El próximo domingo 15 de octubre los venezolanos estamos convocados a votar para elegir gobernadores de estado.
Serán estas elecciones, de las previstas en la vigente Constitución, las más irregulares, ventajistas, manipuladas y provocadoras que ha tenido que efectuar el régimen bolivariano. Y digo las más porque no ha habido una sola justa, equilibrada, transparente y apegada a derecho.
Este proceso electoral chucuto (digo chucuto, porque para seguir manipulando, no efectúan la elección de los consejos legislativos) ha debido hacerse al término del mandato de los gobernadores elegidos en diciembre de 2012. Su mandato terminó en diciembre de 2016 y es en esa oportunidad que han debido celebrarse las elecciones de gobernadores y legisladores regionales.
Esa circunstancia ya de por sí marca la grave irregularidad de un sistema político que no da garantía, ni certeza, respecto del período de los mandatarios públicos, y por lo tanto no ofrece seguridad del calendario electoral.
Manipular los tiempos y los procesos electorales constituye una patología política, típica de las dictaduras.
Otra grave irregularidad presente en el proceso electoral del 15 de octubre ha sido la abierta violación de las etapas y tiempos del proceso previo al acto de votación.
La vulgar manipulación de la fecha electoral trajo consigo una alteración de los tiempos de postulación, modificación, sustitución y campaña de los partidos políticos, grupos de electores y candidatos. Todo hecho con el fin de generar el caos en los partidos de la oposición democrática y obligarlos a retirarse de la contienda electoral.
La estrategia de sacar del juego democrático a la oposición política ha estado presente de manera muy clara a lo largo de este accidentado y traumático proceso electoral.
Pero todos los partidos políticos, ya entendidos del objetivo de la dictadura, han mantenido firmemente su decisión de participar, lo cual ha colocado a la dictadura en una encrucijada difícil porque saben de la derrota que les espera.
El último golpe a la ley y a la función de los partidos ha sido impedir la sustitución de los candidatos que no ganaron primarias, y cuyos partidarios desean votar en la tarjeta de su partido. Buscando la confusión, el desaliento y el voto nulo, han impedido la sumatoria de los votos emitidos en las diversas tarjetas de los partidos democráticos. Tal conducta es abiertamente violatoria del artículo a la Ley de Procesos Electorales. Ante tamaña arbitrariedad los partidos no vamos a retirarnos. No. Votaremos en cada estado en la tarjeta del candidato ganador de las primarias. A falta de la tarjeta MUD, esa será para este proceso la tarjeta de la Unidad en la elección del gobernador de cada estado.
Asistimos a ese proceso electoral a emitir un nuevo veredicto frente a la dictadura madurista.
No es esta una elección normal de gobernadores de estado. Es una nueva oportunidad para sancionar al gobierno comunista.
Los ciudadanos que tienen dudas sobre la conveniencia de asistir a votar en ese proceso deben tener plena conciencia que la abstención solo beneficia al régimen. Una votación masiva sancionando a la dictadura es un nuevo mensaje al mundo, que expresa nuestra pacifica y determinada voluntad de cambio.
Los ciudadanos y con ellos los partidos democráticos solo contamos con el voto, como el arma más eficiente para demoler la dictadura. El voto no es contrapuesto a la protesta social. Al contrario, se complementan. La protesta política y social constituye una forma de expresión permanente, de reclamo frente a la incapacidad y la corrupción de un régimen. El voto es la determinación de elegir y cambiar.
Si bien los gobernadores que se elegirán el 15 de octubre serán en la práctica desconocidos, cercados y hostigados por la dictadura, es infinitamente mejor contar en esas magistraturas con líderes o lideresas democráticos, y no con un grupete de comisarios políticos dedicados a la represión, a oscuros negociados y a servir de corifeos a una dictadura destructora.
Es mejor contar con unos gobernadores comprometidos con la democracia y con el cambio.
El 15 de octubre no hay sino una opción: votar.
Votar contra Maduro y su camarilla. Votar contra el modelo comunista y militarista. Votar contra el saqueo de la riqueza nacional perpetrado por la casta política y militar de la revolución.
Votar por el cambio, la democracia y la esperanza.