El Ministerio Público informa a la comunidad nacional que, luego de una exhaustiva investigación científica, ha sido detenido Pedro Tellechea Ruiz, junto con sus más inmediatos colaboradores, por la comisión de graves delitos que atentan contra los más altos intereses de la nación, donde destaca entre las diferentes causas que se le siguen la entrega del Sistema de Control y Mando Automatizado, conocido como el cerebro de Pdvsa, a una empresa controlada por los Servicios de Inteligencia de Estados Unidos, vulnerando así todos los mecanismos legales y nuestra soberanía nacional.
Estas acciones del Ministerio Público se han realizado en estricto apego a la Ley, con la plena cooperación constitucional del jefe del Estado, en la permanente batalla por la defensa de la integridad institucional del país. Tarek William Saab, fiscal general de la República Caracas, 21 de octubre de 2024
Lo que acaban de leer es el comunicado publicado por el Ministerio Público de la República Bolivariana de Venezuela, en el que da cuenta de la detención de quien hasta unas semanas antes era el presidente de Pdvsa, y luego, degradado a ministro de Industria y Comercio, confirmando que el desenvolvimiento de quienes ocuparon el cargo de ministro de Petróleo o de presidente de Pdvsa fue prácticamente el mismo, pareciera que a cada uno la mafia a la que pertenecían les entregó un guion que perseguía el mismo fin: saquear sin ningún rubor las finanzas públicas. Nadie, podrá argumentar que lo que se atribuye a Rafael Ramírez Carreño, Eulogio del Pino, Nelson Martínez, Tareck el Aissami, Pedro Tellechea, son producto de calumnias, injurias, difamación o inventos del sector opositor; ya que ha sido al más alto nivel de la cúpula gubernamental que la población se ha enterado, a pesar de que todo ello era la comidilla del país entero. Cuando se anuncia la destitución y encarcelamiento de Tellechea, imaginé que Nicolás Maduro redondearía la faena designando ministro de Petróleo a Alex Saab, seguramente pensó que era demasiada tentación, o tal vez quiso evitar que en el poquísimo tiempo que les queda demostrara que en lo que respecta a la corrupción no hay quien le gane.
Cuando echo la mirada hacia atrás y recuerdo algunos de los nombres de quienes ocuparon el cargo de ministro de Energía y Minas, que así se llamaba antes de convertirse en ministerio de petróleo, Santiago Vera Izquierdo, Juan Pablo Pérez Alfonzo, Manuel Pérez Guerrero, Hugo Pérez La Salvia, José Antonio Mayobre, Valentín Hernández Acosta, Humberto Calderón Berti, Celestino Armas, Arturo Hernández Grisanti, los que recuerdo, y me disculpan los familiares de quienes olvidé. Todos venezolanos, suficientemente preparados, capaces, auténticos servidores públicos, con profunda vocación democrática y amor por Venezuela, cada quien con su estilo y personalidad, pero todos profundamente honestos, que yo recuerde ninguno protagonizó escándalo alguno que obligara a los sectores opositores y mucho menos al alto gobierno a informar que se había procedido a la destitución o encarcelamiento de uno de ellos por ser delincuente. Vaya entonces mi reconocimiento a quienes aún viven y a los familiares de quienes ya fallecieron.
La comparación que acabo de hacer entre casi todos los exministros de la democracia y los exministros de la mal llamada revolución, me lleva a concluir que si alguna institución o grupo de personas, se empeña en establecer una comparación entre los funcionarios de alta jerarquía, que ingresaron durante el periodo democrático, y los que ingresaron luego de 1999, se repite en su gran mayoría lo ocurrido con los exministros de Energía y Minas y los exministros del Petróleo o presidentes de Pdvsa. Los primeros cortados con la tijera de la dignidad, del decoro, de la formación, del profesionalismo, de la ética, del deseo del servicio público, del amor por la patria, de la búsqueda de la verdad, pero sobre todo, convencidos de que el mayor activo patrimonial de un político o de cualquier otro servidor público es su honestidad. Mientras que los segundos fueron cortados con la tijera de la desvergüenza, del cinismo, de la viveza, del aprovechamiento de la cosa pública, convencidos de que hay que forrarse en billetes porque seguramente no habrá otra oportunidad. Esa fue la comparación que hicieron la mayoría de los electores el 28 de julio, por eso la paliza que recibieron, nunca antes vista.
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