El comunismo tiene como esencia su carácter totalitario. En Colombia no le basta haber instaurado sus directrices en el hilo constitucional, haber implantado la dictadura del farcsantismo que cogobierna para beneficio del narcoterrorismo comunista, necesita el poder total, implantando el socialismo del siglo XXI. Para ello necesita aniquilar toda fuerza que haga contrapeso democrático e institucional a sus libérrimos y criminales instintos. Para ello cuenta con toda una estructura internacional y es esa la que se está viendo en acción en su lucha para acabar con la seguridad nacional.
El narcoterrorismo comunista no pudo aniquilar la institucionalidad democrática por la vía armada, pero lo está haciendo muy exitosamente a través de la lucha del marxismo cultural, intentando socavar la estructura institucional del país. Es sabido que uno de los pilares de la República es su Fuerza Armada y el comunismo internacional la está socavando vía una inmisericorde lucha desde las propias entrañas institucionales.
El comunismo internacional está minando la credibilidad y operatividad del Ejército mediante campañas de desprestigios de medios supuestamente democráticos, pero que en realidad están a merced del sorismo para poco a poco, mediante una operación finamente calculada, llevarlos a la guillotina y así lograr que la democracia no tenga quien la defienda.
El año pasado el periodista de The New York Times Nicholas Casey urdió un supuesto expediente contra el entonces comandante del Ejército, general Nicasio Martínez. No presentó ninguna prueba y prefirió dejar el país. Para su intimidatoria campaña contra la institucionalidad militar, Casey tuvo como aliado al panfleto farcsantista Semana. Pese a no haber triunfado en su empeño, Semana insiste en sus campañas difamatorias contra el Ejército, en su objetivo de minar su popularidad y acabar con su operatividad.
Ahora, “revela” un dossier de “espionaje” del Ejército contra personalidades destacadas del comunismo internacional, fundamentalmente periodistas al servicio del narcoterrorismo comunista. Pero resulta que la propia Semana deja ver sus costuras, quedando en ridículo al no demostrar nada de las supuestas aviesas intenciones del Ejército.
Como la propia Semana lo dice, el Ejército ejecutó “en esas misiones, por medio de herramientas informáticas y de software, realizaron búsquedas y recolectaron masiva e indiscriminadamente toda la información posible de sus objetivos para elaborar informes de inteligencia militar. Teléfonos, direcciones de residencia y trabajo, correos electrónicos, amigos, familiares, hijos, colegas, contactos, infracciones de tráfico y hasta lugares de votación forman parte de estos perfiles”. Es decir, la inteligencia del Ejército recopiló información públicamente disponible, esa es la más sencilla labor de inteligencia, que una entidad de inteligencia militar puede realizar y no es nada ilegal, ni mucho menos ilegítimo.
La propia Semana en el máximo del cinismo señala: “Ellos (los militares) van a tratar de salirse por las ramas argumentando que la información recopilada de fuentes abiertas como tal no es inteligencia. El problema con eso es que el producto final, es decir, los informes que se hacen con base en esos datos sí son inteligencia y tienen un fin específico, que en este caso no es claro”. Semana acusa a un organismo de inteligencia de ¡hacer inteligencia! Sencillamente ridículo. Si para Semana ese trabajo de inteligencia no tiene claro su fin específico, para mí si lo tiene claro. La seguridad nacional. El hilo conductor de todos esos perfiles, es la cantidad de contactos y labores que en beneficio del narcoterrorismo comunista hacen los “periodistas” reseñados.
Si solo fuera una predilección solitaria de Semana, no habría problema, pero como lo prueba el destacado analista Eduardo Mackenzie: “Valiéndose de falsas revelaciones y de acusaciones sin prueba, Semana se está acostumbrando a doblegar a ciertos gobiernos. Varias veces ha logrado desmantelar sectores enteros de la inteligencia militar. Ha llegado así a imponer una nueva doctrina: en Colombia las Fuerzas Militares y de Policía no pueden acopiar información de inteligencia. Ese es el núcleo del texto llamado “Las carpetas secretas”. ¿Recuerda el país el escándalo que montó ese grupo editorial por el hecho de que la inteligencia militar colombiana trataba, muy legítimamente, de saber qué ocurría en La Habana cuando Santos y las Farc negociaban en secreto?“.
Semana es, pues, parte del engranaje del comunismo internacional para aniquilar la inteligencia militar colombiana, este mecanismo internacional está coordinado por el sorismo, quien dirige las acciones del farcsantismo en defensa de los grandes carteles narcotraficantes que tienen como función el financiamiento de los movimientos subversivos legales (partido FARC, Polo, Verdes, Petrimo) por medio de sus organismos ilegales (Farc en su forma de disidencias, ELN, milicias). Por tanto, tiene razón la inteligencia del Ejército en hacer seguimiento de esos miembros de la operación de minado de la institucionalidad democrática, la cual es precisamente la razón por la cual los representantes y aliados del comunismo internacional y del narcoterrorismo comunista se escandalizan pues ven en ese trabajo de la institucionalidad militar una muralla contra sus pretensiones de instaurar el totalitarismo comunista del socialismo del siglo XXI.
Ya vemos que toda la maquinaria del comunismo y del farcsantismo está en pie de lucha para intimidar a la institucionalidad democrática, representada en la institución castrense. El comunista padre LeRoux, quien tiene la misión de imponer la verdad del castrocomunismo, como la única verdad histórica declara que “ Nos preocupa que personas que dejaron las armas sean perfiladas”, obvio así tiene que ser, acaso no han debido ser no solamente perfiladas sino enjuiciadas, Iván Márquez y Santrich, por estar en el delito de narcotráfico. Además esta preocupación del presidente de la stalinista Comisión de la Verdad es extemporánea, pues sus funciones de crear una verdad farcsantista está limitada hasta 2016, pero como es comunista hasta el Ministerio de la Defensa le rinde pleitesía.
Lo más grave de esta lucha entre el comunismo internacional y la seguridad nacional es que de no rectificarse el caminos, está de antemano perdida para la institucionalidad democrática, pues las propias instituciones encargadas de defender la institucionalidad, están trabajando para la subversión, al por ligereza culpar sin el debido proceso a los militares, “sentenciados” por la prensa comunista ,castigarlos sin un juicio al retirarlos de la institución y hacerse voceros del discurso malicioso anti Ejército de los medios farcsantistas. Hay que liquidar ya la dictadura del farcsantismo o el comunismo del socialismo del siglo XXI nos gobernará total y totalitariamente en apenas unos pocos meses.