Dos crónicas y una efeméride literaria han, levemente, sacado del aturdimiento a los escasos seguidores de eventos retóricos en la Colombia del coronavirus.
La primera, una queja biliosa de una señora de provincia, entrada ya en años, de género incierto, que, por no haber sido incluida en una antología de la poesía colombiana, –confeccionada por el hijo espurio de un andaluz de Jerez, que lo crió hasta que entró al servicio de un presidente que lo llevo a vivir en Washington por una década, no sabemos aún para qué–, financiada por el gobierno de Santos a instancias de una camarilla de fanáticos de las FARC, acusa al actual gobierno y al presidente Uribe Vélez, que nada han tenido que ver con el asunto, de centralismo y racismo bogotanos.
La rabia canina de la mojaguana autoincluida en Wikipedia deviene de su exclusión de las recientes misceláneas de poesía, de poetisas, o de lesbianas. Ha sido destituida, según sus palabras, por garrapatear contenidos alegóricos donde “un emperador va desnudo o su corona de nieve se derrite bajo el sol”. Achaca el ignorarla a los “tres” gobiernos de Álvaro Uribe, sus dos propios y ahora, el de Duque, saltando, con una pértiga izquierdista, el del traicionero Santos, que tuvo 8 años de ministra de Cultura a una hercúlea energúmena, promotora de trajes y modistos de la primera dama en las 63 embajadas y 104 consulados de la república, donde tras el desfile de la matrona más admirada por el contralmirante Gabriel Arango Bacci, se obsequiaba una Antología de la poesía contemporánea con 65 integrantes, [46 capullos, 19 pipirigallos], 22 bogotanos y solo 8 antioqueños, por orden expresa de la fornida ministra, que odia todo lo que venga de Medellín, y del Valle del Cauca apenas autorizara incluir uno, privilegiando la inclusión de textos manufacturados por zambos, calpamulatos y falsos guajiros, las nuevas castas, de la nueva república santista y fariana.
Los primeros, encarnados en dos caucanos de un municipio de 4.000 habitantes y millones de ácaros; el segundo por 3.000 testigos de Jehová que presienten al altísimo en las canciones de Diomedes Díaz y palpan su espíritu mientras ingieren seviche de elasmobranquio; y por último, la adinerada trinidad de dos embusteros que son un solo tramposo con tres apodos wayúu, que ni es indio, ni mestizo, ni saltatrás, ni habla wayúunaiki, ni tiene título, ni sabe escribir, pero con un sombrero hecho en China, recorrió el mundo favorecido por la obesa y su carnala, que, de compradora de libros de adeptos al santismo, terminó cuidando los incunables que se han perdido en la Biblioteca Nacional, donde hay colecciones desfondadas por San Juditas que han ido a parar a Barcelona entre castillos y granadas. Y para el colmo de los colmos, aparecen dos vates condenados por plagio; una por camelarse fragmentos de una tesis, y el otro, por poner en verso un libro de botánica, usando cientos de términos relativos al cultivo de la yerbabuena.
Según las notas de los funcionarios del Ministerio de Cultura, incluida la corpulenta funcionaria, se trataba de crear una suerte de vademécum lirico para lucimiento de la “paz de las FARC”, eligiendo textos sobre paisajes, naturales y urbanos; bellezas de la patria que debían quedar manchadas por los asesinatos de los pájaros conservadores durante la violencia de los años cincuenta y las masacres del paramilitarismo en los noventa, haciendo retumbar con su implacable terror las atrocidades de las huestes narcas en Necoclí, Mapiripán, Tamborales, Dabeiba, Encimadas, Tierralta, El Doncello, Segovia, Amaime, Vista Hermosa, Pájaro, Uribía, Confines, Caldono, Humadea, Pore, Paujil, Sotavento, Ituango, Taraira, Miraflores y Cumbal.
Incorporando, además, un extendido cupo al feminismo, que como un huracán va arrasando con la horda de machos rapsodas a medida que se acerca el final del bodrio, donde vence el Me Too. Y aun cuando hay varios homosexuales y homosexualas líricas incluidas, no hay textos que delaten esos gustos, porque como se sabe, la ministra corpulenta es más machista que Tarzán. Y otros de los involucrados no han salido del armario.
Las canciones, inundadas de tristeza, de los muchachos y las jovencitas que los comandantes, hoy senadores, violaron y vejaron para satisfacción de sus lujurias no tienen espacio aquí. Ni los 8.839 niños reclutados a la fuerza, ni los miles de abortos, ni las 1.755 incursiones guerrilleras en centros poblados, ni los 11.269 procesos que hay en la Fiscalía colombiana contra las FARC por masacres contra civiles, delitos sexuales y usos de armas no convencionales, entre otros crímenes. Mariana insiste a Mario evitar textos patrioteros o críticos con los gobiernos y por ello, la muestra, que se inicia con Arturo, que en su juventud celebró las guerrillas liberales, pero no a sus víctimas, liquida como poetas a De Greiff, Carranza, Vidales, Zalamea, Camacho Ramírez, Jaime Jaramillo, Eduardo Escobar, Gómez Jattín o Silvera, a quienes suplanta con figuritas como Mario Rivero, Nicolás Suescun, Miguel Méndez Camacho, José Luis Díaz Granados, Álvaro Rodríguez, Horacio Benavides, Luz Mery Giraldo, Piedad Bonet, Amparo Osorio, Robinson Quintero, Nelson Romero, Rafael del Castillo o Jorge Cadavid, dedicados mejor al comercio minorista, la impresión de libritos en tiras de papel sobrante, la confección de memoriales y tutelas, la sustracción de dineros oficiales o la fumigación de plagas y parásitos.
La segunda crónica, titulada El fajo poético, confeccionada por otro feroz enemigo de Uribe, el Centro Democrático y Duque, –sindicado de hacerse rico por sus vínculos con un mafioso, es dueño de una productora de televisión que ha recibido multimillonarias sumas del santismo, con prórrogas recientes de sus contratos a más de diez años y vive en Miami en una mansión de 5.000 millones de pesos–, rastrea la historia social y económica del CEO (chief executive officer) de una empresa de “Factoring” [léase agiotistas], que entre sus filiales de fachada tiene una fundación “sinónimo de lucro”, controlada por una parienta, dedicada, desde hace veinte años, a la promoción de la poesía mediante saraos, todos los martes de cada mes, en uno de sus gigantescos apartamentos bogotanos, a los que asisten toda clase de políticos, corruptos o no, y un grupito de poetas liderados por un par de lagartos, padre e hijo, y en la inmensa sombra, el Jeff Epstein del nadaísmo, que ha intimidado durante tres cuartas partes, de sus ochenta años, a cuanto poderoso conoce los vicios y los gustos sexuales para obtener espacios en diarios y revistas.
Según se informa habitualmente, Gloria Luz Gutiérrez, conocida como la Dama de las Tertulias, una suerte de Madame de Pompadour de pacotilla, fue condecorada, por una institución fantasma, en 2012, con la Orden Antonia Santos, la antepasada guerrillera de Juan Manuel. Presidentes, expresidentes, diplomáticos, empresarios, banqueros, sexólogos, erotómanos, copisoleros y otros saurios y chupamedias, asisten puntualmente a las reuniones, que cuentan con unos doscientos invitados por sesión, para escuchar, mientras saborean un canelazo preparado por Antanas Mockus, a los poetas de la patria y a los galardonados en su Premio Nacional de Poesía Inédita, que gana casi siempre un oriundo del antiguo Caldas [Giovanni López, Octavio Escobar Giraldo] región de origen de la organizadora.
La culta manizalita cuenta con la ayuda del afamado poeta Federico Díaz Granados, hijo del otro poeta José Luis, parientes, ambos, en incalculable grado de consanguinidad con Gabriel García Márquez. La mundialmente conocida escritora Alexandra Samper atribuye el éxito de las reuniones no solo a la pizza primavera que le enseñó a preparar María Mercedes Carranza, sino al champús de lulo, los tamales de tres carnes y el ají picante con el cual agasaja al respetable, sino a que “Ella [Gloria Luz] y su esposo [Luis Alfonso], un médico que ha sido gerente de un hospital, saben atender con cariño y se esmeran porque nos sintamos bien en su casa, donde no escatiman nada”.
Según otro prestigioso escritor, muy celebrado en las tertulias de doña Gloria, Federico Díaz Granados es un experto en poetas malditos, poetas italianos, Neruda, poetas suicidas, priedracelistas, nadaístas, hermetistas, etc., porque desde antes de nacer ya estaba predestinado a la poesía. El bisabuelo de Federico, un senador que nunca estuvo en la Guerra de los Mil Días, pero vio firmar la paz entre godos y liberales en una finca llamada Neerlandia, es citado por su nombre en Cien años de soledad, lo cual indica que Federico tenía que ser escritor. Además, Federico, que no terminó el bachillerato, pasó su niñez debajo de la mesa donde su papá vivía borracho, y a los 20 años decidió dedicarse a la bohemia y la poesía, comenzando de mesero en cantinas bogotanas como Saint Amour, Famas y Cronopios, editorial etílica que publicó su primer libro Las voces del fuego, donde sin duda desciende a los infiernos, y otros bares para mamertos como La Arcadia y El Bulín, donde conoció a Mario Rivero, que lo contrató para que le sacara, todos los días, cinco pesos, de la cuenta de ahorros que tenía en el Banco Popular del Ministerio de Comunicaciones. Mario lo llevó donde María Mercedes Carranza y su Casa Silva, y para premiar su obediencia y servilismo lo hizo subdirector de la única revista de poesía que ha producido plata en Colombia: Golpe de Dados. Cada número amasaba cerca de 4 millones, cobrados a los poetas publicados, a quien regalaban 2 ejemplares por prepucio y 10 que enviaban a Darío Jaramillo al Banco de la República y otros 10 a la Librería Lerner, que los regalaba a sus mejores clientes. Ahora es el albacea editorial para Colombia de Chus Visor, director de la Biblioteca del Colegio Gimnasio Moderno, hincha del Santa Fe, fanático de Stars Wars y Forrest Gump, y capo de tuti capi de la poesía colombiana. Según un vate de la antología del Mincultura:
Quien lea en la página virtual de La Tertulia de Gloria Luz notará que la empresa que financia sus actividades liricas es la Organización Servimos. Creada en 1978 por los hermanos José Alfredo y Carlos Eduardo Gutiérrez Villegas, según el lenguaje de los financistas, la empresa compra facturas y papeles similares con descuento como alternativa de liquidez para el comercio y la industria. Negocios que tuvieron origen en un barrio de clase baja, con un capital de 10 millones de pesos, pero que a 2007, según un diario económico, tenía activos por más de 13.000 millones. Pero han estado también vinculados a otras empresas públicas o controladas por el gobierno como el Ministerio del Trabajo, la Fiduprevisora, Findeter, Fontur y la Presidencia de la República a través del Fondo de Programas Especiales para la Paz, con sumas que alcanzan algo más de los 27.000 millones. Según el malqueriente de Uribe, el señor Carlos Eduardo se hizo rico prestando plata a interés en el barrio Ricaurte, mientras redactaba versos, incluso a políticos, que hace publicar en diarios de circulación nacional y ha estado enredado con intentos de compra o compras efectivas de bienes confiscados a los narcos; en la financiación de campañas políticas, etc.
Hasta que un agente de la Fiscalía encontró, debajo de un paquete, con los libros del Premio de Poesía Inédita María Mercedes Carranza 2 millones de pesos que un abogado de la Organización Servimos le había entregado después de una inspección judicial. Según el documento de la fiscalía “El investigador dejó escrito que quien atendió la diligencia mencionó que el inmueble es de uso exclusivo de la familia Gutiérrez Villegas, y que algunos integrantes tienen allí su oficina, entre ellos la señora Gloria Luz, quien lleva a cabo allí tertulias literarias. El abogado Uriel Augusto Gutiérrez, como representante legal, le hizo entrega de un estuche contentivo de un ejemplar de revistas de poesía que, según su dicho, son donadas de forma continua a varias instituciones de educación media y primaria. Al abrir en su casa el empaque que contenía las revistas, encontró la suma de dos millones de pesos ($ 2.000.000) en billetes cuya denominación era de cincuenta mil pesos ($ 50.000)”. Sin duda, el detective desconoce a los poetas premiados y por el escuálido tamaño de sus versos cree que son revistas y no libros.
Por último, la mencionada efeméride pretende recordar la obra de un notable polígrafo e investigador, hijo de una mestiza y un mulato del norte del país, miembro de una familia de artistas y periodistas, sin duda una de las figuras cimeras de nuestra cultura, creador de varias novelas de tema vernáculo, difusor de la literatura nacional tras la clausura de Mito, en una revista cuya importancia ha sido desestimada por la academia, e ignorada por las bibliotecas públicas, donde parece que no existe una colección completa.
Considerado históricamente el mayor difusor y estudioso de la influencia de las formas de comportamiento social y cultural de los esclavos africanos que fueron vendidos en Cartagena de Indias, hombre honesto que nunca uso del color de su piel o de sus saberes para vivir y enriquecerse sin trabajar, recibiendo prebendas del Estado, y agonizó sin la asistencia médica debida en la pobreza, un grupo de avivatos, que puede contarse con los dedos de una mano, ha convencido a la ministra de Cultura del actual gobierno, nacida en el puerto de mar más miserable pero que más dinero genera al fisco, para articular un espectáculo mediático, no para divulgar la obra del difunto, sino para llenarse las faltriqueras haciendo viajes al exterior, visitas a consulados y embajadas, películas, falsos tirajes de su obra, etc., etc., con el cuento, que ninguna entidad de control investigará nunca, de hacer un favor a la raza negra y los descendientes de esclavos. Dicen en los mentideros que ya han recibo algo así como 600 millones y nadie ha oído, en parte alguna, hablar del difunto. A lo que los occisos responden que son para editar las Obras Completas del celebrado. Vaya, vaya. Lo cierto es que una obra tan vasta y dispersa requiere un equipo serio para su edición, no las cuatro muchachitas que trabajando gratis, solo por fama, expolian los beneficiarios.
Todo orquestado por un par de politiqueros y un cuarterón, viejo militante del maoísmo obstinado de los años de la Revolución Cultural china, al lado de un calpamulato, que de cantor del proletariado ahora se dedica a ver a Dios en cuanto bicho se cruza en su camino de licencias remuneradas.
¡Pobre Manuel Zapata Olivella! A los cien años de nacido vino a toparse con un par de Lazarus Morell que lo están revendiendo.
P.D. Acaba de estallar en diarios y revistas colombianas y mexicanas un escándalo de corrupción de magnitudes inimaginables. El colectivo de periodistas independientes, La liga contra el silencio, denuncia que el amigazo colombiano del director mexicano del Fondo de Cultura Económica tenía un salario mensual cercano de los 5.000 dólares, y ha hecho toda clase de fechorías que pueden leerse en la página mencionada. No es la primera vez que en el FCE en Colombia suceden cosas parecidas. Nadie ha podido indagar nunca, porque está vetado por la Constitución colombiana, qué hace la gerencia cultural del Banco de la República, vinculada desde hace años a los negocios de los mexicanos, pero también hay que tener en cuenta que el acusado fue amamantado, como escritor y como bandido, en el Ministerio de Educación y principalmente en el Ministerio de Cultura, donde pervirtió, con su ejemplo, a cientos de jóvenes vinculados a una cosa corrupta llamada Renata, donde dicen que enseñan a escribir. El tema da para varios artículos.