Durante 2022, el Consejo Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) se convirtió en un hacha aún más afilada que en el pasado, cuya función es decapitar a todo aquel medio de comunicación que no sea del agrado de los jerarcas del régimen. En los últimos meses se han ensañado con sevicia contra las emisoras de radio en gran parte del país. En lo que va del año, Conatel ha cerrado cerca de cien radiodifusoras en Venezuela. En las semanas más recientes se afincó en el estado Zulia, donde clausuró quince estaciones. En Táchira embistió contra ocho. Ni siquiera el deprimido estado Sucre se salvó de la razia; en Cumaná fueron clausuradas dos emisoras. El gobierno avanza en el dominio del espectro radial sin contemplaciones de ningún género.
Los argumentos para clausurar y confiscarlos equipos de las emisoras radiales se mueven entre el cinismo y el desprecio por la inteligencia de los venezolanos. Las razones que invocan aluden al supuesto incumplimiento de las normas de Conatel o a la caducidad de las concesiones. Dan esas explicaciones a pesar de que la mayoría de esas emisoras han funcionado durante años e incluso décadas. El incumplimiento del que hablan no opera para sancionar a Venezolana de Televisión (VTV) o a las centenas de estaciones en manos del gobierno, convertidas en paredones de fusilamiento de los dirigentes opositores y de los disidentes del chavismo.
Las valientes denuncias del Colegio Nacional de Periodistas, el Sindicato Nacional de la Prensa, ONG como Espacio Público y otras organizaciones de la sociedad civil, no han sido suficientes para aplacar la furia del régimen, que además cuenta con el silencio y complicidad de la Asamblea Nacional dirigida por Jorge Rodríguez, la Fiscalía General y la Defensoría del Pueblo. El gobierno y el Estado se coaligaron para darles un mazazo a la libertad de expresión y al derecho a la información. Lo único veraz y oportuno, de acuerdo con Conatel, son los bulos que transmite el gobierno durante las 24 horas del día los 365 días del año. Cuanta tontería se les ocurre a los jerarcas del PSUV o del gobierno es presentada en todos los medios audiovisuales financiados con recursos públicos. Una de las últimas necedades fue decir, sin ruborizarse, que en realidad los culpables de la tragedia de Las Tejerías eran los españoles que conquistaron y colonizaron el territorio venezolano. ¡Qué manera tan burda de intentar ocultar su infinita ineficacia!
La campaña para acabar con las radios independientes forma parte de la cruzada emprendida por el régimen hace más de dos décadas contra los medios privados: la televisión, la prensa escrita y los portales informativos. Algunas de las víctimas más connotadas han sido RCTV, El Nacional y numerosos portales acosados por los servicios secretos.
La arremetida contra las radios no persigue solo contar con más medios para difundir majaderías como la que acabo de mencionar, sino seguir aumentando la red de medios informativos que les permitan silenciar las voces de protesta por el estado en el que se encuentran los servicios públicos y la infraestructura nacional, o por el incremento de los precios de los alimentos, o por cualquiera de las numerosas razones que tienen los venezolanos para quejarse por la ruina provocada por el chavismo-madurismo. Además, el régimen pretende silenciar a los opositores políticos y dirigentes sindicales que luchan por mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. A estos líderes trata de acallarlos e invisibilizarlos. Que nadie los oiga ni los vea. Que no existan, para que los problemas no se revelen ni los errores u omisiones se señalen. Para que la corrupción no se denuncie.
El silencio y la mordaza apuntan a fomentar el clima que la futura campaña presidencial necesita para aspirar la reelección de Nicolás Maduro en la Presidencia de la República. El gobierno trata de promover un ambiente donde las únicas informaciones e interpretaciones de los hechos provengan de la fuente oficial. Se quiere que la verdad sagrada, incuestionable e inmutable sea la que transmita la línea oficial del régimen. Con una indiscutible hegemonía en el campo comunicacional, Maduro aparecerá como el líder imprescindible e insustituible que la nación necesita.
No es casual, entonces, que el gobernante venezolano haya sido uno de los primeros mandatarios, junto con Vladimir Putin y Kim Jong-un, en felicitar la entronización en el poder de Xi Jinping, el nuevo emperador chino.
Todos los de su clase quieren un trono vitalicio. Veremos si Maduro con el hacha de Conatel puede lograrlo.
@trinomarquezc
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