De acuerdo con un conocido historiador de la economía, el crecimiento de América Latina ha pasado desde su independencia por varias fases: la primera correspondió al crecimiento tradicional basado en la exportación de productos primarios. Esta fase alcanzó su máximo y desapareció con la Gran Depresión. La segunda sustentada en el crecimiento hacia dentro, y basada en la sustitución de importaciones, comenzó en la década de los sesenta. El cenit del crecimiento hacia dentro fue logrado en tanto la economía mundial se embarcaba en un período de rápido crecimiento de sostenido y rápido aumento del comercio internacional. La tercera fase, sustentada ya en la promoción de exportaciones de productos no tradicionales, se había iniciado en los sesenta y se había convertido en objetivo especial después de la crisis de la deuda externa en los años ochenta.
Raúl Prebisch, director ejecutivo de la Cepal, publicó en el año 1950 el famoso manifiesto «El desarrollo económico de América Latina y sus problemas principales», mediante el cual proclamó su mensaje dirigista, un compromiso mayor con la constante intervención del gobierno con más controles, subsidios y proteccionismo, mayor énfasis en la planificación que en las fuerzas del mercado.
En este sentido, el libro El fracaso del intervencionismo, escrito por el profesor Carlos Sabino (Caracas, editorial Panapo, 1999), menciona como 23 sectores o áreas de la economía donde los gobiernos ejercieron grandes controles: transporte aéreo, generación y distribución de electricidad, producción de acero, producción y comercialización de gas, prestación de servicios de salud, transporte marítimo, ferrocarriles, trenes subterráneos, seguridad social, mercado de trabajo, etc., además de las elevadas tasas arancelarias causaron una brecha entre los precios mundiales y locales constituyendo una carga pesada sobre los consumidores latinoamericanos. Según economistas estructuralistas (tendencia antimercado libre) que hablaban de un “cuello de botella” en la producción de alimentos, el cual era atribuido al sistema de tenencia de la tierra (latifundismo), resalta el pobre desempeño de la oferta de alimentos en un país como Argentina, el cual hasta 1930 había disfrutado uno de los sectores agrícolas más dinámicos del mundo. Esto únicamente puede ser atribuido a los controles de precios y al deterioro de los términos de intercambio entre los precios internos y externos enfrentados por los hacendados. Así, por ejemplo, durante los años de Juan Domingo Perón, la Junta de Mercadeo Agrícola incluso le pagó a los hacendados y ganaderos precios inferiores a los del mercado mundial.
No hay duda alguna de que la señal del estrepitoso fracaso del proceso de sustitución de importaciones y crecimiento hacia dentro, obedece a la caída de la participación de América Latina en el comercio internacional. Efectivamente, América Latina con 6,5% de la población mundial contaba con 13,5% de las exportaciones mundiales, en 1946; pero esta participación disminuyó por debajo de 10% en 1955, y ya en 1970 la participación había descendido a 4,6%.
En el cuadro 1, arriba hemos expuesto los PIB p.c en dólares constantes a precios de 1990, y podemos ver cómo Venezuela era el primer país entre estos países en ingreso por persona o per cápita, en 1950, 1960, 1970, 1980, pero precisamente en el 2016 es superado ampliamente por Argentina, que también tiene graves problemas de endeudamiento externo y de inflación, por Costa Rica una pequeña nación cuasi-agrícola pero que ha sabido atraer inversiones extranjeras, por Panamá que apenas tiene un canal el cual presta servicios a la navegación mundial, y especialmente por Chile que disfruta del mayor PIB por persona.
La tasa de crecimiento económico de América Latina, entre 1950 y 2016, fue la mayor en Panamá de un 3,17% interanual, seguida de la de Brasil con un 2,4% gracias al crecimiento que obtuvo en los años 1970-1980 de 5,93%, y luego la de Chile de 2,21%, tras superar la época de bajo crecimiento en inflación con el gobierno de Allende de un 0,97% en los años 1970-1980. Lo más interesante (véase cuadro 2, abajo) es que Venezuela en los años 1970-1980 cuanto más valía el barril de petróleo, descendió notablemente su tasa de crecimiento a 0,62, y luego recientemente en el lapso 1980-2016 hasta tuvo un crecimiento negativo de 0,52% el único en la región que experimentó esta anormalidad. Y en estos años que van desde 2008 hasta 2014 Venezuela disfrutó de los más elevados precios de su principal producto de exportación en una historia de sesenta años.
También, se produjo a partir del año 2017 el estallido de una hiperinflación. Pero también debemos hacer destacar los episodios de hiperinflación en los distintos países de América Latina como Brasil una tasa de 1.861,6% en 1989, Argentina 4.923,6% en ese mismo año. Perú 7.649,6% en el año 1990. Hasta México, que no llegó a los umbrales de la hiperinflación en los años 1986 y 1987 tuvo respectivamente tasas de inflación de 105,7% y 159,2%. Sea como fuere, si Venezuela hubiese crecido a la misma tasa de Argentina, un país siempre con problemas de inflación y deuda externa, el PIB pc. de Venezuela sería en el año 2016 de 11.440 US $. Llama la atención además del éxito de Chile, el crecimiento Panamá, gracias a su estabilidad monetaria, y su vocación de servicios y haberse convertido en un centro bancario internacional. Panamá emplea el dólar como moneda, y le ha ido muy bien. Un dato adicional: en un cuadro del libro La desnacionalización del dinero, escrito por F. von Hayek, señala que desde 1950 hasta 1975, Panamá fue el país que menos experimentó un aumento del costo de la vida (66%) seguido de Venezuela con un 82%. Basta señalar que Estados Unidos durante este período experimentó un 131% de aumento del costo de la vida.
Concluimos que nuestro país ha retrocedido en el crecimiento económico en comparación a los otros países latinoamericanos. Ha desperdiciado grandes oportunidades con los precios en alza del petróleo, y con ello ha perjudicado y empobrecido a su población. Ya pasaron los tiempos en que los gobiernos venezolanos decían que el salario mínimo en nuestro país era uno de los más elevados de América Latina, hoy por hoy competimos con Cuba y Haití. También como decía en un artículo famoso Alvin Hansen, el bajo crecimiento de la población atenta contra el progreso económico, Venezuela con 7 millones de sus habitantes emigrados hacia varias naciones, es una señal clara de su decadencia y del gran engaño de la “revolución” chavista.
Bibliografía
Bulmer-Thomas, Victor: The Economic History of Latin America since Independence, Cambridge, Cambridge University Press, 1994.
Hayek, F.A: La desnacionalización del dinero, Madrid, Unión Editorial S.A, 1983.
Maddison, Angus: La economía mundial en el siglo XX, México, FCE, 1992.
Sabino, Carlos: El fracaso del intervencionismo, Caracas, Editorial Panapo, 1999.