Los demócratas creemos en el voto, pero el régimen no da valor al voto. Construyamos fuerza política para dar poder al voto. No esperemos nada de los malandros, ellos no soltarán el poder. La consulta ciudadana para la renovación del liderazgo debe ser configurada por la misma sociedad civil. Se plantea como una ruta para desplazar a los entreguistas de siempre que transan alrededor de sus mezquinos intereses y no tienen por objetivo la libertad de Venezuela.
El régimen bajo su diseño estratégico oculta la realidad que trata de dominar con la base endeble de la mentira, que tiene patas cortas. Le asigna el papel -que prestamente sale a jugar- la comprada “opolaboración”. Lo que sale de allí no tiene ningún resultado positivo para la población, porque no se está trabajando sobre la realidad. El pueblo ya está cansado del maquiavelismo empobrecedor y no se ve reflejado en esa dirigencia quebrada, que son la razón de tanto descalabro y no tiene correspondencia moral ni de esfuerzo con ese pueblo sufrido. De esta manera las próximas elecciones están perdidas, porque el escenario de la entrega lo diseñaron e impusieron y los vencidos lo cohonestaron. Se cubren diciendo que el pueblo no tiene voluntad de lucha, no quiere hacer política y está cansado. El discurso de un sector se le impone a la realidad nacional, a ese manido y desgastado discurso no le queda nada. Son fuegos fatuos.
Los elementos enarbolados por la tiranía de hoy en sus inicios que provocaron el rompimiento con la dinámica de los 40 años de democracia, lucen hoy muchísimo más agravados: la desigualdad causada por la pobreza extrema que no puede resolverse; estancamiento de la movilidad social; la vuelta a los altos niveles de delincuencia, peor por la internacionalización de los carteles amparados por las mafias que gobiernan.
La burbuja explotó, es hora de referirse al país de verdad que muchos evitan ver. No hay insumos para que la industria aumente su capacidad instalada, necesita de la mano de obra calificada que emigró. Nada se logra con servicios públicos precarios: sin agua ni electricidad.
Hace falta un liderazgo renovado y confiable, para el que la democracia sea lo primero y evite la operación nefasta de blanqueamiento del régimen. El liderazgo del coraje debe articular la rabia contra los CLAP y convertirlo en poder. Hablarle de manera firme y clara a la comunidad internacional y hacer valer sus razones que lo llevan a oponerse a los acuerdos por petróleo. No podemos dejar de lado la justicia. Bajo esta lógica incoherente el mensaje a los criminales es: si tienen petróleo son impunes.
¡Libertad para Javier Tarazona y Emilio Negrín! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!