La ciudadanía está molesta, enfurecida, enojada, sus necesidades se incrementan y los servicios básicos desaparecen. Sin gas, agua potable ni electricidad en sus hogares, industrias, hospitales, clínicas y dispensarios de salud. Deficientes telecomunicaciones, insuficiencia de gasolina, carestía de medicina, inseguridad, negación de justicia, economía destartalada, moneda devastada, sin valor, ¿de cuál invasión se habla? El imperialismo estadounidense ni europeo tienen nada que hacer, solo permitir nos consumamos, y de eso se encarga con eficiencia el castro-madurismo político, represor, corrupto, aferrado con uñas, dientes y bolsillos al poder. Clonación de la desgracia cubana, pero contra un territorio y población mucho más grande, en la era de la modernidad, adelanto tecnológico, y plena expansión comunicacional.

Para incrédulos intervenir en Venezuela es realismo mágico. Están los que reflexionan escenarios aterradores, guerra civil, resistencia violenta y peligrosa por parte del oficialismo, sus colaboradores asociados. Pero lo que destella, son elecciones amañadas, tramposas, negociaciones innobles, pactos inciviles, ocultos y convenientes; que podrán realizarse, pero no serán reconocidas ni legitimadas. Porque son convocadas por prófugos de la justicia internacional.

El oficialismo, con premeditación y alevosía, ha hecho todo para destruir el país, arruinarnos, derribar la sociedad, la institución militar y civil, demoler la historia, arruinar fronteras, destruir escuelas, lavando el cerebro a los niños para que crean en las bondades del socialismo -a pesar de ser un fracaso absoluto-, mientras demoniza la religión, fe, esperanza; y glorifica el miedo, control social, violencia y cultura de matones.

La oposición vive momentos complicados, complejos. La bigamia política se ha puesto de moda. La traición no es solo una reacción, es una vileza. Los distintos sectores se empeñan en devorarse. A unos los llaman alacranes, a otros no, pero todos lo son, polígamos de la política, basureros de ambiciones bajas e intereses ocultos, hombres y mujeres incompletos, de miradas huidizas y manos sucias siempre escondidas, pozos que acumulan la inmundicia por falta de tesón, de la indignidad como uniforme, sonrisa dibujada como las rojas falsas que usan payasos de baja estofa y falta de originalidad para esconder malestares de sus almas.

No hay mal que por bien no venga, asegura esperanzador el viejo refrán, todo mal viene con más mal porque el mal es mi alimento, interpretan peligrosos guasones de la política arrastrando bolsas de basura, lo único que realmente tienen, San Nicolás de la podredumbre.

El castrismo de mal en peor. A confesión de parte, relevo de prueba, dicen los abogados. El régimen no puede ocultar su incompetencia, esconder la profundidad y gravedad de la crisis generalizada. El desespero social es evidente, en aumento y aflora con rapidez.

La realidad, fuimos derrotados por una revolución embustera, deshonesta, inútil. Y ahora en su haber, el indigno y para nada orgulloso Informe de la ONU que insta a la rendición de cuentas por la masiva y sistemática participación en crímenes de lesa humanidad. El imperialismo no necesita enfrentarse a discusiones estériles, críticas interesadas y sinsentido, aburridos discursos, hipócritas y teatrales habituales de la diplomacia; tampoco a enormes gastos en el despliegue de fuerzas. Les basta continuar recorriendo con sus naves el Caribe, cumpliendo compromisos de entrenamiento persiguiendo narcos.

El castrismo es contrario a la libertad de expresión, quienes osen desafiarlo en sus opiniones, serán castigados, objeto de persecución y acoso. El socialismo bolivariano tergiversa y hasta borra la historia adecuándola groseramente a sus interés y creencias. El chavismo disfruta el caos, está cómodo en la anarquía y falta el respeto a la justicia mundial. Su narrativa es un zumbido constante de hostigamiento opresor/oprimido destinado a dividir en tantas formas como sea posible. Se victimizan sin asumir responsabilidad de sus vidas, comunidades y futuros.

La ciudadanía está harta de hipocresía, comportamiento y creencias estúpidas de ignorantes e intolerantes. Han hecho lo imposible por arrancar la esperanza y fe de la vida. Destruir, nunca construir. Eligen la destrucción como modus operandi. Irrespetan y se burlan del ciudadano, de nuestros principios y valores.

Pero cuando la situación pasa a ser un problema de seguridad hemisférica, como lo expresa el jefe del Comando Sur, la decisión está en un nivel superior. No aparecerán para invadirnos, no lo necesitan, cuando sea el momento, cada día más cercano, vendrán a invertir. Serán recibidos con la gentileza y urbanidad que nos caracteriza. ¡Venezuela, es una nación secuestrada, atiborrada de rehenes, deseosos de ser liberados!

@ArmandoMartini


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