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Contradicción insalvable

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  1. El régimen de Maduro se ha estabilizado precariamente, con la alianza internacional que le sirve de soporte interno y externo, aunque la tormenta sigue. No alcanzará estabilidad real y duradera porque la nación está destruida, su población en diáspora dentro y fuera de sus fronteras, el territorio encogido por la presencia de grupos ilegales y paramilitares en más de 70% de la geografía, y las instituciones vueltas papilla. Hay hambre, pobreza y virus. Esto no lo puede componer la corporación criminal. Lo que sí puede hacer es desarrollar o proteger burbujas de estabilidad que a ciertos sectores le comunican –y estos transmiten– la sensación de que mal que bien algunas cosas funcionan. ¿Y los precios? Por las nubes; pero quien tenga algún dinerillo en dólares puede manejarse. Esto es lo que les interesa: espacios no conflictivos en cuanto sea posible; represión brutal en cuanto sea necesario. La respuesta de algunos que viven la burbuja siempre es una oda a la negociación; son las buenas almas de la nadería.
  2. Sin embargo, todo lo anterior no explica por sí solo la permanencia del régimen. La razón fundamental es la ausencia de una política opositora convergente para el rescate de la libertad y la democracia. En este terreno hay efectos ópticos que es necesario despejar: ningún partido opositor ni todos juntos tienen fuerza importante alguna; tienen militantes en mayor o menor medida y ninguno tiene fuerza ni siquiera para convocar a una manifestación multitudinaria. En términos concretos, esos partidos no existen, como es natural en el marco de un autoritarismo extremo y con los errores históricos cometidos por esas organizaciones.
  3. Esos partidos se tomaron una foto en 2015 para las elecciones de la Asamblea Nacional y alcanzaron un porcentaje de representación (en algunos casos con trampas hacia los otros partidos); con ese porcentaje se han bailado la política nacional e internacional hasta la fecha, cosa que no se corresponde –de acuerdo con los estudios de opinión- con la situación de hoy; pero, a los efectos de la argumentación, supongamos que los partidos tienen la fuerza relativa que refleja su porción de diputados a la Asamblea Nacional (aceptemos que incluso están todavía allí los que se fueron a cohabitar abiertamente). Aun si fuera así, todo eso junto hoy no mueve nada en la dirección de la salida del régimen.
  4. En contra de esto, podría decirse que la consulta popular sí logró movilizar en Internet y algunos sitios. Se sabe que al margen de los números fantasiosos puestos a circular, lo cierto es que no pasó nada aunque varios cientos de miles hubieran acudido al llamado con la mayor y mejor buena fe del mundo. Porque después del 12 de diciembre no hubo ni hay plan que enganche con la voluntad ciudadana. Después del 12 vino el 13 y hoy es 16.
  5. La respuesta de por qué y cuándo se movilizan los ciudadanos tiene dos claves: la unidad y el objetivo de salir del régimen sin atenuaciones. La unidad no puede ocurrir si no hay objetivos y estrategia compartidos. Puede haber el objetivo común de salir de Maduro y su Banda; pero, si unos creen que es mediante la cohabitación, otros mediante la negociación, los de más allá dicen que en elecciones con el régimen en el poder, y los de más acá proponen un acto de fuerza, entonces ni hay unidad, ni hay estrategia común y, peor, tampoco objetivos comunes aunque retóricamente se parezcan.
  6. El núcleo de la cuestión es la temeridad propuesta otra vez por el interinato, según la cual hay que construir un régimen de transición con el chavismo. Lo cual lleva a preguntas básicas. La primera de las cuales es: si los chavistas del régimen desean/quieren/procuran/les conviene una transición política que deseche a Maduro, ¿necesitan a la oposición para cogerse un poder que ya tienen y del cual la oposición carece? Se podría responder: porque solo con la oposición les quitarían las sanciones; entonces estos podrían presumir que si salieran de Maduro ellos solos también les quitarían las sanciones si se avienen luego a elecciones, caso en el cual tampoco necesitarían cogobernar con el interinato.
  7. Presumir una transición con el chavismo es no entender, para nada, la naturaleza del régimen. Si lo que el interinato busca es el “chavista desconocido” para su gobierno, no servirá a sus supuestos propósitos de lubricar la transición porque no sería representativo; si buscan chavistas como los de la mamarrachada del 30 de abril de 2019, les costaría menos tenerlos a todos en su gobierno que convencer al país de sus bondades; por lo que durarían menos de 15 minutos en esa colorida e imposible transición. Los del régimen saben estas cosas y por eso resisten los cantos de sirena y hasta los cantos de “ballena” que algún prócer inventó.
  8. Esas visiones contradictorias y erráticas son las que impiden la movilización de la sociedad. Solo cuando hay unidad en un propósito que engancha con la situación de los ciudadanos y su esperanza es posible ver lo que se ha visto en jornadas tanto electorales (2004, 2005, 2017, 2018 y 2020) como insurreccionales (2002, 2003, 2014, 2017 y 2019). No es sólo la unidad de toda la oposición sino la unidad en torno a un propósito que se piensa pueda llevar al régimen a su fin sin que sus jefes pasen de contrabando a la transición.
  9. A un régimen arrodillado porque la fuerza que se le opone es superior, se le puede ofrecer, en la hora sexta, el pasaporte para que unos se vayan y otros se vengan bajo el comando de las fuerzas de la libertad; pero cuando una oposición desorientada hace esta oferta y no tiene arrinconado al régimen al cual le ofrece la puerta abierta, lo que hace es implorar la cohabitación; y jugar el juego según el cual los asesinos y sus víctimas pueden colaborar en bellos propósitos comunes.
  10. Esta dinámica es la que ha producido la decadencia del interinato y que lo ha aislado de casi todo el espectro político venezolano, lo cual incluye a varios de los partidos del extinto G4. Las cosas pueden cambiar de repente. Siempre recuerdo la depresión colectiva de diciembre de 2013 y luego la emocionada protesta, imprevista y magnífica, que comenzó en enero de 2014 con La Salida, que duró hasta que fue enterrada en el “diálogo” de abril de ese año.
  11. ¿Cómo será enero de 2021? ¿Qué sorpresas promete? Ojalá que no sean las mismas de 2020.

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