OPINIÓN

Comandante en jefe prêt-à-porter

por Antonio Guevara Antonio Guevara
Cronograma de las primarias opositoras

Foto: @cnprimariave

La fecha de realización de las elecciones primarias dentro de un sector de la oposición quedó fijada para el próximo 22 de octubre de 2023, cuando se va a seleccionar el candidato que los va a representar en las presidenciales previstas en el año 2024.

La premisa de esta tribuna es que la última palabra en materia de un cambio político siempre estará dentro de la Fuerza Armada Nacional. No se trata de que la institución armada sea un trámite adicional del cartel electoral, una consulta agregada a una guía de verificación establecida, una diligencia política más en las tareas opositoras para garantizar la entrada de la alternabilidad en la renovación del Poder Ejecutivo venezolano después de 24 años de ejercicio rojo rojito. Es la consideración del liderazgo dentro de las estimaciones y supuestos de que los militares venezolanos sean parte de la estabilidad y la gobernabilidad necesarias para encaminar de nuevo al país por los senderos de la libertad, la independencia, la soberanía, la paz, el Estado de Derecho y la vigencia de la Constitución Nacional; y la unidad de la nación. Todos estos, elementos interrumpidos desde el año 1998 con la llegada al poder del teniente coronel Hugo Chávez y en la continuación de su sucesor el señor Nicolás Maduro. Y eso pasa por seleccionar al candidato ideal en las elecciones primarias, contrastarlo con el actual responsable de la usurpación del poder desde el Palacio de Miraflores y elegir un presidente que sea aceptado por la comunidad uniformada con los suficientes credenciales de moral, de ética, de trayectoria personal, académica y política revestido de suficiente auctoritas para que su ejercicio de comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional se proyecte con bastante anticipación, mucho antes de ser proclamado y con bastante anticipación de ser juramentado y reconocido su mando en el paseo de Los Próceres ante la FAN. No están dados los escenarios en este momento con esta institución armada de que esa condición constitucional de acuerdo con lo previsto en el artículo 236 aparte 5: “Dirigir la Fuerza Armada Nacional en su carácter de comandante en jefe, ejercer la suprema autoridad jerárquica de ella y fijar su contingente”, y adicionalmente en el inciso 6: “Ejercer el mando supremo de la Fuerza Armada Nacional, promover sus oficiales a partir del grado de coronel o coronela o capitán o capitana de navío, y nombrarlos o nombrarlas para los cargos que les son privativos”, sea un tramo muy manso  para abordar muy descansadamente en la oposición aguas adentro de los cuarteles y menos acatarlo en todos los cuadros ante una derrota electoral del régimen, después de tanta inducción y adoctrinamiento por encima del contenido del artículo 328. No es fácil pero tampoco imposible. No es un dilema de hacer un retrato hablado de un presidente ideal para hacer una yunta armónica con la actual institución armada, con el ministro Padrino o cualquiera de sus generales y almirantes o algún comandante de batallón capaz de pronunciarse públicamente respaldado por los medios bajo su mando; o de elegir a cualquiera del abanico de los aspirantes que desestime las potencialidades de poder que tiene la FAN después de haber sido diseñada para la revolución, por la revolución y con la revolución; y que ese cualquiera en la ingenuidad de sus pretensiones y en la ignorancia del polvorín donde estará sentado en Miraflores, con la mecha de la indiferencia en la mano y el fósforo ardiendo de la ambición en la otra, sean los iniciadores de un camino bien expedito para un sinfín de gobiernillos y minidictaduras de cachucha, peores en el remedio electoral que la enfermedad revolucionaria en tratamiento. Ante esa encrucijada, una decisión previa que al menos atisbe en el horizonte político venezolano que se proyecta, se merece que el potencial postulante a la banda presidencial encaje en el uniforme militar, sea potable en Fuerte Tiuna de acuerdo con los estándares vigentes en los cuarteles y al menos abra el camino de la democratización del país y de la institución armada hacia el futuro con menos traumas y magulladuras que otro incompetente o en nulidad de aptitud. Es tanto como decir que un nuevo inquilino del Palacio de Miraflores debe portar una suerte de flux como guerrera camuflada con las medidas exactas y los entallamientos justos para el ejercicio de comandante en jefe de la FAN –de esta que todavía respalda y cogobierna con la revolución– antes, durante y después de la inevitable transición política en el corto, en el mediano o el largo plazo. Un comandante en jefe prêt–à-porter.

La FAN existe, es una realidad y es una necedad invisibilizarla en el nivel protagónico que ha tenido, que tiene y que tendrá en cualquier diseño político que signifique la salida del poder del régimen de la revolución bolivariana. Tanto como lo ha sido en su permanencia que le ha garantizado en lugar de ubicarse detrás sirviendo de guardaespaldas del régimen, para colocarse al lado para cogobernar y disfrutar de los beneficios de su autoridad. Ese es otro contexto derivado del poder de la actual institución armada que se ha ido extendiendo y consolidando en el tiempo. En ese hilo argumental y en el tejido conclusivo que deben surgir de los inevitables procesos apreciativos en los estados mayores de los componentes militares, en el Comando Estratégico Operacional y en el quinto piso del Ministerio de la Defensa, incluso en el alto mando político revolucionario, cada vez que se presenta una jornada electoral presidencial el cuerpo de opciones que debe surgir se orienta en esta trinidad de alternativas:

  1. Ante una victoria del régimen, anunciada oficialmente por el Consejo Nacional Electoral, continuar apoyándolo y mantenerse cogobernando.
  2. Ante una victoria de la opción opositora anunciada oficialmente por el Consejo Nacional Electoral, retomar el camino del artículo 328 y la institucionalidad; y respetar los resultados electorales.
  3. Dejar de apoyar al régimen y desprenderse del cogobierno, y constituirse unilateralmente como la única entidad de poder en el país. Un gobierno en puridad de capa, de botas de campaña y con sable de mando.

Las realidades que hay en este momento parten del llamado a las elecciones primarias dentro de la oposición el venidero 22 de octubre, la existencia de una institución armada que aún apoya y cogobierna con el régimen que usurpa el poder desde Miraflores, el intenso desgaste político, económico, social y militar de la revolución, la atomización encarnizada del todos contra todos en la misma oposición y un panorama abierto y difuso de cambios políticos en el país que puede empezarse a trajinar si se atina perfectamente en la nominación exacta de la candidatura con la designación de un pretendiente presidencial que pueda materializar la opción número“2” de las alternativas anteriores. Alguien cuya talla política encaje en la exigencia constitucional de comandar la Fuerza Armada Nacional y ejercer el mando supremo en una coyuntura de coraje y decisiones fuertes que vendrán en la etapa posrevolucionaria que incluso también pueda ser una valoración objetiva de su nombre ante la alternativa “3”.

Las elecciones primarias en la oposición acaban de activar un período de decisiones para escoger un candidato, un presidente electo o en ejercicio con uniforme de comandante en jefe prêt-à-porter.

¿Ustedes tienen algún candidato en particular?