La pregunta es más que pertinente en Venezuela. Después del fraude descarado del régimen en la madrugada del 29 de julio, y de la arremetida represora del gobierno y sus matones civiles contra la población desarmada; los allanamientos ilegales a viviendas de ciudadanos opositores, la detención y desaparición de dirigentes políticos, sociales, periodistas y hasta de personas con discapacidades, todo lleva a la persistente pregunta de qué hacer.
Hasta ahora, el liderazgo de la oposición, encabezado por María Corina Machado y el presidente electo, Edmundo González Urrutia, ha dado muestras de haber diseñado una estrategia correcta para enfrentar y desenmascarar al régimen, desde la realización de las elecciones primarias el año pasado hasta las votaciones del 28 de julio. El régimen puso todo tipo de obstáculos en el camino y fueron superados. Lo que le ha quedado para demostrar su ilegitimidad es la represión, para imponerse por la fuerza contra la voluntad popular.
El liderazgo de María Corina Machado y Edmundo González ha movido sus piezas con precisión y agudeza ajedrecista. Se han caracterizado por esperar cuáles piezas mueve el adversario para mover las suyas. Por ello, han dado plazo hasta el fin de esta semana crucial para usar la herramienta de la movilización masiva. Lo crucial de esta semana es que en estos días es cuando se verá algún resultado de las gestiones de los gobiernos aliados de Maduro, México, Colombia y Brasil, que han anunciado tener una reunión virtual con la cabeza visible del régimen. Imaginamos que Estados Unidos, la Unión Europea y los países amigos de la democracia en América Latina también están en plan de observación de esa gestión. De allí la manifestación de este sábado, para la cual también el régimen ha dado señales de que se prepara para enfrentarla incluso con la Fuerza Armada.
De aquí al sábado no es posible hacer predicciones. El entusiasmo opositor está claramente canalizado por la línea trazada por la dirigencia de mantener la calma y evitar el desespero, aunque se insiste en que la cosa va hasta el final.
En Norteamérica, hay otro tipo de entusiasmo, pero canalizado de otra manera, aquella que permiten la sociedad democrática y el respeto de las instituciones.
Desde que Joe Biden decidió retirar su candidatura a la reelección por el Partido Demócrata el mes pasado, la nueva abanderada, la vicepresidenta Kamala Harris, volteó la tortilla del bajo entusiasmo hacia el actual presidente, superando ella a Donald Trump en el promedio nacional de encuestas y particularmente en tres de los estados clave, Michigan, Pensilvania y Wisconsin, donde aparentemente le lleva a Trump una ventaja de 4 puntos porcentuales.
Los números están en el margen de error. El promedio nacional de la ventaja es tan solo de 0,1 puntos más que Trump. El dato importante sigue siendo el de los estados que han cambiado sus preferencias en las cuatro últimas elecciones presidenciales, como los ya mencionados, que aunque generan menos votos que California, Nueva York o Texas, muy numerosos en población, mueven la balanza de los colegios electorales. Hillary Clinton obtuvo nacionalmente más votos que Trump en 2016, pero perdió la elección porque la diferencia estuvo precisamente en los estados clave que agregaron votos para Trump en los colegios electorales. Obama había ganado en estos estados, al igual que lo hizo Biden en la contienda de 2020.
El entusiasmo actual por Harris también se refleja en el dinero recaudado en el poco tiempo que lleva de su campaña. Nada más en el mes de julio recaudó 301 millones de dólares. Ahora, la necesidad que tenía Biden de debatir con Trump para superar los porcentajes que tenía entonces en las encuestas pareciera que se instaló en el expresidente. Después de la debacle de Biden en el primer y único debate que tuvo con Trump, el expresidente no estaba seguro de querer debatir con la candidata Harris en la fecha de septiembre fijada para el segundo debate con el mandatario actual. Trump hizo una contraoferta de debatir en dos ocasiones más, pero con reglas diferentes, ahora con audiencia y en primer lugar, en Fox, la única cadena de televisión abiertamente trumpista. Harris ha insistido en mantener la fecha acordada anteriormente con Biden en ABC, que Trump terminó aceptando hace poco, y no ha dado respuesta definitiva respecto a las otras dos posibilidades que propuso Trump.
¿Se mantendrá la tendencia hacia arriba de la vicepresidenta Harris para lograr la victoria en noviembre? En los días posteriores al lanzamiento oficial de su candidatura, ha capturado la atención de los medios de comunicación. Además de la ayuda numérica, los mítines de la candidata han sido claramente entusiastas y llenos de risas que han molestado a su contrincante. Trump cuestiona que las multitudes sean superiores a las que él reúne y ha criticado la permanente risa de su rival. Junto con la novedad que ha representado esta candidatura, la vicepresidente Harris se ha mantenido en la noticia, primero con el nombramiento de su acompañante en la boleta electoral, el gobernador de Minnesota, Tim Walz, un hombre blanco, de un estado fronterizo con los estados clave, maestro de escuela, exentrenador de fútbol americano, que prestó servicios en las fuerzas armadas. Y se espera que siga siendo noticia este mes, cuando se celebrará la Convención Nacional Demócrata, que mantendrá su candidatura en la palestra pública.
Por primera vez en varios años, Donald Trump, para bien o para mal, no copa la escena política en los medios. Y eso lo angustia. En rueda de prensa de una hora desde Mar-a-Lago la semana pasada y en la entrevista de hora y media que le hizo anteayer Elon Musk en la plataforma X, no ha ido más allá de sus muletillas de siempre contra la inmigración por la frontera sur o de vanagloriarse de lo bien que se lleva con Putin, Xi y Kim Jong-un. Sus propios amigos de Fox y algunos líderes republicanos le han pedido que mantenga el foco en propuestas de políticas y que rebaje la batería de insultos que también dedica a la vicepresidenta, porque así no va a ganar las elecciones.
Después de la convención demócrata es cuando se verá si el entusiasmo por elegir a la vicepresidenta se mantiene. Mientras tanto, su campaña invertirá el dinero recaudado en el uso pagado de redes sociales y en YouTube, en recolección de datos y hacer seguimiento a cómo los votantes reaccionan sobre los mensajes de la campaña, en el uso de todo tipo de medios en los estados clave (incluidas vallas publicitarias) y en el reclutamiento de personal y de voluntarios en todos los estados.
Mantener el entusiasmo es la clave.
@LaresFermin
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