En México no ocurrió la decisión. Fue en Caracas. Reminiscencias de aquellas anteriores elecciones regionales que les permitieron colar unos cuatro gobernadores que no pudieron gobernar ni nada, a quienes les colgaron unos «protectores». Especies de preservativos que filtran recursos y acciones a través de quienes el régimen domina todos los hilos del poder nacional que se les han podido escapar. Por cierto, a los que obtuvieron entonces su triunfo en el Zulia y en Bolívar en aquella ocasión les arrebataron su ganancia. Cosas del mal entendimiento de la «democracia» por los rojos.
En aquella cantinflérica oportunidad uno de los exdirectivos de la organización de partidos en alianza anunciaba eufórico por las redes sociales la victoria anticipada en la gran mayoría de los estados del país. Una bufa celebración previa, a boca de urna, chocaba con la realidad impuesta. Recuerdo que el jefe en ejercicio de la MUD nos convocó a diversos gremios y sindicatos del país con cara de derrotado, después de la paliza monumental que recibieron. Luego de caer en cuenta y despertar acontecidos de su creencia engañosa del logro, según ellos, antes de contar bien, el logro más trascendente después del real y último, después de haber arrastrado con la gente al régimen para apropiarse políticamente de la Asamblea Nacional, esa que también resultó desplazada violentamente del poder democrático. En aquella ácida reunión, el apaleado «dirigente» emitió ante la audiencia de aproximadamente 100 personas una frase humilde desde su continua arrogancia, repleta según el de sabiduría: «Ayúdennos porque no sabemos que hacer». Luego: «Interpretemos los resultados». «Nos derrotaron».
El moridero no es México. Es Venezuela. Más allá de algunas liberaciones de presos, no muchas; si acaso es creíble que ocurrieron, no hay alcance mostrable ni demostrable. Las condiciones electorales no sufrieron alteración alguna. Pero, zas. Se lanzaron al ruedo de las banderas, de los reales, de la derrota de la presión, de las intenciones de liberar al país. La tardanza era bufa también. El Consejo Nacional Electoral estira y estira los días como quien alarga una goma de atrapar moscas. Y van cayendo.
Nada importó que los presos sigan presos, que la ayuda humanitaria no se haya resuelto, ni las vacunas, ni la educación, nada. Elecciones es la palabra mágica para capturar a esta gente. Y el régimen lo sabe. Hasta les financia su participación con tal de verlos jadeando y babeando. La ventolera recorrerá el país como carnaval grotesco. Y más: reconocen así como legítima la Asamblea Nacional por la que no más decidieron no votar en diciembre pasado. Reconocen al CNE que esa Asamblea, espuria hasta la mención de la palabra mágica: el ábrete sésamo de los Alí Babá, nombró sin concesiones. Guaidó sepultado, la AN muerta, los deseos de libertad traicionados. Llegó el festín donde todos se igualan. La resaca ocurrirá el 22 de noviembre. Cuando el talante criminal del régimen enseñe descarado las resultas. Nuevamente pedirán ayuda reconstructiva. Hasta arrancar con un incierto referéndum y así… Secuenciando al régimen hasta el infinito. Negociando con el régimen. Prosternándose ante el régimen, arrastrándose ante el régimen. La miseria de Venezuela no ocurre por falta de alimentos sino de dignidad de algunos más miserables que otros.
Lo peor: piensan que la gente seguirá respaldando sus bufonadas engañadoras. México servirá para tapar la decisión por levantar las sanciones, por darle más oxigeno al régimen cuando boquea. La preservación de un negocio compartido entre todos los colores de los partidos que se harán parte del festín, del botín. Con este accionar alejan más la democracia y más la libertad. Quienes creemos en ella seguiremos la lucha que coloca definitivamente en el otro extremo, al frente, a los criminales con sus secuaces, del color que quieran pintarse para tratar de disimular. El propósito debe seguir siendo el mismo: la liberación del país. Cualquier impedimento debe ser saltado. Más fuerza da la determinación del enemigo. El objetivo sigue allí. Lo alcanzaremos. Los obstáculos sean bienvenidos. Sobra con quienes superarlos.