El resultado de las investigaciones realizadas por las autoridades fiscales, policiales y judiciales estadounidenses, las cuales han concluido con la condena impuesta al teniente Alejandro Andrade, ex presidente del Fondo del Pueblo Soberano, del Fondo Único Social, del Bandes, de Banfoandes y tesorero de la nación, entre otros altos cargos desempeñados durante el gobierno de Hugo Chávez, por el juez federal Robin Rosenberg del distrito de West Palm Beach, por los delitos de lavado de dinero y conspiración, no han hecho sino corroborar lo que por tanto tiempo denunció la opinión pública e incontables voceros de la oposición: el mayor saqueo de fondos públicos conocido en nuestra historia, con el innegable conocimiento de Hugo Chávez, no solo en este caso, sino en tantos otros aún bajo investigación. Esa terrible realidad es la causa de la tragedia que padece nuestro pueblo: hambre, hiperinflación, escasez de productos de primera necesidad y medicinas, inseguridad, colapso de los servicios públicos, represión, terrorismo, diáspora y pare usted de contar.
Nuestro pueblo tiene muy corta memoria y olvida con exagerada rapidez. Ojalá este fuese el único escándalo de corrupción ocurrido durante los gobiernos chavistas. Recordemos algunos otros que demuestran la mentira de Hugo Chávez en la lucha contra la corrupción. Al inicio de su gobierno, decidió emplear a la Fuerza Armada Nacional en el Plan Bolívar 2000. El informe de la Contraloría General de la República del año 2002 determinó “serias fallas en el orden administrativo y financiero: facturas y recibos defectuosos, emisión de cheques sin prohibición de endoso, cobro de estos cheques por funcionarios de algunas guarniciones y pagos en efectivo por montos considerables”. Chávez ignoró el contenido de este informe. Esa decisión, entregarle importantes cantidades de dinero a estructuras administrativas incapaces de controlar esos gastos, solo puede explicarse si se tiene la manifiesta intención de quebrar las bases morales de la institución armada para colocarla al servicio de su proyecto político. En efecto, no hubo acción correctiva alguna en medio del escándalo y el cuestionamiento surgido en la opinión pública.
La Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) fue el mayor desaguadero del ingreso multimillonario que recibió Venezuela debido a los altos precios petroleros. El acucioso periodista Pedro Pablo Peñaloza sostiene, en un documentado artículo, que la corrupción chavista se produjo fundamentalmente en esa comisión basado en la afirmación del vicepresidente Jorge Arreaza, en el año 2014, de que habían ingresado a Venezuela, hasta esa fecha, 717.903 millones de dólares, y en las declaraciones de los ex ministros Jorge Giordani y Héctor Navarro, quienes sostuvieron que “en el marco del control de cambio, vigente desde el año 2003, se malversaron unos 300.000 millones de dólares”. Designar como tesoreros de la nación a su íntimo amigo Alejandro Andrade y a su enfermera, Claudia Díaz Guillén, cuyas únicas credenciales eran su amistad y su lealtad, muestra la forma personal, irresponsable y corrupta como Hugo Chávez manejaba los dineros públicos, y lo compromete ética y moralmente con los delitos ocurridos durante los doce años de su gestión presidencial.
La destrucción y quiebra de Pdvsa, uno de los mayores crímenes perpetrados contra Venezuela durante los siglos XX y XXI es de la absoluta responsabilidad de Hugo Chávez. En su intento de someterla a su voluntad y control provocó la crisis política y militar del 11 de abril de 2002, y al no lograrlo violó su sentido jerárquico y tecnocrático, creando las condiciones para que estallara, en diciembre de ese mismo año, la huelga general indefinida respaldada por la mayoría de sus gerentes y empleados. El despido de más de 20.000 de ellos, de elevada formación y experiencia, desarticuló totalmente su capacidad productiva, la cual pasó de 3.800.000 barriles diarios, en 1998, a menos de 1.500.000 barriles diarios actualmente. Para colmo, la obscena corrupción instaurada por Rafael Ramírez, su presidente y ministro de Petróleo por más de 10 años, comprometió totalmente los valores éticos de la Industria. Su actual presidente, general Manuel Quevedo, reconoció que la grave crisis que enfrenta Pdvsa se debió a la existencia de mafias en su seno.
Destruir Corpoelec no era sencillo. Tampoco Hidrocapital. Los gobiernos civiles habían desarrollado el mejor sistema de generación y distribución de energía eléctrica y agua de América Latina. De manera sorprendente, en los 18 años de gobierno chavista se provocó su total colapso. La falta de mantenimiento en todos los órdenes y, de nuevo, una impresionante corrupción fue progresivamente destruyendo esos factores fundamentales para el desarrollo de Venezuela. Entre los clientes del Banco de Andorra resaltan dos antiguos funcionarios: Nervis Villalobos y Javier Alvarado, ex viceministros de Energía y de Desarrollo Eléctrico, respectivamente… El diputado Julio Montoya calcula que las irregularidades en la construcción de plantas para la generación de electricidad le costaron a Venezuela unos 30.000 millones de dólares. El ingeniero Víctor Poleo, ex viceministro de Energía, advierte que los “sobrecostos” en convenios internacionales ascendieron a 17.000 millones de dólares. Una tragedia similar sucedió en Hidrocapital.
La corrupción imperante en Pdvsa se transmitió con facilidad a Pdval, cuya misión era garantizar “la soberanía alimentaria” de los venezolanos. Definitivamente, no había interés en importar alimentos de calidad y a precios razonables sino obtener dólares preferenciales. La diputada Neidy Rosal sostiene que entre 2009 y 2011 se aprobaron 7.583 millones de dólares para importar alimentos, pero solo llegó al país 14% de la comida adquirida. Otro escandaloso caso son las obras inconclusas, mejoramiento del aeropuerto de Maiquetía, el tercer puente sobre el Orinoco, la Central Hidroeléctrica Tocoma, el Proyecto Agrario Integral, la Línea 5 del Metro de Caracas y el sistema del Metro Caracas-Guarenas-Guatire, contratadas durante los gobiernos chavistas, que alcanza la cantidad de 16.000 millones de dólares. Esas obras, asignadas a la empresa brasileña Odebrecht y que significaron un grave desfalco a la nación, estuvieron ampliamente vinculadas a las relaciones de amistad personal entre los presidentes Lula da Silva y Hugo Chávez, por lo que ha sido imposible realizar investigación alguna.
Los hechos mencionados en este artículo solo se refieren a algunos de los delitos de naturaleza administrativa, ocurridos durante los gobiernos chavistas-maduristas, con motivo de la condena en contra de Alejandro Andrade. La lista es mucho más larga. Sin embargo, creo que sirvan para demostrar el descaro y la rapacidad de los funcionarios durante el esplendor venezolano, en particular lo que significó la irresponsable actuación del presidente Hugo Chávez, quien no solo despilfarró el multimillonario ingreso nacional producto de los altos precios petroleros sino que, de manera absurda, se dedicó a contraer una inmanejable deuda pública, la cual comprometerá gravemente el destino de nuestras futuras generaciones durante todo el siglo XXI. Esa cuantiosa deuda se ha incrementado desde 34,5% del PIB en 1998 hasta 162,8 % del PIB en 2018.
El espacio disponible en este artículo no me permite comentar lo relacionado con hechos tan vergonzosos como la renuncia a la soberanía en el territorio Esequibo, la injerencia cubana en nuestros asuntos internos y la presencia en nuestro territorio, con la aquiescencia de las autoridades venezolanas, de grupos guerrilleros colombianos. Todo este cuadro de abusos y desolación es lo que realmente constituye “el verdadero legado de Chávez”. Su irresponsable conducta solo se puede calificar como: traición a la patria. Tan deplorable realidad me obliga a plantearle a mis compañeros de armas, particularmente al general Vladimir Padrino López y al Alto Mando Militar, una pregunta: ¿es posible mantener ese absurdo culto a la personalidad del teniente coronel Hugo Chávez Frías llamándolo “comandante eterno” y mantener el eslogan: “las Fuerzas Armadas son bolivarianas, chavistas y antiimperialistas”. Respondan.
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