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Como perros y gatos

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Vivimos tiempos complejos, por decirlo de la manera más neutra, en los que se diluye fácilmente la distinción entre verdad y mentira.

Para ser más claros: si veinte años atrás hubiese circulado la noticia de un hombre que se cree perro, actúa como perro y se viste de perro o de una madre arremetiendo contra un veterinario porque se niega a atender a su hijo que se siente gato, todo el mundo haría sabido que se trataba de una noticia falsa propia del día de los Santos Inocentes.

Y es que, en aquellos tiempos, incluso los locos tenían cierta mesura en su desquiciamiento.

La palabra transespecie no aparece en el Diccionario de la Lengua Española, pero pronto tendrá que ser incorporada porque cada vez son más las mujeres y hombres que se sienten animales.

La cosa se complica, además, porque puedes sentirte un animal real (un perro o un gato), también un animal imaginario (un dragón o un unicornio azul) e, incluso, una mezcla de animales, como aquel legendario «cochitigre» de Zapata.

Hace poco, apareció por las redes una conferencia de un transespecie que se siente pez.

Lo que no se entiende, por ejemplo, es qué hace un pez dando una conferencia, cuando tendría que estar recostadito en un plato, junto a unas zanahorias que se perciben papas.

Nano, por ejemplo, y no sabe muy bien uno como decirlo, es una joven sueca que se percibe como gato (o vaya usted a saber si se trata de un gato que se percibe como joven sueca), que manifestó, desde temprana edad, la posesión de condiciones claramente felinas, como ver nítidamente de noche, escuchar el más mínimo ruido, gruñirle a los perros, andar en cuatro patas y, lo que suena mucho más llamativo según su propia confesión: «ama jugar con su cola».

Tom Peters es un inglés de 32 años que se percibe dálmata. Ladra, come comida para perros y en sus ratos libres trabaja como humano para sostener su costosa vida de perro, pues incluso se alimenta de comida para perros que, como todo el que tiene mascotas sabe, es mucho más cara que la comida para gente.

En los breves instantes en que le toca ser humano, se dedica a trabajar como técnico de sonido.

Sin duda, es el oficio ideal para cualquier perro pues, como se sabe, el oído de estos animales (con perdón) está hiperdesarrollado.

La comprensiva esposa de Peters lo saca de paseo y lo lleva a programas de televisión y se detiene junto a los arbolitos y postes para lo que ya se sabe.

Tener un marido perro debe tener unas ventajas increíbles, no solo porque hay escuelas de perros y les dan educación, sino también porque a la hora de las chiquitas, si se pone galante y atrevido con alguna perrita, la dueña lo puede mandar a castrar y sanseacabó.

No sé si después de este escrito seré crucificado en las redes acusado de maltrato animal, que es un delito mucho mayor que el maltrato humano. No faltará quien diga que he cometido ambos.

En todo caso, uno nació y creció en tiempos aburridísimos en los que no pasaba nada y se malacostumbró. Hay una supuesta maldición china, atribuida a Confucio, que reza: «ojalá que vivas en tiempos interesantes».

Si hay un tiempo interesante es, sin duda, este. Y les confieso algo: yo me percibo Confucio.

Artículo publicado en el diario TalCual

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