en la creencia que las gobernaciones y alcaldías adjudicadas derrumbarán el régimen que solo cuenta con represión y codicia militar, legitimación de capitales, sociedad cómplice en el robo de minerales, además del amancebamiento sórdido, avariento y rapaz de sectores titiriteros financistas.
El único logro, además de tragar sapos mutuos, aplicar chantaje y tortura para institucionalizar el miedo, ha sido arrancar la ingenuidad del gentilicio venezolano que por demasiado tiempo fue engañado haciéndole creer que eran ricos pero sin enseñarle que la riqueza no es un milagro sino resultado de la preparación, estudio, talento, trabajo, esfuerzo y perseverancia.
@ArmandoMartini