Fundamentales para el desarrollo de cualquier centro urbano son las vías para el tránsito a lo largo de aquel. La topografía, muy especialmente la naturaleza del terreno y su entorno, requirieron del esfuerzo de los primeros pobladores y autoridades para ir dando forma a las primeras calles y callejones. En el caso de Puerto Cabello, en el que buena parte de sus terrenos eran anegadizos y contiguos a los mangles, tempranas serán las reglamentaciones para el cegado de las “aguas manglares” y delimitación de las calles resultantes, el movimiento de los vehículos a “tracción de sangre”, el empedrado y mantenimiento de las vías.
Las dos calles más antiguas del entonces núcleo poblado, según los planos del siglo XVIII que se conservan (delineado por Morató en 1790), eran la calle de la Estacada y Contaduría (actual calle Comercio), y la calle Real de la Iglesia (hoy calle Bolívar). Importante es recordar que el germen urbano tiene su inicio en parte de lo que hoy es la zona histórica, asiento de los edificios de la Compañía Guipuzcoana que se establece en 1730, así como las viviendas de sus empleadosy autoridades. Se trataba de un modesto pueblo que con el correr de los años, y bajo el amparo de sus fortificaciones, adquiere la forma de una plaza fuerte amurallada dentro de cuyos muros se encontraban los muelles, almacenes y funcionarios de gobierno, junto a las familias más acomodadas. La ciudad amurallada llamada por sus habitantes como Puente Dentro, estaba separada de tierra firme por una canal de agua, localizándose del otro lado el arrabal, en el que los pobladores más humildes se habían establecido por la fuerza de las circunstancias y con muy poca planificación de las autoridades, esta porción se le conocía como el pueblo exterior, también Puente Fuera.
La topografía porteña de los años iniciales que siguen a la llegada de los vizcaínos, era una de terrenos anegadizos rodeada en su parte oriental por manglares, de allí que con el paso de los años las autoridades debieron reglamentar el cegado de las aguas manglares, para comenzar a ganar tierras al mar. Lo anterior explica, en parte, lo irregular de algunas de sus calles. Estas cambiaban de nombre según se tratara de una parte u otra de la ciudad, entonces el límite de lo que se conocía como Puente Dentro (actual zona histórica) era la calle Girardot. Para mediados del siglo XIX, la calle Plaza se denominaba Los Cuernos y la calle Bolívar desde la calle del Mercado hacia el sur, se conocía como la Calle Real, entonces una extensión de la llamada calle la Geringa. Las actuales calles Colombia, Anzoátegui y Municipio se llamaron así en su recorrido dentro del sector Puente Dentro, mientras que en Puente Fuera se denominaban Bolívar, del Ferrocarril y San Francisco, respectivamente.
En el plano elaborado por Andrés A. Level, hacia 1879, los límites del núcleo urbano son delimitados por la calle Zea al norte, la calle Bermúdez al sur, la calle del Ferrocarril (Municipio en el sector de Puente Dentro) al este y la calle Juncal al oeste. Las calles dentro del sector Puente Dentro eran la de La Muralla, Lanceros, Colombia (Bolívar en el sector de Puente Fuera), Comercio, Anzoátegui y la Municipio. La calle Puerto Cabello no existía todavía. Hacia 1893, se habían producido unos ligeros cambios en la denominación de las calles, apareciendo incluso una nueva calle, para lo cual nos valemos de un plano levantado por el ingeniero Luis Muñoz Tébar. Así, en Puente Dentro aparece la calle Anzoátegui identificada como la calle del Mangle; comienza a delinearse, además, la actual calle Puerto Cabello, mediante el cegado de aguas manglares, la cual adquiere su configuración actual hacia la cuarta década del siglo XX.
La actual avenida Bolívar, y a lo largo de toda su extensión desde los muelles hasta las inmediaciones de la avenida Lebrún, se conoció como Colombia, Alante, Geringa, de la Iglesia, Real, Granaderos; la calle Comercio, se llamó La Libertad; la calle Anzoátegui, se conoció como la del Mangle; la Lanceros en sus inicios como Ño Morián; la calle Sucre, como la de los Cocos y el Jabón; la Plaza, como la de Los Cuernos y Cantarrana; la Valencia, como la del Negocio. Otras calles que aparecen mencionadas en viejos documentos, tales como de los Cueros, de las Ánimas y la Soledad, no hemos podido identificarlas con sus denominaciones modernas.
La municipalidad, en sesión extraordinaria del 27 de abril de 1869, bajo la Presidencia de Manuel María Ponte, eminente médico que más tarde será rector de la Universidad de Caracas, aprueba el nombre oficial de las calles distribuidas a lo largo y ancho de Puente Dentro y Puente Fuera, nombres que coinciden en su totalidad con los que conocemos en la actualidad. La ciudad tenía por límites las calles Guevara en la parte más septentrional hasta la Bermúdez al sur, mientras que las calles del Ferrocarril y Juncal se extendía del este al oeste.
En la medida que estas calles fueron tomando forma, el gobierno local se esmeraba en consolidarlas y mantenerlas, de allí la Ordenanza-Contrato de noviembre de 1854, por la que se le otorga a Manuel Olavarría el empedrado, reparación y conservación de las calles por un lapso de doce años. Los recursos para esas tareas existían, pues desde diciembre de 1850, por ejemplo, se cobraba un impuesto sobre carruajes.No solo el concesionario tenía que empedrar las calles y callejones de “Puente á dentro” que no lo estuvieren, además de velar por su reparación y mantenimiento, sino que también tenía que hacer lo propio en “Puente á fuera”, al menos en sus principales calles, por aquellos años Los Cuernos, la Geringa, Calle Real y Valencia, entre otras. Ignoramos si Olavarría ejecutó este contrato o por cuánto tiempo lo hizo, pero de lo que no hay dudas es que en 1864 la municipalidad contrató a Francisco Navas y Guillermo Flinter para el empedrado de tres calles principales, quienes al siguiente año entregaron concluida la calle La Libertad (Comercio) a un costo de 4.200 pesos; el resto de los trabajos se vieron afectados por problemas para “hacer venir del exterior las lajas ‘Barsac’ para las aceras”.
@ahcarabobo
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