Para Alves, M. (2020), con la herramienta de big data se pueden construir realidades para conducir y manipular el mundo físico y sus interacciones sociales, controlando y distorsionando procesos de cualquier índole, lo cual puede llegar a dominar, influenciar y modelar el comportamiento del cerebro humano desde el mundo digital, empleando la ciencia con interferencia de los valores.
Es casi un tópico o lugar común, cuando de destacar la interconexión de nuestra época se trata, enumerar que diariamente son enviados 294 billones (millones de millones) de correos y más de 400 millones de tuits; que cada día son realizadas 2.880 millones de búsquedas en Internet y que 1.000 millones de usuarios visitan YouTube cada mes. Pues, bien, la generación de masas de datos es hoy tan grande, que algunos expertos suelen afirmar que la cantidad de información acumulada por la humanidad hasta 2003 equivale a lo producido hoy en dos días, hecho que debiera llevar a pensar que tal inmensidad garantiza que la información particular y específica sea prácticamente inaccesible a los extraños y los curiosos, por la dificultad que supondría su búsqueda.
Los datos personales son un recurso estratégico para cualquier régimen. Las filtraciones masivas de información ponen en evidencia la ambición de vigilancia global de la sociedad. Pero cuando los datos son controlados por los políticos ambiciosos podrían constituir un peligro.
Los partidos políticos son cada vez más conscientes de que el uso de big data es necesario en estos tiempos que corren porque dota a los partidos de la posibilidad de conocer a su organización y a la vez acceder al votante de manera directa.
La tecnología big data se ha convertido en algo esencial en una campaña electoral porque, de esa manera, los partidos políticos conocen mejor al electorado para dirigir su mensaje. Entre los beneficios que aporta el big data en la política son:
- Predice el comportamiento electoral porque conoce mejor al electorado.
- Potencia la comunicación y la interactuación digital porque hay una mejora en la escucha-participación del ciudadano.
- Y, por lo tanto, se personaliza el mensaje.
En definitiva, permite a los partidos políticos conocer todos los perfiles de los votantes. Han Byung-Chul define big data como: un instrumento eficaz y eficiente que permite la obtención de un conocimiento integral de la manera en que se establecen las relaciones sociales en el entramado mediático de la ciber sociedad, viabilizando la búsqueda y análisis de grandes datos para generar tendencias y perfiles a nivel de país, de carácter regional e incluso mundial. La significación del tema radica en que su comprensión permite estar alertas de los riesgos políticos de las transformaciones tecnológicas en la dinámica de los momentos históricos.
Big data ayudará a tomar las decisiones del futuro basadas en datos, predecir el futuro basado en el poder de los algoritmos, pero lo más importante es que nos ayudará a comprender mejor nuestro mundo como un todo y quedará en nosotros aplicarlo de forma correcta. Evidentemente, necesitamos una cultura de datos para una nueva política y para una nueva comunicación política. Más consciente, más lúcida y comprometida. Debemos, en comunicación política y en comunicación de gobierno, ir del big data al data thinking.
El gobierno de Nicolás Maduro gana muchas elecciones en minoría con un peso específico gracias al análisis y al cruce de su robusta big data, es una verdad que el PSUV y el régimen conoce de manera muy exhaustiva al ciudadano venezolano, sus características, preferencias, necesidades y deseos. Esta herramienta le permite al régimen acercarse de manera estratégica y efectiva determinados estratos sociales de la población, en este caso D/E. Esta gente produce a través de las redes una gran cantidad de datos significativo incluso para el control social. Maduro tiene un gran desafío con el próximo proceso electoral presidencial 2024, sabe que no son tiempos de la marea roja y menos de los petrodólares. Sin embargo, se maneja sobre la base de una big data que mueve a su capital político en los momentos de votaciones para ganar y apuntalar un proceso agotado y sin futuro, según todos los estudios de opinión pública.
No obstante, políticos, gobernantes, analistas y consultores tendrán que evolucionar hacia este nuevo paradigma en el que la sociedad hiperconectada deja de ser una masa estandarizada, para convertirse en individualidades que expresan sus opiniones, reclamos, sentimientos y temores. Big data les permite a los dirigentes y candidatos tener una percepción más clara sobre la opinión del electorado y poder así tomar mejores decisiones. Como, por ejemplo, profundizar la campaña en aquellas ciudades o sectores populares donde la intención de voto le resulta desfavorable. Así, es posible utilizar las tecnologías del big data para realizar predicciones sobre cómo serían los resultados de las elecciones, ejemplo las presidenciales previstas para el próximo 28 de julio de 2024, según el CNE.
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