A estas alturas de la situación política del país, en el que las verdaderas intenciones de socialistas y comunistas radicales se han revelado de manera dramática frente a todos los peruanos, es necesario echar una mirada al pasado para comprender si el “arte del engaño” o las habilidades de ilusionistas profesionales son pura casualidad o parte de una cultura por la mentira (vital para su sobrevivencia), en el camino pernicioso y criminal hacia sus objetivos. La inobjetable compañera de aventuras del social-comunismo progresismo, entonces, es la señora mitomanía.
En efecto, el instinto irrefrenable de mentir para lograr sus propósitos y de distorsionar la verdad para embaucar a los que se quiere someter, ha sido una característica de quienes han dirigido en los últimos 100 años las “revoluciones” que solo han causado muerte, destrucción, sufrimiento y agudización de las condiciones de miseria de sus poblaciones. Ya decía el propio Fidel Castro, en una entrevista realizada por el periodista Ignacio Rosco, el 4 de abril de 1959 en Estados Unidos: “Sé que están preocupados si somos comunistas, quiero que quede bien claro, no somos comunistas, bien claro”. Poco tiempo después, se volvió el vórtice del comunismo en Suramérica.
En otro momento, Hugo Chávez, antes de tomar el poder en Venezuela, decía de manera insistente que no sería ni socialista, comunista o dictador. El periodista Jorge Ramos Avalos le preguntó a Chávez el 6 de diciembre de 1998: “Está dispuesto a entregar el poder; nacionalizaría alguna empresa o medio de comunicación”. Chávez mintió en “todas las anteriores”, porque se convirtió en un tirano que se quedó más allá de su mandato, expropió empresas y medios de comunicación. Los venezolanos están atrapados entre la locura “madurista”, el narcoestado y la pobreza extrema.
En el Perú pasa lo mismo con Pedro Castillo. Este dijo por todos los medios que no era comunista, que no daría un golpe de Estado y que no toleraría la corrupción. Como hemos comprobado, toda la evidencia lo une a Sendero Luminoso, una organización criminal comunista que azota el país desde los años ochenta y noventa (hasta hoy en el Vraem), dio el golpe de Estado más torpe de la historia y fue absolutamente corrupto durante su gestión. Mas de 190 expedientes judiciales sobre sus tropelías y la de sus círculos más cercanos son la muestra clara de que, otra vez, no tienen escrúpulos para tapar sus verdaderas intenciones.
Pero hoy la mentira está estructurada, colegiada, organizada, y ha tomado dimensiones internacionales, “académicas”, “intelectuales” y políticas. Los socialistas y comunistas (marxistas leninistas, maoístas, mariateguistas y tupacamaristas) con la progresía nacional, se han vuelto funcionales entre sí, dejando de lado sus “pequeñas” diferencias (serían grandes diferencias si uno de ellos gana, se devorará a los otros) para convivir hasta el logro de sus objetivos, aunque para ello su verdadera bandera sea la mitomanía. ¿Acaso creemos que hoy quieren una constitución solo para mejorar la calidad de vida de los peruanos? No. Ellos la quieren para crear condiciones económicas, políticas y sociales para instaurar el socialismo. ¿Eso sabe la gente? No, porque la verdad, desalienta, desafilia, enflaquece la protesta, los deja expuestos.
Hay que combatir la mentira estructural social comunista progresista con más democracia, educando masivamente a la sociedad sobre los peligros de los mitómanos consuetudinarios, enseñando con firmeza el valor de la vida y la libertad, recuperando el principio de autoridad y encaminando ininterrumpidamente al país hacia la verdadera paz y la democracia. ¡Viva el Perú! ¡Sí se puede!
Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú
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