Venezuela se convirtió en el territorio de lo posible. Vemos y escuchamos en los medios de comunicación y redes sociales, el colapso y la perversión del sistema político en nuestro país. Los sectores dominantes y más visibles actúan fallida e irresponsablemente para mostrar alguna fortaleza -evidentemente inexistente- que cautive al ciudadano que se encuentra acorralado, en situación de precariedad económica, presión psicológica, manipulación mediática y en estado de asfixia y esclavitud.
Emergen alternativas que buscan cambiar la realidad que se vive bajo parámetros y estrategias de impredecibles consecuencias y resultados.
El escenario mediático prioriza el hervidero de la oposición desnuda y segmentada, que hace esfuerzos por recomponerse, pese a tantos señalamientos y fracasos; pero poco habla de las rivalidades oficialistas y la pugna cruenta muy bien silenciada en la olla del hermetismo psuvista, que enfrenta por primera vez más dificultades que la oposición… en todos los sentidos.
Los sectores políticos que «se oponen al régimen» arrastrarán el fenómeno inducido del divisionismo hasta el final. El bloque de mayor fortaleza trata de dirimir sus diferencias en un proceso de primarias, que la población ve con buenos ojos, promueve y muestra interés en participar. Otro sector es el que está compuesto por partidos que nacieron en la última década y que ha actuado a favor del régimen; sus resultados numéricos fueron muy modestos, pero costosos para los inversionistas de la división y continúan comprometidos junto con otras organizaciones de vieja data en mantener candidatos propios para las elecciones presidenciales de 2024. Y un tercer grupo de candidatos y aspirantes independientes es el de los que mantendrán sus posturas, que según las encuestas podrían no tener alguna incidencia determinante. Este escenario no cambiará y podrá ser superado y solventado con la unidad de los venezolanos en torno a la oportunidad cierta de vencer al que resulte finalmente como el candidato oficial del chavismo o el madurismo, por si acaso alguien no lo notado, dos corrientes distintas.
Los 3 sectores de oposición van por conquistar al 90% del país que pide la salida de Maduro del poder.
La caja de Pandora en la que se ha convertido el PSUV con tan solo 10% en sus arcas -su saldo político tras 24 años de desgaste y retrocesos aplicados al país- busca el sustituto a la impopularidad del hasta ahora aspirante a la reelección. Comenzaron los ensayos en los escenarios dominados por Maduro.
Ver a Nicolás Maduro Guerra dirigiéndose al componente militar tiene un mensaje claro. Muestra una visión oficialista de una posible nueva sucesión del poder. Muchos se preguntan el por qué de esta acción en un escenario y momento tan importante para los componentes de la Fuerza Armada. Acaso es este un escenario para la participación protagónica del primogénito del señor Maduro con la anuencia y consentimiento del señor Padrino López, recientemente ratificado en su cargo de ministro de la Defensa.
Se han señalado otros posibles candidatos presidenciales sustitutos como Héctor Rodríguez, Rafael Lacava y hasta los hermanos Rodríguez.
Ante este escenario de grandes especulaciones lo que cuenta son las acciones. Ya las estamos viendo.
Otro que venía volando era Tareck el Aissami, que evidentemente salió del juego como protagonista, al igual que en su momento Rafael Ramírez, uno desaparecido y otro prófugo, ambos destacados revolucionarios que manejaron la industria petrolera del país con resultados y saldos por todos conocidos. Amasaron grandes capitales que difícilmente serán puestos al servicio del continuismo del socialismo del siglo XXI. Presten atención a estos dos casos que incidirán en las resultas del torbellino rojo.
Pero los conocedores del ambiente interno en el oficialismo, la jauría roja y los carroñeros del poder no nombran y subestiman al señor Diosdado Cabello, quien en cadena nacional fue visto a la diestra del padre de la revolución, hoy difunto, cuando ungía al señor Maduro como el sucesor para conducir y continuar la construcción del socialismo, invitando a los venezolanos a votar por el.
Ante esta cadena nacional inolvidable para los venezolanos, en especial para quienes volvieron a votar por la revolución bolivariana, ante la impopularidad y decrecimiento numérico irrecuperable del líder del PSUV. Quizás esta vez la cadena de sucesión chavista sea baipaseada.
¿Veremos a un Diosdado Cabello aceptar y levantarle la mano al ungido por su sombra, es decir, el señor Nicolás Maduro?
Quienes solo evalúan a la oposición para opinar sobre el futuro electoral, considero yo, deben manejar escenarios y tener en sus planes a quienes podrían ser los posibles candidatos de la revolución.
Quien tiene el dominio partidista, se conecta con su dirigencia y atiende los compromisos de proselitismo político en todo el país es Diosdado Cabello. Quien maneja gran parte del poder del Estado es el capitán Cabello. Quien tiene tentáculos bien fundamentados, recursos y más que perder con la posibilidad de un fracaso electoral y eventual entrega del poder, es el señor Cabello. Sin subestimarle, además su influencia mediática constante y sostenida durante años.
Estos grupos cuentan hasta ahora con el poder del Estado y solo 10% de respaldo, como ya lo hemos expresado. Podríamos asegurar que quienes tienen más que perder no permitirán una aventura y buscarán imponer la tesis del radicalismo.
Una guerra de estrategias, experiencias y poder está en curso para desarrollarlas en un país en ruinas. Los venezolanos tienen el reto de no desviarse del interés primario y supremo, tener presente que tendremos frente a nosotros puro circo, porque el pan seguirá escaseando mientras el pais no salga de las tinieblas.