El pasado 3 de diciembre, el hoy destituido presidente surcoreano Yoon Suk-yeol sorprendió a la ciudadanía de su país con una declaración de ley marcial que muy pocos se esperaban. De hecho, la declaración apenas sobrevivió seis horas, toda vez que la Asamblea Nacional rápidamente votó a favor de su levantamiento y Yoon no tuvo más remedio que acatar la decisión de los diputados surcoreanos. No obstante, tanto la declaración inicial de Yoon como la evolución de la situación política en Corea del Sur han ensuciado la imagen de un país más conocido estos últimos años por sus logros económicos, tecnológicos y culturales. El país del liderazgo en los informes académicos PISA, los móviles Samsung, los coches Hyundai, los premios Nobel y el K-pop lleva semanas en las noticias de todo el mundo debido a la incertidumbre política del país.
En cierto modo, la respuesta ciudadana, política y judicial a la declaración de ley marcial ha demostrado la resiliencia de la democracia surcoreana. Una amplísima mayoría de los surcoreanos han mostrado su rechazo a la declaración, bien a través de manifestaciones o cuando se les ha preguntado sobre ella. Los diputados a la Asamblea Nacional demostraron gran agilidad para rechazar la declaración incluso cuando todavía no se sabía si iba a prosperar. Y tanto el Tribunal Constitucional como los tribunales surcoreanos están juzgando las acciones de Yoon de manera imparcial y con celeridad. Si algo ha quedado claro, es que el futuro político surcoreano se va a jugar dentro de los límites marcados por la Constitución aprobada en 1987.
Aun así, Corea del Sur se enfrenta a un futuro problemático a corto plazo. Para empezar, el equipo legal de Yoon está intentando atrasar cuando no poner fin a los procesos abiertos tanto en el Tribunal Constitucional como en los tribunales de justicia ordinarios surcoreanos. Hay que dejar claro que las acciones tomadas por parte de los abogados del ya expresidente hasta ahora se atienen perfectamente al marco jurídico surcoreano. Incluso son comprensibles desde el punto de vista de un acusado, Yoon, que probablemente jamás pensó que se vería en esta tesitura cuando era el fiscal general más famoso del país. No obstante, la negativa de Yoon a prestar declaración y el inicial intento tanto por su parte como por la de sus seguidores de evitar su arresto invitan a pensar que se acerca una larga y dura batalla judicial. En anteriores casos de mociones de censura, el Tribunal Constitucional ha demostrado tanto su independencia como su relativa rapidez en confirmar o rechazar la decisión de la Asamblea Nacional. Pero no cabe duda que las tensiones judiciales no van a desaparecer hasta que los jueces del tribunal dictaminen si la moción de censura de Yoon se ajustó a la legalidad o no.
Mientras tanto, la batalla política por suceder a Yoon ya se encuentra en todo su apogeo. La política surcoreana muchas veces alcanza niveles de crispación similares a los que vivimos en España y en países de nuestro entorno. Sin embargo, las diferencias políticas entre el conservador Partido del Poder Popular y el liberal Partido Democrático de Corea, los dos principales partidos surcoreanos, en general, no son tan grandes como las que existen en Europa Occidental o Estados Unidos. Especialmente en el ámbito económico, pues una gran parte de los líderes políticos, empresariales y financieros están de acuerdo en la política económica a seguir. Tampoco hay grandes desacuerdos en temas como las políticas de empleo, la inmigración o el sistema educativo, por poner algunos ejemplos de los debates que dominan la política española y europea. Sin embargo, esto lleva a que muchas veces el debate político se tense porque los líderes tanto del PPP como del DP han de encontrar formas de diferenciarse del contrario.
Y ahora mismo, Corea del Sur se encuentra en una situación de campaña preelectoral. Es de esperar que el futuro judicial de Yoon se resuelva en un periodo de alrededor de tres meses como mucho. De confirmar el Tribunal Constitucional el cese de Yoon, Corea del Sur tendría que ir a las urnas en periodo de no más de 60 días tras la decisión del tribunal. La inauguración del nuevo presidente tendría lugar poco después. Así pues, Corea del Sur podría tener un nuevo presidente en menos de seis meses. En los días posteriores a la moción de censura de Yoon, parecía claro que Lee Jae-myung, el líder del DP, sería el próximo presidente de Corea del Sur. Tras perder por solo 0,7 décimas las elecciones presidenciales de 2022 frente a Yoon, parecía que su momento había llegado. Sin embargo, Lee se enfrenta a sus propios problemas judiciales que se remontan a su época como alcalde y gobernador provincial. Recientemente, el PPP ha superado al DP en cuanto a valoración por parte de los votantes surcoreanos. Una vez que el partido anuncie a su candidato, es de esperar que suponga un duro contrincante para Lee. La batalla política surcoreana no va sino a endurecerse en los próximos meses.
La gran mayoría de los surcoreanos se muestran estupefactos ante la situación en la que se encuentra su país. La moral nacional surcoreana había tocado un nuevo techo con el premio Nobel de Literatura para Han Kang anunciado el pasado octubre. Menos de dos meses después, muchos se fueron a la cama y se volvieron a despertar en un país democrático, sí, pero transformado por seis horas en las que el país en teoría vivió bajo una ley marcial. Desde entonces, numerosas encuestas y entrevistas han servido para mostrar que la gran mayoría de la población se avergüenza de las acciones emprendidas por Yoon y se muestra preocupada por la imagen que ciudadanos y líderes de otros países puedan tener de su país. En este sentido, una gran parte de la opinión pública surcoreana no empezará a recuperar la esperanza hasta que no se cierre este negro capítulo de la historia de su país.
Aun así, muchos surcoreanos hace tiempo que comenzaron a entender que su país es admirado por su desarrollo económico, tecnología puntera, cultura de alcance global y, todo hay que decirlo, exitosa transición de dictadura a democracia. En el pasado, muchos surcoreanos miraban a Estados Unidos o Europa Occidental como el modelo de mundo desarrollado a intentar emular. A día de hoy, muchos surcoreanos los ven como países desarrollados como el suyo. Ni mejores ni peores. Simplemente con muchas similitudes, pero también algunas diferencias. Y esta nueva visión e idea sobre su posición y la posición de su país a nivel internacional ha sufrido un duro golpe debido a la declaración de ley marcial por parte de Yoon, pero es improbable que cambie a largo plazo. Al fin y al cabo, tanto la Corea unificada como la Corea del Sur independiente se han visto en peores situaciones a lo largo de su historia. Y el país siempre ha salido reforzado de ellas.
Artículo publicado en el diario ABC de España