Lo que estamos viendo en todo el país es un cuantioso derroche de recursos: vallas, pendones, camisas, banderas, publicidad en medios de comunicación.
Sin duda, abrieron el grifo de los dólares. La pregunta es ¿de dónde viene tanto dinero?
Por parte de la usurpación es necio preguntar o responder. Todos los venezolanos sabemos de dónde salen las divisas para financiar una campaña que luce bien costosa.
El PSUV tiene a su disposición los despojos de Petróleos de Venezuela –a la cual están terminando de exprimir– el Arco Minero y todos los negocios oscuros que manejan desde la usurpacion en el control del Estado venezolano.
Por otra parte, los “alacranes” tienen al PSUV que los ayuda para costearse todos los gastos inherentes a una campaña electoral como la actual.
Aquellos financian a estos, para que le sirvan de mampara.
No está claro de dónde sacan recursos los del grupo de la supuesta oposición.
En algunos casos, se podría malpensar que lo recursos emanan de las pocas gobernaciones y alcaldías que medio controlan en el pais, que no es mucho, pero por lo visto alcanza para pagar gorras, camisas, autobuses y demás gastos de un proceso de campaña.
Es evidente que casi todos están jugando en la misma carrera y casi todos, en última instancia, están chupando de la misma ubre.
Todo este patético escenario se está materializando en un terrible bochinche de manifestaciones, concentraciones, caminatas, contactos directos que, más pronto que tarde, desembocará en un espantoso incremento de casos de covid-19 en todo el país.
¡Qué Dios nos agarre confesados! Los niveles de irresponsabilidad de unos y de otros han sido completamente catastróficos.
Estos concursantes de la farsa electoral del 21 de noviembre están exponiendo la salud y la vida de millones de ciudadanos en esta comparsa electoral que es más de lo mismo.
Todo esto: el riesgo y el flujo de recursos a diestra y siniestra es parte de la ambición de unos y de otros; la codicia de aquellos que tienen el poder y no quieren soltarlo jamás, otros que se acomodaron al lado de estos con tal de tener dónde chupar.
Y por último, el status quo que está allí repartiéndose entre ellos mismos la tajada de la torta que les ha tocado en este reparto miserable, atroz e infausto de los bienes y recursos del Estado venezolano.
Sin duda, todo esto es bochornoso.
Esta tragicomedia que llaman elecciones busca al final la legitimación de un sistema de gobierno espurio, mayor desagüe de recursos nacionales, una ola dramática de contagiados de coronavirus y, además, la frustración de una ciudadanía que está siendo engañada por una oposición dividida y, cada una por su parte, colaboracionista del régimen.
Es menester, un cambio; y ese cambio debe ser en la conducción de una real, honesta y capaz oposición. Así de simple. Punto.