OPINIÓN

¿Cómo fue el caso de Judith y Holofernes?

por Carlos Sánchez Torrealba Carlos Sánchez Torrealba

Judith y Holofernes, de Caravaggio

Nocivos como varios venenos juntos, como sombras sólidas del capricho y la transgresión continúan en sus afanes tanáticos, como remeros de la laguna estigia… Así como la metástasis ha seguido avanzando en sus almas y en sus cuerpos. Se les nota en las ojeras, en brazos quebrados, en la sintomatología visible de la culebrilla y en un nerviosismo cada día más inocultable, aunque le metan a valerianas contemporáneas y se fumen las  manzanillas ¡Y aunque el otro cayó del mismo mal, estos insisten en su juego perverso de tierra arrasada, de historia atrasada!

Por supuesto, no se esperaban con una capacidad instalada, una tenacidad heredada y colectiva cada vez más fuerte, cada vez más inspirada e inspiradora que ha logrado pararle las patas al que ya ha caído, al que se cree Goliat y ya no sabe ni siquiera de sí mismo. El rey no está desnudo. El rey se muere.

El resto del cuerpo social ha preferido la ósmosis antes que la metástasis y ha sabido cambiar para mejorar, para optimizar las defensas y los deseos de crecer y seguir creciendo, tal como ocurre con los fenómenos de la exuvia, o en los naturales fenómenos de la eclosión. Y así, persistimos en los trabajos de la oruga para convertirse en mariposa. Como nos lo recuerda la compositora argentina María Elena Walsh -humanista- en una de sus hermosas canciones, insistimos en los trabajos de la chicharra que ha pasado un año dentro de la tierra y sale a cantar; como el sobreviviente que vuelve de la guerra… Una guerra inútil de veinticinco años en nuestro caso con sus tantos heridos, con sus muchos enfermos y sus innumerables muertos. Todas y todos sabemos a manos de quién.

Nuestro pasado regional, nuestra historia de país, la reciente y la antigua, nuestras propias historias de vida, jalonan el momento. Dentro y fuera, el duelo nos golpea y nos dispone, junto con otros motivos, nos vigoriza para continuar con la persistencia por la libertad ¡Hasta el final!

Solidarios y desde los cuatro puntos cardinales, como filas de hormigas gigantes, como hileras de bachacos enormes, uno y muchos coros del mundo avanzan por estas calles del planeta, amparados por dioses y diosas, resonando a todo pulmón con canciones de Liberación. Están en ti ¿Las escuchas?

Indiscutible y lastimosamente, ha sido mucho el retraso que han generado estos bichos de sus madres. Tanto mal han generado que se habla de daño antropológico. Es tanto lo que hemos involucionado que insisten en herir y matar como en tiempos bárbaros.

De tiempos antiguos, por cierto, relatos bíblicos nos cuentan sobre el suceso de Judith y Holofernes que se la echaba de mucho y era muy bravucón, pero a quien le salió el tiro por la culata. Ahora no lo voy a contar, pero ojalá que no lleguemos a ese punto perdido en el fondo de la historia cuando era en blanco y negro.