El candidato Nicolás Maduro perdió abrumadoramente en los 23 estados en casi la totalidad de los 335 municipios y el Distrito Federal. Hasta en los más alejados sitios y de difícil acceso su derrota fue colosal. En cada escalafón social el repudio fue una acentuada característica de la histórica jornada del 28 de julio. Fracasó en zonas en donde jamás habían tenido un revés electoral. Esos emblemas automáticos de solidaridad militante esta vez se sacudieron para comprender que merecemos un país de primera. Se hartaron de las reiteradas mentiras en donde su calidad de vida ha ido desmoronándose de manera acelerada. El fenómeno disuasivo de la pretensión electoral de mantenerse en el poder fue un fortísimo golpe de nocaut que dejó en la lona al abanderado del PSUV. El desenlace era lo que indicaban todos los estudios serios de opinión. Una distancia de más treinta puntos que jamás pudo ser reducida. Muy a pesar de la costosísima campaña comicial de Nicolás Maduro, que contaba con la vulgar utilización de los bienes del estado. Todo un aparataje al servicio del monarca derrotado. ¿Cómo es qué se proclama ganador a quién fue derrotado? La única explicación tiene que ver con la impudicia de los poderes al servicio de su majestad. El CNE sin presentar ningún tipo de pruebas fehacientes, lo juramentó como el vencedor de unas elecciones en donde recibió una verdadera paliza. Elvis Amoroso, quien preside el organismo, tomó juramento a un primer mandatario moribundo electoralmente. La sustentabilidad de este desvarío, solo fue una página con unos datos que no salieron de la sala de totalización, según el abanderado del partido Centrados, Enrique Márquez. Unos resultados sin testigos que aseguren que esos datos son ciertos. La mayoría de los gobiernos del mundo han puesto en duda el resultado que dio el CNE. El reconocido Centro Carter, alabado hasta la saciedad por el régimen, se negó a avalar semejante traición a la voluntad popular. Ante el silencio oficial sigue proyectándose el fraude como la aberración que hicieron el domingo 28 de julio. Los han conminado a que presente los recaudos con la transparencia necesaria. Por el contrario, el equipo de María Corina Machado y Edmundo González han logrado obtener casi el 90 por ciento de las actas en donde se demuestra que el candidato democrático ganó de manera extraordinaria. Millones de venezolanos se han chequeado en la página destinada para ello, en la misma han certificado que efectivamente es la mesa donde sufragaron con la firma de los testigos y el secretario. Todo perfectamente sustentado. Esta herramienta ya la conocen muchos líderes del orbe.
Ante el mundo han quedado al descubierto. Quieren quedarse por la fuerza. La derrota electoral de Nicolás Maduro es mucho más que evidente. Recibió una verdadera felpa como jamás ocurrió en Venezuela. El déspota se quita el traje de supuesto demócrata para abalanzarse sobre la yugular de la Constitución.
El presidente electo es Edmundo González. Un hombre honorabilísimo que demuestra su talante democrático con su mensaje lleno de esperanza. El 28 de julio los venezolanos hemos votado por un cambio que nos conduzca el progreso.
@alecambero